El parque de Lagos

El famoso dedo índice de Ricardo Lagos recorre una de las fotos que demuestran lo imponente del Parque Nacional Corcovado. Lentamente zigzaguea por uno de los ríos, mientras describe y enumera las características naturales que tiene esta zona. Da vuelta la página y se detiene en una imagen tomada al atardecer, donde las nubes moradas y naranjas reflejadas en el agua pierden protagonismo ante una inmensa masa de roca que cae directamente al océano: “El estudio que tiene hecho Tompkins dice que con ocho o diez kilómetros de camino llegas hasta este farallón. Según él, sería mucho más alto que el de las Rocky Mountains en Estados Unidos. Imagínese, ingresar al parque y encontrarse una pared de mil metros”. El ex presidente continúa hojeando el libro –lanzado en 2014- que homenajea y cuenta la historia del parque, en cuya presentación expresó su deseo de que esta obra fuese el punto de partida para que el Corcovado pudiese empezar a caminar, o mejor dicho, que la gente, los chilenos, pudiesen caminar sobre él. Porque a diez años de su creación Lagos tiene claro que “es el parque más desconocido de Chile”.

En enero del 2005 en Villa Santa Lucía se firmó el decreto que creó el primer parque nacional del siglo XXI, que cuenta con la impresionante marca de albergar más de 80 lagos. En ese pequeño poblado inmerso en la Carretera Austral, el ex mandatario habló de los planes que se tenían para el Corcovado, de las cinco mil hectáreas que se dejaron para crear el acceso al parque y asentamientos turísticos, de lo beneficioso que, como Torres del Paine para Puerto Natales, este parque iba a ser para las localidades de la zona, del largo camino que todo lo anterior podía significar. Y así ha sido. A diez años de ese discurso los avances visibles han sido nulos: la entrada al parque simplemente no existe.

“Se está trabajando en un plan de manejo para el parque y hacerlo no es caro, aunque igual estamos hablando de unos 200 millones de pesos, entonces ahí comienzan las discusiones. A partir de eso, y una vez realizado, según lo que hablé con el ministro de Agricultura, Carlos Furche, desarrollar ese plan ya son cifras mayores, estamos hablando de unos cinco mil millones de pesos fácilmente. A ver, aclaremos: un buen plan de manejo significa que voy a usar estándares internacionales, o sea no debo usar más de un dos o tres por ciento del parque para senderos e instalaciones y el resto debe quedar impoluto. Entonces acá tenemos un primer desafío porque vas a tener que hacer senderos para vehículos, para caballos y para peatones y luego definir cuáles son los puntos de llegada de estos senderos, porque además de esos ocho kilómetros para llegar al farallón, la otra forma de entrar es bastante más al sur”, explica el ex mandatario.

¿Y esto cuánto tiempo puede tomar?

Si un Gobierno lo quiere, lo hace en cinco años o menos. Además el plan de manejo, que está a cargo de Carlos Weber (director de la Conaf en el año que se creó el Corcovado), debe estar bastante avanzado. Estoy seguro que para este tipo de cosas se pueden conseguir recursos externos y en eso estamos trabajando.

En ese mismo discurso usted le agradeció a Tompkins por la donación de las 85 mil hectáreas, en un momento en que todos criticaban y generaban teorías por la compra de tantos terrenos. ¿Qué relación tiene actualmente con él? Y qué opina de su proyecto.

Conocí a Tompkins cuando era ministro de Obras Públicas y él se puso a mi disposición porque había que continuar la Carretera Austral hasta llegar a Villa O’Higgins y también había que mejorar las condiciones de los caminos que estaban dentro de sus predios, y no puso ninguna objeción. Nunca. Luego en La Moneda trabajamos en el parque Corcovado y en otro conjunto significativo de parques. Creo que es un hombre, él y su mujer, muy bien intencionados en lo que hacen. Los chilenos a ratos somos un poco desconfiado y decimos ‘cuál será el propósito’. Él tiene un propósito de conservación altruista.

Otra de las críticas que se le hace a Tompkins es no dejar que la Carretera Austral pase por entre medio del Pumalín. Lo acusan de tener cortado Chile.

