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La fuerza del que va contra la corriente

El director ejecutivo de la Fundación Credho rechaza la visión de quienes quieren “satanizar” el mundo de la droga. Entre los responsables de este drama acusa a los “papás Redbank".

05 de Julio de 2005 | 09:19 |
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A la psicología llegó un poco por accidente y, aunque siempre estuvo ligado al tema de las personas y a la parroquia, se fue a Estados Unidos en 1975 a estudiar Ciencias Políticas. Por una u otra razón, lentamente enganchó con el tema y se cambió a psicología.

Su camino se estaba forjando en el país del norte, pero, repentinamente, en 1983, su padre, el escultor Juan Egenau, enfermó gravemente de cáncer y Paulo decidió volver. Debió convalidar estudios en la Universidad Católica, cuatro años más y nuevas tesis. “Fueron once años ininterrumpidos. Fue tremendo”, confidencia.

No se arrepiente, porque considera que esos años de estudios le permitieron complementar miradas. Desde la línea conductista de la formación norteamericana, más científica y dura, a la visión europea y la apertura a la realidad latinoamericana de la Católica.

Durante su práctica profesional, escribió -con una compañera de curso- un artículo para la revista “Mensaje”, en el que abordaban el tema de juventud y pobreza. Su punto de vista llamó la atención del grupo encargado del tema en el “Hogar de Cristo”, se establecieron los contactos y se dio paso al primer proyecto en conjunto en 1986.

-Parece una vocación de vida.
“Las cosas se han dado un poco; no era una persona que tuviera demasiado claro su futuro, me entregué a una experiencia que para mí tenía sentido, me daban sentido y me convocaba. Fue una mezcla entre aspectos racionales y emocionales”.

Paulo Egenau tiene 49 años, nació el 31 de diciembre de 1955, estudió en el San Juan Evangelista, en la Universidad de Seattle, en la Católica y luego en la Universidad de Barcelona. Hoy se desempeña como director ejecutivo de la Fundación Credho (crecimiento y desarrollo de hombre), que ha trabajado a la par con el Hogar de Cristo en el área de riesgo social.

A partir de este año, ambas se fusionarán para gestar nuevas soluciones con las que enfrentar la dura realidad de la droga y la pobreza, que unidas, profundizan el dolor y drama de quienes se ven envueltos en ese círculo.

Egenau maneja al dedillo los temas de juventud, pobreza, drogadicción, infracción a la ley, maltrato, violencia, rehabilitación y prevención; todos ellos en el tapete de la noticia en estos días.

-¿Compartes la visión de que el consumo de droga siempre ha existido y el supuesto aumento es más bien un efecto mediático?
“No hay cifras de dependencia a las drogas en Chile, sólo supuestos: construimos porcentajes a partir de datos epidemiológicos de consumo; se supone que tal cantidad de personas consumen y un porcentaje de ellos llegaría a tener problemas de dependencia. A pesar de que somos uno de los países más avanzados en términos de registro, es imposible saber efectivamente el número de personas dependientes de la droga.
“Sin embargo, siento que hay un tratamiento del tema de drogas, de parte de ciertas personas o sectores, que es más bien desafortunado”.

-¿En ese contexto, cómo evalúas el caso de María Luisa Velasco?
“Fue lamentable en términos de su propia vida; sin embargo, fue una oportunidad para que mucha gente se cuestionara hasta la ley nos ha encerrado. Es incomprensible que una señora de más de setenta años sea privada de libertad por un mínimo de tres años, por la mínima cantidad de droga procesada que ella tenía en su casa”.

- ¿La sociedad debe asumir que no todo consumidor es drogadicto?
“Que la droga no es negatividad pura. Además se confunde el porte para consumo personal con el microtráfico, en cuanto se presume que las personas son culpables hasta que no se pruebe su inocencia. Es un modelo un poquitito arcaico y bastante perverso, desde esa perspectiva. También se confunde lo que son los usuarios y consumidores que no tienen problema con la droga con los adictos. Eso es absurdo desde el punto de vista epidemiológico”.

