Miércoles 12 de noviembre de 2014

El origen de todo
La ciencia está cada día más cerca de explicar el origen del universo, provocando una verdadera fiebre por detectar la última pieza faltante de la teoría: Ondas Gravitacionales Primordiales.
Rolando Dünner
Ingeniero eléctrico de la Universidad Católica y doctor en astronomía y astrofísica en esta misma institución, desarrollando su tesis doctoral en la Universidad de Princeton. Profesor asistente del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).

Quizás una de las preguntas más intrigantes que se ha hecho la humanidad es cómo empezó todo. El origen del universo, de la vida y del hombre. Desligada del sentido religioso subyacente, la ciencia nos entrega hoy una serie de respuestas que se remontan nada menos que a instantes después del Big Bang.


Las observaciones del universo a gran escala, la velocidad con que se alejan las galaxias y el fondo cósmico de microondas —el brillo remanente del universo temprano— han permitido el desarrollo de un modelo cosmológico estándar, sumamente sencillo, que explica con una precisión asombrosa casi todo lo que vemos.


Una pregunta importante que éste debe responder es por qué el universo nos parece tan homogéneo a gran escala. Inocente en principio, esa observación implica que en sus comienzos el universo debió tener suficiente tiempo para que regiones hoy distantes e inconexas lograran entrar en equilibrio. La explicación más aceptada es que, posterior a este equilibrio inicial, el universo sufrió una expansión exponencial que separó estas regiones dejándolas como las vemos hoy. A esto se llama “inflación”. De ser cierta, esta teoría tiene implicancias físicas y metafísicas impresionantes.


De partida, la inflación ocurriría a energías tan altas que las leyes de la física se unificarían bajo el concepto de la "Gran Teoría Unificada", conjugando la gravedad y la mecánica cuántica para dar forma al universo, y permitiendo incluso conjeturar que todo nació de una fluctuación del vacío. Esta última es una de las ideas más controversiales de la teoría, ya que implicaría que el universo se habría formado espontáneamente de la “nada”, llevando incluso a Stephen Hawking a afirmar que Dios no habría sido necesario en este proceso (acceso con suscripción).


Grandes teorías requieren grandes demostraciones. De éstas, tal vez la más importante sería la generación de ondas gravitacionales primordiales, las cuales alterarían la radiación de fondo produciendo algo conocido como el "modo B". Su detección no sólo evidenciaría la inflación, sino que además permitiría caracterizar la física a energías inimaginables para nuestros aceleradores de partículas.


En marzo conocimos el anuncio del experimento BICEP2. Éste habría detectado por primera vez esta señal desde el Polo Sur, revolucionando así a toda la comunidad científica. Sin desmerecer el mérito de la detección, al poco tiempo se formularon dudas respecto a la naturaleza de la señal encontrada, ya que ésta también podía corresponder a polvo de nuestra galaxia contaminando la verdadera radiación de fondo. Esto sembró nuevamente la incertidumbre a la espera de los resultados del satélite Planck, otro instrumento que estaba trabajando en la misma medición. La respuesta definitiva llegaría recién en septiembre, junto a una rica batería de publicaciones del experimento europeo. ¿Y qué creen que fue? ¡Polvo! Habrá que seguir esperando.


Grandes teorías requieren grandes demostraciones. De éstas, tal vez la más importante sería la generación de ondas gravitacionales primordiales, las cuales alterarían la radiación de fondo produciendo algo conocido como el "modo B".

Así que la carrera por detectar el “modo B” sigue al rojo vivo, ahora intentando desentrañar esa valiosa información bajo el polvo de la galaxia. Lo interesante, es que en esta carrera se incluyen también experimentos cosmológicos instalados en Chile, tales como los telescopios ACT, ABS, POLARBEAR y pronto, también, CLASS. Quién sabe si la respuesta sobre el origen del universo llegará nada menos que desde nuestro país.


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