EMOLTV

No tenía zapatos y trabajó en una granja: La dura historia de Sadio Mané, estrella del Liverpool y mejor africano del año

Pese a que ahora lo tiene todo, no le gustan los lujos. "Prefiero que los míos reciban un poco de lo que la vida me ha dado", afirmó.

08 de Enero de 2020 | 20:00 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
imagen

Mané posa con su premio.

AFP
"¿Vas a jugar con esos zapatos?, ¿Cómo puedes hacerlo?". El entrenador no le sacaba los ojos a esos botines viejos y ajados. El chico, con toda la dignidad que le cabía, le respondió que había venido con lo mejor que tenía. Era su primera vez en Dakar, la capital de Senegal, y esa prueba masiva en la Generation Foot Academy era su gran apuesta. Poco importaban las palabras de ese hombre desconocido, él venía a demostrar lo que podía hacer con la pelota. Saltó la cancha y anotaron su nombre en una ficha: Sadio Mané.

La vida le ha cambiado bastante al africano. Hoy brilla en el Liverpool y acaba de ser escogido como el jugador africano del año, por sobre Mohamed Salah y Riyad Mahrez. Su cuenta bancaria registra varios millones de euros, pero el que hoy lo tiene todo, no olvida dónde partió.

"Para qué querría diez Ferraris, veinte relojes de diamantes o dos aviones? ¿Qué harán esas cosas por mí y por el mundo? No necesito autos de lujo, casas de lujo, viajes ni mucho menos aviones. Prefiero que los míos reciban un poco de lo que la vida me ha dado", dijo recientemente.

Los padres de Mané no tenían para darle de comer y lo mandaron a vivir con un tío. Ir al colegio era un lujo que no podía permitirse y desde muy niño trabajó en el campo.

En cada rato libre se le veía descalzo corriendo tras una pelota, levantando partículas de tierra con sus carreras y armando arcos con piedras. Cuando supo de la prueba en Dakar, toda su aldea le ayudó para poder costear el viaje. Ahora él les devuelve la mano. Entregó 300 mil euros para levantar una escuela, planea construir un hospital y entrega mensualmente 70 euros a cada una de las familias de su barrio "para ayudar" con la economía familiar.

En esa prueba, dejó boquiabierto al técnico que dudo al ver sus ruinosos zapatos. En dos temporadas en dicha academia, anotó la increíble cantidad de 131 goles. Poco a poco su nombre se hacía conocido. Un día, un grupo de scouts franceses recorrían África buscando a los talentos que nutren su liga. Les hablaron de Mané, un joven de velocidad eléctrica y gambeta endiablada.

Le ofrecieron que se fuera a probar al Metz. La ilusión lo impulsaba, pero su familia lo frenaba. Ya habían puesto muchos reparos para dejarlo ir a Dakar. Decidió que tenía que irse a escondidas. "Recuerdo el primer día que llegué allí, a Francia. Se suponía que debía entrenar, pero el entrenador me dijo 'quédate en casa' y no tenía ningún crédito en mi tarjeta telefónica para llamar a mi madre. Al día siguiente fui con algunos de mis amigos que ya estaban en Metz a comprar algunas tarjetas. La llamé y le dije: Hola mamá, estoy en Francia", contó.

La mujer no le creía y él le dijo que un día fuera a verlo por televisión. Viendo esas imágenes que llegaban por satélite desde un lugar muy lejano, ella entendió que el sueño de su hijo se había hecho realidad.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?