Parque nacional Cabo de Hornos

Una familia en el fin del mundo

Hace seis meses el sargento de la Armada Manuel Cánepa junto a su señora y dos hijos hacen soberanía en el Cabo de Hornos. Ahí conviven con vientos de 200 kilómetros por hora y turistas que entran a su casa sin pedir permiso. Aquí, una pequeña muestra de la vida cotidiana en el lugar más austral del planeta.

por José Pablo Harz - Fotos: Andrés Gómez Espinosa
LUNES 08 DE JUNIO DE 2015
Conoce el parque nacional Cabo de Hornos

Debe ser difícil encontrar a una familia que se alegre más de recibir a desconocidos en su casa que los Cánepa Cabrera. Aunque sean decenas de personas al mismo tiempo. Pese a que estén estilando y con los zapatos desbordados de barro. Ni siquiera importa que con algunos no hablen el mismo idioma. Lo fundamental es ver caras nuevas. Saber que más allá de sus dos hijos y las imágenes que se proyectan por televisión, hay vida afuera de ese lugar. Que toda la soledad que produce el estar atrapados en la isla más austral del mundo es solo pasajera y que en seis meses su vida volverá a la normalidad. Podrá salir de su casa, caminar un par de cuadras y comprar pan. Si quiere agarrará el celular y llamará a algún amigo para ponerse al día y tomarse una cerveza. Hará cosas que viviendo en el Parque Nacional Cabo de Hornos resultan tan lejanas como innecesarias. La vida en este lugar se detiene, los tiempos cambian y una conversación con un desconocido pasa a ser la novedad de la semana.

“Cuando llegué acá, pensé que todo lo que haría valdría por mil. Y así fue, no me equivoqué. Porque todos los esfuerzos que realizo aquí, los cuidados que debo tener, las actividades que debo realizar, tengo que hacerlas dentro de un margen que en otro lado no ocurre. Por ejemplo cambiar una tabla de las escaleras, con los vientos y lluvias que hay acá, resulta una tarea que puede tomar mucho más tiempo del que se piensa”, cuenta Manuel Cánepa, el sargento de la Armada que desde diciembre del 2014 es el encargado de controlar todo lo que sucede en la isla que fue descubierta en 1525 por el navegante español Francisco de Hoces, quien debido a un temporal debió cambiar su ruta y dio con el cabo 53 años antes que el famoso corsario (pirata para los españoles) Francis Drake.

Datos del parque
  • Ubicacion: 12 horas de navegación desde Puerto Williams
    Superficie: 63.000  hectáreas
  • Cuando: Todo el año/depende del estado del mar
  • Atracción: Llegar al fin del mundo
Actividades

Cánepa, junto a su señora María Loreto Cabrera y sus hijos Javier y Esteban, de catorce y tres años respectivamente, cuenta que luego de cinco años trabajando y viviendo en Puerto Williams, tomar el relevo de Cabo de Hornos fue un anhelo conseguido. La experiencia de vida que esto le entregaría fue la clave para aceptar el desafío. “Estos meses han estado dentro de lo esperado. Aunque eso sí, no me imaginaba que fuera tanto el trabajo, pensaba que había menos. Sin embargo, ha sido realmente gratificante desde el punto de vista de lo que yo tenía considerado, que era contribuir a efectuar soberanía dentro de mi patria, pero también era coronar la estadía en la zona austral de Chile”, explica Cánepa, dentro de su casa –adosada al famoso faro del fin del mundo- mientras mira como turistas asiáticos, dominicanos y europeos firman el libro de visitas para demostrar que son parte de las casi ocho mil personas que visitan el parque año a año arriba de los cruceros y embarcaciones que entre septiembre y abril realizan el recorrido.

Lo que el parque ofrece a los visitantes, si el clima permite el desembarco en una de las zonas más complicadas para un navegante, es una caminata que se inicia con unas escaleras que suben cerca de sesenta metros desde el pequeño muelle para llegar a una isla donde la vegetación y la fauna no abundan. Aquí el atractivo principal es el hecho de pararse en una tierra que pocos conocen. Caminar por la pasarela de madera y lograr equilibrarse con el fuerte viento, el mismo que hace algunos meses destruyó la escultura que representó hasta ese entonces un albatros en vuelo para conmemorar a los marinos que murieron en la zona debido a, sí, el viento. Las ráfagas pueden alcanzar fácilmente los 200 kilómetros por hora y tienen la fuerza necesaria para partir por la mitad una obra de siete metros de altura y compuesta por diez placas de acero, que desde 1992 estaba ubicada a 50 metros sobre el nivel del mar. También está la capilla Stella Maris, construida en 1978 para que los soldados chilenos pudiesen rezar mientras acampaban en la isla esperando la inminente guerra con Argentina por los conflictos territoriales con las islas del Canal del Beagle. Ahora la pequeña capilla de madera es ahora solamente un recuerdo sobre una batalla que nunca ocurrió.

Dentro de la isla, Cánepa es la principal autoridad, pero no la única. La Conaf contrató, como lo ha venido haciendo hace algunos años, a la señora del sargento para que cumpla las labores de guardaparque. “Básicamente ella tiene que resguardar que toda la gente que viene cumpla las normas de la Conaf. En el fondo debe cuidar que no vengan con animales o especies que no son típicas de acá. Ella debe pegarse una vuelta siempre cuando llega la gente en los cruceros”, explica el alcalde de mar, cuya principal función es controlar el tráfico marítimo y controlar que nadie ingrese a la isla sin permiso: “La única manera que yo puedo autorizar que alguien pise esta isla sin permiso es que la vida de los navegantes esté en riesgo”. De los cuatro habitantes de la isla, el único que goza de libertad absoluta es el pequeño Esteban. Javier, además de preocuparse de estudiar para rendir exámenes libres a fin de año, tiene la tarea de hacerse cargo de su hermano menor. Para él, tampoco es un problema la soledad. Dice que un año no es mucho, que tiene internet y Playstation para entretenerse y que, al igual que su padre, la experiencia será mayor al sacrificio. Con esa misma madurez y cierta timidez ante tanto desconocido rondando por su casa, sólo pide la palabra para pedir un favor: “La televisión no funciona, el cable se echó a perder y no se puede ver el fútbol”.

¿Cómo llegar? La empresa de cruceros Australis www.australis.com permite desembarcar, si el clima lo permite, en el Parque Nacional Cabo de Hornos entre octubre y abril, a través de cualquiera de los viajes que se elija. Se explora detalladamente el Estrecho de Magallanes, el Canal del Beagle y Tierra del Fuego a través de glaciares y fiordos, con recorridos que se inician en Punta Arenas y Ushuaia.

Sigue el viaje en el Facebook oficial de la aventura.

Caminar por Santiago. Recorrer la Alameda entera e inmiscuirse en cada una de las calles que la cruzan. Visitar a pie las comunas de Puente Alto, Colina y Peñaflor. Terminar y darse cuenta que completaste una travesía de 70 mil hectáreas que conforman la capital de Chile.

#Parques2015 es algo así, pero 128 veces más grande. Los edificios y el cemento cambiarán por más de 9 millones de hectáreas conformadas por alerces milenarios, lagunas vírgenes, áridos desiertos, glaciares en peligro, pumas e historias desconocidas hasta ahora.

Serán cinco meses de recorrido por los 36 Parques Nacionales del país. Un viaje que contempla 12 mil kilómetros de trayecto por tierra, además de otros ocho mil kilómetros por mar y cielo.

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