Los centros de medicina reproductiva tienen cada vez más trabajo. No es que haya aumentado la infertilidad, pero las parejas hoy se atreven más a consultar o, simplemente, muchas se casan bordeando los 30, se dan un lapso de "pololeo" y luego, cuando desean tener hijos, llegan con el temor de que "se les va el tren".
Pero no hay que entrar en pánico. La edad es un factor que influye en las curvas de fertilidad (sobre todo de la mujer), pero no es tan marcado a los 30 años. "Eso es un mito que hay que borrar. La caída más brusca es después de los 35 y, particularmente, después de los 38", afirma el jefe de la Unidad de Reproducción Humana del Hospital Clínico de la Universidad Católica, doctor Alejandro Manzur.
"Si las probabilidades de embarazo de una pareja sana -por mes de exposición sin cuidarse con ningún método- son entre 25 y 30%, al superar los 35 años eso puede bajar al 20 o 15% y después de los 40, al 5%".
Entonces, "una persona que se casa a los 38 años quizás no deba esperar un año para embarazarse espontáneamente, sino 6 meses. Pero una mujer de 32 años puede aguardar tranquila un año, salvo que exista un factor evidente de posibles problemas para concebir. Estos casos son la minoría".
En las parejas con una infertilidad real y que acceden a técnicas específicas de reproducción asistida las cifras cambian: "Con inseminación intrauterina, la tasa de embarazo de las mujeres menores de 35 años bordea el 16%, mientras que sobre esa edad decae al 8%".
Factor nervios
El gineco-obstetra reconoce que el poder de la mente juega malas pasadas y que hay parejas que tras olvidarse momentáneamente del asunto, logran embarazarse. Tal fue el epílogo de Mario Muñoz y su esposa: luego de casi 4 años de tratamiento, lo suspendieron en diciembre pasado, se fueron de vacaciones y ella volvió embarazada.
"Las gónadas están íntimamente relacionadas con el sistema nervioso. Se ha visto que las mujeres en período de estrés, como las guerras, incluso dejan de ovular. Y se sabe que el factor nervioso puede afectar la calidad de las muestras de espermio".
Sin embargo, si bien la ansiedad puede ser un agravante más en la infertilidad de la pareja, no se puede caer en la simplicidad de decir "ella no se embaraza porque está muy nerviosa".
La sicóloga Rosario Domínguez estima que esto se ha vuelto una creencia generalizada que a las parejas les afecta mucho oír una y otra vez. Y aclara: "Al estar en tratamiento por algún tiempo ciertos aspectos del sistema reproductivo se han ido corrigiendo y eso puede dar frutos cuando se está más relajado. Pero hay muchos pacientes que se dejan de tratar y nunca se embarazan".
