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Miguel Curiel, el "patiperro" peruano que fue dirigido por Gareca y que hoy brilla en Santiago Morning

Ha estado en 14 clubes en su carrera e incluso en una de las instituciones, los hinchas le colgaron carteles para que se fuera. Hoy vive su momento más feliz.

06 de Abril de 2019 | 13:00 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Curiel se acostumbra a celebrar en el Morning.

Sitio oficial Santiago Morning
Santiago Morning, una de las instituciones con más tradición del fútbol chileno, lleva siete temporadas deambulando sin pena ni gloria por la Primera B. Ni la verborrea de Hernán "Clavito" Godoy ni los planes del histórico dirigente Miguel Nasur han sido suficientes para ascender. Esta campaña hay esperanza de lograrlo. Y ese sueño, en buena medida, es alimentado por los goles de Miguel Curiel.

El peruano, imponente en el área con su metro noventa, llegó a principios de año a La Pintana y en poco tiempo ha hecho pesar sus galones. Es el goleador del elenco microbusero con 4 tantos y está a solo uno de Marcos Sebastián Pol (Deportes Valdivia) en la tabla de máximos artilleros del torneo.



La llamada desde Chile llegó en el momento justo. Tras su salida de Unión Comercio en su país se quedó sin club. "Me llegaron ofertas de la Serie B de Italia y del Celaya de México, pero una vez estando aquí. Ya había firmado y tenía un compromiso con el Morning", le cuenta el ariete a Emol.

El oriundo de Lima forma parte de la exigua legión incaica en la liga chilena. El nacionalizado Gabriel Costa (Colo Colo), Josepmir Ballón (U de Conce), Piero Vivanco (Huachipato) y Héctor Vega (Valdivia), nacido en el país del norte, son los otros.

Antes de llegar a este rincón del mundo, Curiel pasó por 14 equipos distintos. Debutó en 2005 con la camiseta de Sport Boys y en 2008 se fue a Universitario. En el cuadro crema, uno de los más grandes de Perú, se proclamó campeón bajo el mando de Ricardo Gareca. Si bien tuvo escasa participación, trató de absorber todo lo que le decía el actual entrenador de la selección del Rímac.

"Él tenía una fortaleza como jugador que era el juego aéreo, entonces nos daba algunos consejos sobre cómo cabecear mejor, cómo posicionarse. Nos quedábamos después del entrenamiento a practicar con él", recuerda.

De Alianza a Alemania

El mismo 2008 partió a Alianza Atlético y dos años después, entremedio volvió al Sport Boys, se puso la camiseta del otro grande de la capital: Alianza Lima. Era su segunda gran oportunidad. Fue goleador del Torneo de Reservas con el cuadro aliancista, pero nunca se pudo afirmar en el primer equipo y se terminó yendo por la puerta de atrás.

Luego de su salida del "Rodillo Negro", en 2013, le llegó la oportunidad de ir a Alemania. El SSV Jahn Regensburg, de la Bundesliga 2, lo quería. De su breve paso por Europa, recuerda un gol que convirtió bajo la nieve durante la pretemporada. "No me pude quedar por los cupos de extranjeros", dice.

A partir de ese punto, la carrera de Curiel se convierte en un sinuoso recorrido por el ascenso o por equipos que luchaban por la sobrevivencia en la Primera peruana, un verdadero "patiperro". También anduvo en el modesto Ferroviária de Brasil.



Estaba seis meses en un lugar, o un año como mucho, y otra vez empezaban los cambios.

Uno de sus momentos más difíciles llegó en 2016. Se fue al Águila de El Salvador y su rendimiento no estuvo a la altura de lo esperado. Los hinchas, con ironía, hicieron circular un cartel con su foto que decía: "¡Se Busca! Vino a jugar y no se le ha visto". Su entrenador, Juan Ramón Sánchez, también lo repasó en público. "No lo voy a esperar", declaró.

A Curiel no le gusta pensar en lo que pudo haber sido. Está feliz en Santiago Morning. Habla maravillas de sus compañeros y tiene claro que el objetivo es volver a la A. Aunque a él, además, lo mueve un deseo propio.

"Todos los jugadores sueñan con vestir la camiseta de su selección. En mi caso, es el pendiente que siempre he tenido. Me falta jugar con Perú. Sé que todo llega de la mano. Si tienes un buen momento, hay muchas posibilidades de que las cosas se puedan dar. Yo me centro en hacer bien mi trabajo", afirma con seguridad.

A sus 31 años, le llegó el momento más dulce de su carrera.

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