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Problemas de construcción

02 de Mayo de 2005 | 14:09 |
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Las barreras para las mujeres en el mundo del trabajo me recuerdan una historia de infancia: la construcción de la cocina. El diseño incorporó algo muy importante para mi madre, la altura. Todo debía estar a una superior a la tradicional. El lugar quedó fantástico para nosotros, pero incómodo para quienes trabajaban en él.

Algo así nos pasa a las mujeres en el trabajo. Los espacios laborales, sus códigos y prácticas fueron diseñados por el dueño de casa, los hombres, que fueron los que llegaron primero. Ellos los construyeron a su medida, y esto condicionó también la formación profesional y los distintos roles familiares.
Claramente, esta casa no nos queda a la medida, pero podemos acomodarla.

¿Qué necesitamos cambiar?

Formación: aprender a movernos en un mundo de hombres, conocer los códigos del poder y desarrollar ciertas competencias; asuntos vitales, para -sin tener que dejar de ser mujeres- acceder a gerencias, directorios y presidencias.

Prácticas laborales: necesitamos prácticas que reconozcan la diversidad de la fuerza laboral, de sus obligaciones, y la pluralidad de necesidades cotidianas. Por ejemplo, se debe tratar de no fijar reuniones a las 7 de la tarde o fines de semana.

Acuerdos privados: se requiere desarrollar acuerdos familiares que reconozcan la realidad. Padre y madre trabajan. Con los hombres, acordar prácticas para compartir responsabilidades familiares como turnos para llevar a los niños al dentista y para recogerlos del colegio. Con nuestros hijos, acuerdos que favorezcan su autonomía: que hagan sus camas, levanten la mesa, ordenen sus mochilas o su ropa para el día siguiente, y que hagan solos sus tareas.

Gestión de costos: necesitamos desarrollar iniciativas preventivas de "costos familiares", como botiquín escolar, caja de regalos para cumpleaños, turnos para transporte, datos para disfraces y horarios médicos preferenciales para padres que trabajan.

Para que las mujeres tengan una silla cómoda en el trabajo "hay que entrar a picar", como lo enuncia el dicho popular.

Los hombres construyeron la casa a su medida, pero nosotras la podemos acomodar con nuevas prácticas laborales y organización familiar.
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