En 2005 ocurrió la peor catástrofe en tiempos de paz para el Ejército de Chile. Una negligencia les costó la vida a 45 personas mientras se realizaba una caminata instructiva entre los refugios Los Barros y La Cortina en la zona cordillerana de la Octava Región. Una tormenta de viento blanco, la escasa indumentaria para marchar con menos de diez grados bajo cero y la indecisión de los altos mandos gatillaron que 44 jóvenes que comenzaban el Servicio Militar y un sargento terminaran enterrados y congelados a los pies del Volcán Antuco. Tras un largo proceso judicial los responsables fueron condenados y las familias de los fallecidos y sobrevivientes recibieron una indemnización. Todo esto ocurrió dentro del Parque Nacional Laguna del Laja, que diez años después intenta quitarse el velo sin olvidar a los caídos.
Lo que en invierno es un enorme manto blanco que permite disfrutar el centro de ski ubicado al interior del parque, en verano se transforma en una de las postales más originales y diversas de Chile. Son tres los hitos principales que conviven en las cerca de doce mil hectáreas que se emplazan a 90 kilómetros desde Los Ángeles hacia la cordillera. Está el verde esmeralda de la Laguna del Laja, que le debe su existencia a un tapón de lava expulsado por el imponente, negro y agudo Volcán Antuco, que a su vez está respaldado por los 3585 metros del Sierra Velluda y sus glaciares. Todo acompañado de violentos saltos de agua, bosques de araucarias y cipreses y enormes formaciones rocosas que sirven de hogar para los cóndores y águilas.
Para disfrutar de las principales atracciones del parque, al menos, se necesitan tres días. Empezar con la ascensión del Antuco puede ser un gran inicio. La caminata comienza desde los andariveles del centro de ski, que luego de una hora de subida desaparecen para comenzar a atacar el macizo que parece más benevolente de lo que verdaderamente es. Hay que tener paciencia para dar dos pasos y retroceder uno y medio durante gran parte de las tres horas que puede tomar llegar a la cumbre. La piedra volcánica suelta y sus esquirlas son el principal obstáculo junto a algunas rocas que requieren un mínimo de destreza para escalarlas. Los senderos no están marcados y la cumbre es la única guía en esta travesía. Cuando el sol comienza a caer, el viento que en un principio servía para evitar el agotamiento por los casi 30 grados, se convierte en un nuevo escollo. Sin embargo, el esfuerzo y las heridas que te cobra el volcán se pagan al instalarse en la cumbre, mirar las fumarolas que salen del cráter y girar en 360 grados para disfrutar de una de las mejores vistas que puede entregar el territorio nacional: volcanes nevados, valles infinitos y la serpenteante laguna rodeada de cerros de todos los colores.
Uno de los picos que se ve desde la cumbre del Antuco es el Sierra Velluda. Llegar hasta su base es otra de las actividades recomendadas para la temporada de verano, en invierno el acceso a este sendero queda restringido a excursiones con equipos técnicos. En alrededor de tres horas de caminata entre bosques de cipreses y otras especies características de la zona se llega al objetivo. Desde ahí la vista del cerro es imponente y el visitante puede ingresar en singulares cavernas de hielo que se han ido formando por el desgaste fluvial. Para los deportistas más experimentados el ascenso a este cerro es un lujo. Esta excursión requiere de dos días, uno para llegar al Campamento Alto y otro para atacar la cumbre, donde las cuerdas de seguridad, crampones, piolets y arneses son obligatorios. Para el resto de la jornada existen senderos de corta duración (una hora como máximo) donde se pueden apreciar los saltos Torbellino y las Chilcas, quienes dan nacimiento al Río Laja.
Para el último día la alternativa es disfrutar y relajarse. Pasado un kilómetro del centro de ski (se puede llegar en vehículos no necesariamente 4x4) está el acceso a la laguna. Incluso si se va un domingo se pueden encontrar lugares para estar solo. Sentirse perdido y nadar en aguas rodeadas de lava enfriada y contenida por cadenas de cerros. La pesca, el kayak y navegar en embarcaciones motorizadas son otras de las alternativas que entrega el lugar del parque que más recuerda a los conscriptos que fallecieron hace una década. Las placas conmemorativas y el memorial instalado en 2011 a pasos de la laguna hacen que la mente transforme todo el colorido de la zona en blanco. Es difícil no imaginar a los jóvenes de 18 y 19 años caminando obligados en condiciones tan adversas, cayendo para no volver a levantarse. También es casi imposible pensar en un lugar más perfecto que ese para ser recordado.
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Caminar por Santiago. Recorrer la Alameda entera e inmiscuirse en cada una de las calles que la cruzan. Visitar a pie las comunas de Puente Alto, Colina y Peñaflor. Terminar y darse cuenta que completaste una travesía de 70 mil hectáreas que conforman la capital de Chile.
#Parques2015 es algo así, pero 128 veces más grande. Los edificios y el cemento cambiarán por más de 9 millones de hectáreas conformadas por alerces milenarios, lagunas vírgenes, áridos desiertos, glaciares en peligro, pumas e historias desconocidas hasta ahora.
Serán cinco meses de recorrido por los 36 Parques Nacionales del país. Un viaje que contempla 12 mil kilómetros de trayecto por tierra, además de otros ocho mil kilómetros por mar y cielo.
