Pinceladas explosivas y coloridas en direcciones contrapuestas dan vida a los paisajes nostálgicos y evocadores de "Marea Alta". En un tributo a la tradición pictórica, Andrés Manríquez deambula en un espacio de recuerdos de la niñez y de lugares entrañables y plagados de afectos.
"Me nutro de los lugares donde he vivido. Antes fue la ciudad, ahora son espacios que he vuelto a retomar como un ejercicio de documentación y recuperación del paisaje perdido. Aguas y cielos son temas recurrentes en este trabajo, que me permiten reflexionar acerca de la pintura en su propio entorno, la que queda suspendida entre el tiempo y el transcurso de las cosas y las ideas", señala Manríquez.
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