Son discusiones irrelevantes, porque yo entiendo que lo quieran hacer por adentro, y se va hacer, pero también se va hacer el camino por la costa. Es la típica discusión: como ministro de Obras Públicas tuve que hacer la carretera de la Costa y ahí la gente me pedía que el camino pasara por el pueblo, sino quién va a saber que existimos, me decían. Pero durante cuánto tiempo van a estar así: veinte, treinta años, y después van a decir, quién fue el ministro tan imbécil que colocó el camino por el medio del pueblo: sáqueme el camino que estoy lleno de camiones. Esos debates son transitorios, de muy corto plazo. Lo que está buscando Tompkins, en verdad, es una carretera de norte a sur. Aquí la Carretera Austral es de Puerto Montt a Villa O’Higgins, pero lo que él está tratando es continuar los parques nacionales y terminar en Yendegaia.

Hace un par de semanas Lagos volvió de lleno a la palestra pública al presentar junto con la Fundación Democracia y Desarrollo el sitio Tu Constitución, una plataforma digital que pretende que los ciudadanos propongan ideas para una eventual nueva carta fundamental. Dentro de los debates que abren es el de “Desarrollo económico y protección del medio ambiente”, un tema que para el ex enviado especial para el cambio climático de la ONU (a.k.a Capitán Planeta) es algo fundamental.

“Es indispensable que el tema medioambiental cruce las distintas políticas de un país. Vale decir hay temas que son transversales, entonces si el elemento medioambiental usted lo coloca en el nivel que corresponde -que es muy alto porque ese va a ser el mundo del futuro, nos van a medir por lo que nosotros hagamos- y usted dice tengo que hacer un desarrollo de la minería o en este caso del turismo o de los salmones, la pregunta que hay que hacerse es ¿está usted en condiciones de entregar una concesión para tener salmones al lado o dentro del lago Corcovado? Obviamente que no, no puede hacerse. Esa solicitud le va a llegar al ministerio de Defensa, que está al mando de la Armada, quienes analizan los temas del borde costero. Luego al tomar la medida y al ver que en un parque nacional no se puede hacer entregar aquella concesión, lo resuelvo haciéndolo veinte kilómetros a la redonda”, dice Lagos mientras levanta desde la mesa de su oficina un nuevo libro, esta vez acerca de la Carretera Austral.

Más allá de los viajes por trabajo, ¿usted va o le interesó en algún momento ir de vacaciones a parques nacionales o lugares que entreguen experiencia más outdoor?

A esta edad uno se pone muy cómodo…. La primera visita a la Carretera Austral la hice en el año 90, como ministro de Educación designado (ríe). Y claro, con mi familia lo hemos hecho muchas veces y he tenido el privilegio después como presidente. Me gusta esto, a quién no le va a gustar la naturaleza. Me acuerdo que estuve seis días como presidente en Torres del Paine con mi mujer y otras personas. Y un día iba subiendo a las Torres y viene bajando un amigo, Mark Schneider, un gringo que fue el hombre más cercano a los Kennedy, que nos ayudó mucho en los tiempos de dictadura, y se topa a boca de jarro con el presidente. Lo saludo y le pregunto qué hace aquí y me dice “estoy celebrando con mi mujer, porque cumplí sesenta años y decidí cumplirlos en Chile, en Torres del Paine”. Y ese es el tipo de cosas que Chile tiene para vender, cosas muy sofisticadas, por lo tanto, para volver al tema inicial, cómo tu preservas eso, porque ese turismo, yo diría de intereses especiales, es el que hay que desarrollar a plenitud pero hacerlo bien, desde el inicio, aunque es fácil decirlo: como ministro de Obras Públicas empecé a hacer la carretera de la Costa, de Caldera y Bahía Inglesa hacia el sur, pasando por las playas más prístinas y blancas de Chile. Al otro año llegué muy orgulloso a ver cómo iba eso y constaté que lo que había ahora era mugre y basura en las playas. Llegaban todos hacer sus picnic y algunos pensaron dejar cuartuchos hechos, indicando posesión porque era como la segunda vivienda. Aprendes entonces que junto con el camino, hay que tener proyectos más amplios, un solo camino no es suficiente.

¿Es lo que está buscando hacer con el Corcovado?

Claro, ojalá en algunos años pueda recorrer con mis nietos ese dos por ciento del parque para poder ver toda la belleza del Corcovado, porque en eso consiste la gracia: los grandes parques del mundo, con el dos por ciento del total que uno ocupa, a pesar que eso implica destruir con los cuidados adecuados, logran mostrar su belleza en plenitud.

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