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Overoles blancos en liceos: La semana de episodios violentos que marcó a la comuna de Santiago

Aunque aparecieron asociados a desmanes en establecimientos educacionales en 2017, el modus operandi se ha propagado en la comuna de Santiago en los últimos meses. Se trataría de diferentes personas que utilizan la prenda como simbología.

07 de Septiembre de 2018 | 18:04 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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Cámaras captaron a quienes rociaron con bencina a docentes del Instituto Nacional

El Mercurio
SANTIAGO.- El hecho más reciente ocurrió este miércoles, cuando Carabineros detuvo a dos estudiantes del Liceo de Aplicación, quienes formaban parte de un grupo que roció bencina en la calle y lanzó bombas molotov a las autoridades policiales. Uno de ellos llevaba el artefacto incendiario en su mano, y el otro vestía un overol blanco.

Pero aunque se trata del último episodio, está lejos de ser el único: de acuerdo a cifras policiales, durante el 2018 se han realizado cerca de 160 intervenciones en colegios de la comuna de Santiago, donde se detectaron unas 500 bombas molotov y se detuvo a 96 alumnos.

Por eso es que al día siguiente de los incidentes, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, anunció que el Gobierno presentará una iniciativa que faculta a los directores a adoptar medidas como la expulsión inmediata o la cancelación de matrícula ante hechos de esta índole.

"Hoy día nos encontramos con testimonios de profesores que han sido agredidos y que tienen que convivir al interior de su sala de clases con el alumnos agresor durante 25 o 30 días", afirmó la ministra. "No nos parece normal que si un profesor atacado por un estudiante con overol blanco, ese estudiante después se cambie el overol por el uniforme y tenga que tenerlo dentro de la sala de clases".

Y es que la prenda de vestir se ha convertido en un símbolo que representa un entramado que la policía todavía busca desentrañar.

Las apariciones del overol


La primera vez que los overoles blancos aparecieron ligados a un hecho delictual fue lejos de los estudiantes, en 2014, cuando un grupo de cinco personas arremetió con bombas molotov contra un cuartel de la PDI en la comuna de Providencia, dejando tras de sí un auto en llamas.

Más tarde, en 2017, volvieron a aparecer en un incidente grave de desmanes en el centro de Santiago, en las afuerad de la iglesia de la Gratitud Nacional, en avenida Cumming. En esa oportunidad, dos personas que vestían la misma prenda lanzaron los artefactos incendiarios, lo que quedó registrado en cámaras de seguridad. A pocos metros del incidente estaba el Liceo de Aplicación.

Usando el mismo uniforme, otro grupo intentó incendiar un bus del Transantiago en el mismo lugar. Pero la alarma creció a fines de junio, cuando un grupo de sujetos utilizando overoles blancos entraron al liceo emblemático, hicieron destrozos y dejaron panfletos con amenazas dirigidas al rector, Humberto Garrido: "Has firmado tu sentencia con tus actos, nuestro puñal apunta a ti y a todos los cómplices".

En el momento, el docente llevaba dos semanas en el cargo, tiempo en el cual aplicó el manual de convivencia y puso a 44 alumnos con riesgo de expulsión por participar de forma recurrente en tomas y "corta calles", una manera de manifestación que consiste en quemar objetos en la vía pública para impedir el tránsito.

"¿Por qué pasó lo de hoy en el Aplicación? Porque hace dos semanas asumió un nuevo rector que está dispuesto a enfrentar la violencia y ordenar la casa", planteó el alcalde de la comuna, Felipe Alessandri, ese día. "Lo de hoy es un intento de amedrentarlo, pero no lo lograrán, sancionaremos y seguiremos trabajando por quienes sí quieren estudiar", añadió.

Ha sido una de sus múltiples declaraciones en torno al conflicto que se toma la agenda de la comuna, siempre en la línea de buscar sanciones ante los hechos. "A mí no me va a temblar la mano, pero requiero un sostén jurídico que me permita decretar la expulsión para reubicar a esos alumnos en otros establecimientos", dijo esta semana, pidiendo normativas más estrictas al respecto.

Este viernes, la Municipalidad de Santiago confirmó la expulsión de seis alumnos del establecimiento por los incidentes ocurridos en junio.

Misma prenda, distintos atacantes


Lo que ha sucedido en el Liceo de Aplicación pasó también en liceo Barros Borgoño a mediados de agosto, y a principios de septiembre en el Instituto Nacional, donde un grupo de encapuchados ataviados con la misma ropa ingresaron al establecimiento y rociaron con combustible a docentes, a la inspectora general y al rector. El jefe comunal calificó el hecho, que fue condenado por el mismo centro de alumnos del Instituto Nacional, como "terrorista".

Para personal de Carabineros, entender el actuar de estas bandas ha sido difícil, porque han constatado que no existen orgánicas definidas. "No son las mismas personas que atacan en las manifestaciones; solo ocupan la misma vestimenta, una variación de la capucha, como una simbología de resistencia", señalaron fuentes policiales a El Mercurio.

"Lo que ocurre en la escuela es el reflejo de lo que va ocurriendo en nuestra sociedad. Tenemos que buscar una forma de abordarlo que no sea a través de marginar a las personas que enfrentan dificultades, sino de apoyarlas"

Yasna Provoste
Los diferencian de los antiguos encapuchados un actuar más violento, el uso específico de las bombas molotov y que ya no apuntan a la policía o a un sistema, como el capitalista, sino directamente hacia personas o instituciones.

El overol, una prenda utilizada en series de ficción populares en los jóvenes como "La casa de papel" para cometer delitos de manera anónima, resultaría cómodo para los perpetradores por ser fácil de guardar. A menudo, como ha constatado la policía, los queman en las instalaciones del liceo después de usarlos.

Se trata, a juicio de la senadora y ex ministra de Educación Yasna Provoste, de un nivel de violencia que se debe enfrentar de manera conciliadora. "Si alguien cree que el problema se resuelve con la expulsión... la verdad es que lo que nos preocupa son los cientos de miles de estudiantes que se van de los colegios y que nunca logran resinsertarse en otros", plantea en conversación con Emol.

Tiene que ver también, para ella, con un proceso de agudización de la agresividad que no se circunscribe únicamente a los liceos emblemáticos, ni siquiera exclusivamente a la educación. "Lo que ocurre en la escuela es el reflejo de lo que va ocurriendo en nuestra sociedad. Tenemos que buscar una forma de abordarlo que no sea a través de marginar a las personas que enfrentan dificultades, sino de apoyarlas", concluye.
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