-¿Cuál es tu visión, entonces?
“Un país demuestra su intolerancia al procesar a una señora que, desde ningún punto de vista, ha cometido un delito; evidentemente no hay intencionalidad de tráfico ni de maltratar ni de enriquecerse a partir de la vulnerabilidad de niños y jóvenes. Estamos hablando de un tema que tiene ribetes éticos y morales muy complejos y que tienen que ser discutidos, abandonando las militancias extremas y ubicándose en una realidad de ciencia, donde efectivamente la marihuana tiene determinadas características que hacen que las personas en un contexto de dolor o enfermedad encuentren un alivio a cierta sintomatología que, en muchos casos, se hace intolerable”.

-Pero es una postura que puede ser mal interpretada.
“Es que no significa una irresponsable propuesta de impunidad, desde la perspectiva de que cada uno haga lo que quiera, que es la otra militancia; la que opina que hay que liberalizarlo todo y que cada uno se haga cargo. Pero tampoco nos podemos ir al otro extremo y cerrar nuestros ojos frente a un tema que es milenario –la marihuana está vinculada al ser humano desde 8 mil años antes de Cristo-. Por tanto, veamos la realidad desde allí y no desde una mirada netamente punitiva, lo que no significa dejar de conversar respecto al tráfico de drogas y otros aspectos que son relevantes, pero ¡hagamos la diferencia!”.

-Sin embargo, ése no es el discurso que capta la opinión pública.
“Comparto contigo que existe un discurso extremadamente satanizador; falta una mirada más científica que poner en la mesa, a pesar de que sean datos complejos de tratar desde el punto de vista de los medios. La sociedad tiene el derecho de abrirse al debate público de estos temas”.

-¿Cómo?
“Hay que complejizar el tema. No es tan fácil, no es blanco y negro, tanto la droga como muchos otros, no son buenos o malos. Hay una gama de grises entre medio, donde se debate el 99 por ciento de las situaciones de las personas que se vinculan a las drogas por diversas y complejas razones.
“Las personas que hemos tenido la experiencia de trabajar por décadas en estos temas tenemos que dar respuesta a eso, que es lo que nos toca ver, efectivamente”.

-Analiza la droga desde los grises.
“¿Qué es lo que la ciencia y la epidemiología nos dicen? Efectivamente te vas a encontrar con que la marihuana hace daño, ¡por supuesto!, no es buena para la salud, es irritante y tiene elementos cancerígenos -¡pero claro!-, pero también aminora el dolor, y ayuda a que las personas superen estados muy complicados de salud, como las náuseas, los vómitos y otros, producidos por el cáncer, la administración de la triterapia para el Sida u otras enfermedades.
“No es la causante de todos los males, no hay que combatirla con todas las armas, porque ello puede significar meter presa a una cantidad enorme de personas y provocar un sufrimiento indebido a la sociedad. Tampoco es el arcángel salvador de todos los males y liberadora de las emociones. ¿Te das cuenta? Es como todas las cosas, como el café, el cigarrillo, andar muy rápido en auto (La principal causa de muertes adolescentes en el mundo es la mezcla de alcohol con velocidad).
“Sigamos enfrentando desde el punto de vista complejo, los temas que la sociedad hoy nos convoca a resolver. Ése es el tema, la mirada desde la que debemos avanzar. No limitarnos a la penalización, porque sus consecuencias pueden ser mucho peores que las que puede generar una conducta negativa, en este caso la marihuana, puede generar en la vida de las personas”.

-¿Cuál es la manera de abordar el tema?
“No una antidrogas, si no pro vida, alternativas, opciones, entretención. Que la gente pueda, desde la más temprana infancia, compensar su existencia. Cuando hay felicidad, razones por las que vivir, la droga tiene muy pocas posibilidades de entrar en la vida de una persona de manera negativa.
“La mayor cantidad de gente que inicia el consumo de marihuana, lo abandona en algún minuto tempranamente en su vida, lisa y llanamente porque la marihuana no le proveyó de ningún tipo de sentido extraordinario a su existencia”.

"La gente se queda con la imagen drogadicto=delincuente

Días nublados junto a la chimenea


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