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"Me gusta romper esquemas"

Serio y ordenado, Mauricio Hofmann ha aprendido a moverse en las turbulentas aguas del periodismo. Próximo a tener compañera en la lectura de noticias, hace un balance de su intensa vida.

08 de Marzo de 2005 | 11:13 |
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Definitivamente no es muy distinto a como se ve en la pantalla. La imagen de seriedad y calma que transmite lo trasunta y precede. Se ve relajado y compuesto incluso después de pasar una hora al frente del micrófono en radio Duna, hacer clases en la Universidad Adolfo Ibáñez y participar de largas reuniones en el canal previas a conducir “Teletrece”.

Para ser una persona que vive intensamente el periodismo, Mauricio Hofmann Núñez logra transmitir control. Su jornada no es tan caótica ni sacrificada como parece ya que, asegura, con los años aprendió a “dosificar” y disfruta todo lo que hace.

-O sea, ¿el tono que usas en el noticiero no es impostado?
“No soy una persona que ande tensionado ni afiebrado por la pega. No soy un obseso del trabajo”.

A primera vista se descubre que es una persona quitada de bulla. No lo niega y al contrario, dice que eso le permite ver las cosas con cierta filosofía. “Aprendí hace mucho tiempo que cada cosa tiene su momento y cuando siento que me pilla un poco la máquina, paro y digo “orden”. En mi caso no es que cada día tenga su afán, sino que cada minuto”.

Claramente, por personalidad, exponerse en televisión no estaba dentro de sus planes, pero tampoco tuvo tiempo para cuestionarse el tema. Al Mega se fue como editor económico, “una lata para muchos”, y de la noche a la mañana se vio sentado en el estudio leyendo las noticias en forma estable todos los viernes. “Fue intempestivo, de repente estaba ahí”, comenta.

-¿Estás más sobreexpuesto de lo que quisieras?
“Sí, aunque mi exposición es bien poco de estrella”.

-¿Te ha traído consecuencias?
“Más que consecuencias, que tiene una connotación negativa, son efectos. No he pagado costos, pero preferiría que nadie me reconociera. Soy desordenado en cosas cotidianas como la ropa; los fines de semana no me afeito y me gustaría que nadie me juzgara por andar así”.

Por minutos Hofmann logra desconcertar. Como cuando se le pregunta si peca de la mentada deformación profesional y mira la realidad siempre con ojos de periodista. Por respuesta termina recitando una de las últimas canciones de Joan Manuel Serrat (“La bella y el metro”) sobre que en el metro el dentista va mirando la boca de los otros y el sombrerero, las cabezas.

Bromea sobre la actitud de seriedad que transmite y da a entender que, por suerte, en la radio no se le ve la cara porque a veces toma posiciones muy apasionadas.

“Me gusta romper esquemas”, declara, pero aunque intente desvirtuarlo, a sus 43 años es sinónimo de racionalidad, orden y planificación.

-En algún momento te definiste como una persona pesimista.
“Algunos pueden entender que es pesimista ponerse en el peor escenario, pero yo lo veo de otra forma. Cuando va a partir un programa yo me pongo en el lugar de que vamos a perder, de que nos van a ganar todos, pero para mí eso es ser optimista. Lo hago deliberadamente y lo aplico en todo”.

-¿Tienes algo de “Alaraco”?
“No, para nada, porque no soy hipocondríaco ni estoy pensando que me van a pasar todas las desgracias. No tengo ningún miedo y es tranquilizador pensar que puede pasar lo peor de lo peor y no sucede”.

-¿Pasaste la crisis de los 40? ¿Cómo estás?
“Estoy cada vez mejor, no tengo ningún rollo con la edad. No le tengo miedo, incluso, frente a la etapa pasiva. Miro con confianza lo que estoy haciendo; construir mi futuro y mirando para adelante”.

-¿Tienes alguna pretensión?
“Uno siempre tiene. La televisión me hizo tener más conciencia sobre algunas cosas. La piel se me reseca demasiado con el maquillaje y tengo que ponerme cremas. No es pretensión, el dermatólogo me dijo que la piel se me estaba destruyendo, literalmente descamando”.

-¿Alguien te asesora? ¿Eres dócil?
“En el canal hay una persona que este año nos ha vinculado con algunos cuidados médicos y se ha preocupado de gestionar la producción de ropa. Ahora, soy variable, al comienzo lo acepto hasta que me empiezo a apestar”.

-Tu nuevo look fue muy comentado.
“Fue algo casual. Se combinó que me corté el pelo muy cortito y que llegué de vacaciones con una barbita. Eso lo convirtió en tema. Fue simpático y divertido, pero la verdad es que quería levantarme, meterme a la ducha y no peinarme”.

-¿Te asusta envejecer?
“No por el lado de la imagen, no he cambiado de contextura y las entradas (del pelo) han sido lentas (ríe). Mi principal cuento va por el lado de la salud, por el hecho de que ya no puedo comer cualquier cosa, que en la noche tengo que comer liviano. Que eso cada vez vaya a ser peor me complica. Me gusta tomarme mis copas de vino, comer bien y de repente, me tengo que limitar.
“Sobre mi bienestar en la vejez, estoy trabajando para eso y mientras no me fallen mis planes, no hay tema. Espero tener mi casa pagada y mis hijas educadas”.

-¿Mauricio Hofmann piensa jubilarse a los 65?
“La verdad es que me gustaría antes, pero para seguir activo. Desde hace algunos años ya no soy empleado, tengo contratos por dos años y eso me hizo cambiar mi mentalidad y estar siempre pensando en proyectos”.

-¿No estarías jugando golf?
“No; uno, porque no juego, y dos, porque me interesa tener mi mente activa, ya sea escribiendo un libro o regresando al sur y trabajando desde allá usando la tecnología”.

-¿Te vas a retirar al campo? Más bien pareces un tipo urbano.
“Soy urbano, aun en provincia siempre me gustó la ciudad. Más que cuidando vacas, me imagino en una terraza mirando a un lago”.

-¿Escuchando qué música y leyendo qué libros?
“Leyendo todos los libros que no he podido leer porque los he relegado por otros de contingencia. Serían especialmente de historia, porque creo que hay que volver al pasado para desentrañar cosas. En música, de todo. La clásica, el pop inglés, la canción con contenido y el jazz, que me encanta”.

-¿Tienes un grupo de futbolito?
“Nunca he sido futbolero. Sigo los partidos importantes de la selección, pero no hago asados con mis amigos. Con ellos salgo a comer o me converso unos tragos”.

-¡Te dan autorización para los “happy hours”!
“Sí, a veces tengo que pagar ciertas cuentas (se sonríe)... La verdad es que por mi trabajo no tengo posibilidades de tener un happy hour real... a la hora que se hacen”.

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