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Columna de Astronomía | La tenue huella de una víctima del agujero negro de la Vía Láctea

G2 es una nube de material que alcanza enormes velocidades al caer hacia el agujero negro, pero que no deja evidencia suficiente de tamaña travesía.

23 de Noviembre de 2016 | 09:25 | Por Jorge Cuadra
Por Jorge CuadraAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile

Doctor en astronomía de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich (Alemania). Fue investigador postdoctoral de la Universidad de Colorado (EE.UU.), del Observatorio de Shanghai (China) y del Instituto Max Planck de Astrofísica (Alemania). Actualmente es Profesor Asociado del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Jefe del Max-Planck Partner Group sobre el Centro Galáctico en esa universidad, Investigador Asociado del Núcleo Milenio de Discos Protoplanetarios, y miembro del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).

Justo al centro de nuestra galaxia, y rodeado de estrellas, se encuentra Sgr A*, el agujero negro súper-masivo más cercano a nosotros. A diferencia de los que están en otras galaxias, Sgr A* no muestra gran luminosidad y no parece estar consumiendo mucho gas. Por este motivo hubo un gran interés cuando, en el año 2011, se descubrió que una nube de gas iba cayendo casi directo hacia él.

El descubrimiento se hizo a partir de imágenes tomadas en el observatorio VLT (Very Large Telescope), en el norte de Chile, durante casi diez años. Al comparar las imágenes de un año a otro, se ve un objeto acelerando hasta sobrepasar los 2.000 km/s. Aunque grande, ese rango de velocidades son también alcanzadas por varias de las estrellas en la zona. Lo especial de este objeto, llamado G2, es que se estira a medida que se acerca al agujero negro. Esto nos indica que es algo extendido, como una nube, y no compacto, como las estrellas. ¿De dónde salió esta nube? En el Max-Planck Partner Group de la Universidad Católica, en colaboración con el equipo alemán que lidera las observaciones, estamos estudiando si es posible que se haya formado a partir de la masa perdida de estrellas binarias existentes en esa zona.

El interés en la nube G2 no es sólo anecdótico. Las observaciones de Sgr A* a lo largo de los años nos muestran que su luminosidad –producida por acreción de gas– es casi constante. Es cierto que se observan flares o "llamaradas", probablemente provocadas por "tormentas" del campo magnético, pero éstas duran sólo un par de horas volviendo rápidamente al estado original. Por otro lado, se esperaría que al aproximarse la nube del agujero negro se produzca un aumento significativo y persistente de la luminosidad. Habría dos razones para esto: por un lado la nube choca violentamente con el gas alrededor del agujero, lo que haría subir su temperatura y, por ende, brillar, y por otro lado aumenta la cantidad de gas disponible para alimentar al agujero negro. Nuevamente más brillo.

Como era de esperarse, la hemos visto seguir acelerando y estirándose por la tremenda fuerza de gravedad del agujero negro

Jorge Cuadra
Por lo anterior, hemos usado todos los telescopios disponibles para seguir a G2. Como era de esperarse, la hemos visto seguir acelerando y estirándose por la tremenda fuerza de gravedad del agujero negro. Incluso, durante el año 2014, vimos que parte de la nube llegó a su máxima cercanía al agujero y empezó a devolverse. Sin embargo, no hemos observado ningún gran aumento de la luminosidad. A lo sumo, ha habido un aumento de la frecuencia de las llamaradas. Algo que aún no entendemos bien.

Hay que reconocer que esta poca actividad ha sido un poco decepcionante, pero hay varias posibilidades para entenderla. Quizás la nube no sea un objeto aislado, sino que es material ligado a una estrella débil que se encuentra en la zona y cuya luz no podemos detectar. La gravedad de la estrella evitaría que la nube se extienda demasiado, produciendo un choque menos dramático (brillante) con el gas circundante. También un campo magnético intenso dentro de la nube podría tener un efecto similar. Otra opción es que el gas alrededor de Sgr A* sea muy tenue, evitando un choque violento.

Seguiremos observando con atención el centro galáctico. Durante los próximos años, cuando G2 esté más lejos del agujero negro, esperamos distinguir mejor cuál fue el resultado de este encuentro, lo que nos permitirá deducir no sólo la naturaleza de G2, sino también las propiedades del gas alrededor de Sgr A*. Además, aún esperamos detectar al material perdido por la nube caer lentamente hacia el agujero negro y que éste finalmente aumente su luminosidad, brindándonos una muestra hasta ahora inédita de cómo funcionan estos enigmáticos objetos.

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