Esta obra representa el milagro ocurrido el año 1323 en la iglesia de Santo Tomé en Toledo, España, durante los funerales de Gonzalo Ruiz de Toledo, conde de Orgaz. Según cuenta la leyenda, durante el entierro, San Esteban (primer mártir de Cristo) y San Agustín (uno de los grandes padres de la iglesia) descendieron del cielo para colocar con sus propias manos el cuerpo del piadoso aristócrata en la sepultura. El Greco retrata las dimensiones de la existencia humana dividiendo el cuadro en dos partes: abajo la muerte, arriba el cielo y la vida eterna. En la parte inferior, el centro lo ocupa el cadáver del caballero toledano, rodeado por importantes personajes de la aristocracia de la época. Entre el cielo y la tierra, el lazo de unión es su alma inmortal, representada por una criatura que es llevada por un ángel hacia la vida eterna.

La parte superior describe la felicidad de aquellos que ya están en el cielo y donde Jesús ordena al apóstol Pedro, jefe de su iglesia, que abra las puertas para admitir el alma del difunto. Aparte de ser el cuadro más grande en tamaño de todo el siglo XVI español, "La muerte del conde de Orgaz" es probablemente su obra más famosa. Es interesante notar también que, en la fila central, El Greco se pinta a sí mismo (el único mirando de frente) y a su hijo, arrodillado a la izquierda de la composición.