El gobierno de Trump afirma que busca evitar el flujo de dinero al gobierno comunista de Cuba, para forzarlo a dejar de apoyar a Nicolás Maduro en Venezuela. Cuba, por su parte, dice que Trump quiere reducir la exposición de los estadounidenses a su país, ya que los que viajan ahí regresarían con una posición contraria al embargo que desde hace 60 años los Estados Unidos mantienen sobre la isla.
Algunas grandes aerolíneas, incluyendo American, JetBlue y Delta, mantienen un calendario completo de vuelos relativamente baratos a La Habana y otras ciudades cubanas. La mayoría embarca desde Miami y Fort Lauderdale, pero también hay vuelos diarios desde otras ciudades estadounidenses.
Por el lado cubano, los visitantes estadounidenses son bienvenidos como visitantes, y el país intenta facilitar su entrada. Las visas de turista están disponibles para compra inmediata con un ticket de avión o de forma separada al hacer check-in para un vuelo con destino a Cuba. El costo es de unos 50 dólares por visa. Cuba se mantiene como uno de los países más seguros del hemisferio occidental para los viajeros, ya que los delitos contra turistas son virtualmente desconocidos y hasta los robos más simples son inusuales.
La ley estadounidense prohíbe a sus ciudadanos viajar a Cuba, excepto por 11 propósitos específicos: visitas familiares; asuntos de gobierno; actividad periodística; investigación profesional y reuniones; actividades educacionales; actividades religiosas; exhibiciones y presentaciones públicas; apoyo para la gente de Cuba; proyectos humanitarios; actividades de fundaciones privadas; y para importar o exportar.
Los viajeros deben seleccionar una de esas categorías, desde un menú que aparece al momento de comprar su ticket aéreo.
Antes de los cambios introducidos por Trump, muchos estadounidenses viajaban en grupo con el interés de estar en contacto directo con ciudadanos comunes cubanos. Esa categoría, que tenía requerimientos relativamente fáciles de completar para un viaje normal, ahora ha sido eliminada.
Quienes apoyan los cambios de Trump, como el senador por Florida Marco Rubio, dicen que los estadounidenses ahora deben viajar bajo la categoría de apoyo a la gente de Cuba.
Estados Unidos define esta alternativa como apoyo a actividades de organizaciones de derechos humanos, grupos que promueven la democracia y "actividades independientes con la intención de reforzar la sociedad civil en Cuba".
Hay docenas, o incluso cientos, de actividades que pueden identificarse como que cumplen con esa definición. Las compañías de viaje cubanas esta semana ya comenzaron a reempaquetar sus tours para hacer que cumplan con el objetivo de "apoyar a la gente de Cuba", promoviendo actividades como giras culinarias, enrollar cigarros y buceo.
La legalidad del viaje de ciudadanos de EE.UU. a Cuba ha funcionado bajo un sistema de confianza por años. Durante la presidencia de Barack Obama, prácticamente no existió vigilancia, y tampoco se han reportado casos de revisión de itinerarios de viajeros desde que Donald Trump asumió la presidencia.
Esto último podría cambiar en cualquier momento. Las reglas que pone Estados Unidos requieren que quienes vayan a Cuba lleven un registro de su viaje, como un itinerario de sus actividades diarias, por ejemplo, por al menos cinco días.
Otra complicación es que los estadounidenses deben evitar hacer transacciones con una lista de entidades controladas por servicios militares, de inteligencia o seguridad de Cuba. Sin embargo, la supervisión de esta lista se hace prácticamente imposible en algunos casos.