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“Está sobre valorado el que uno trabaje mucho”

Pagar deudas y no perder la identidad hacen que los chilenos tengan temor a quedar cesantes. Esta ejecutiva hace un llamado de atención frente a los incentivos perversos que se han puesto en el mundo laboral y que atentan contra la calidad de vida.

14 de Julio de 2005 | 09:45 |
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Diez años al frente de la gerencia de recursos humanos de Provida le permitieron observar el comportamiento del mundo del trabajo y del trabajador chileno.

Su mirada no es muy reconfortante respecto de la situación que enfrentan diariamente quienes llevan muchos años de carrera y han sumado otros tantos de estrés. En cambio, sí es muy esperanzadora respecto de las nuevas generaciones, jóvenes que han optado por mejorar su calidad de vida.

Psicóloga de la Universidad Católica, Magdalena Aninat, “Tita”, ocupa desde el 2003 la gerencia de la división desarrollo del BBVA y desde ahí sigue escrutando la forma como la sociedad genera incentivos perversos, a veces, y positivos, otros, para el trabajador.

Su visión, en todo caso, está muy lejos de ser negativa o pesimista. Al contrario, está convencida de que vienen tiempos mejores y los pequeños pasos que han dado, en Chile, algunas empresas la reafirman.

Vestir ropa informal los viernes como una forma de adelantar anímicamente el inicio del fin de semana o hacer ejercicios de relajación en medio de la jornada van por el camino correcto. Acortar la jornada laboral, ley desde comienzo de año, también.

-¿Cómo definirías al trabajador chileno?
“El trabajador chileno tiene una ética del trabajo fuerte; hoy está preocupado de cumplir con su trabajo y tiene un grado de responsabilidad súper fuerte, pero también tiene mucho temor a perder la fuente de trabajo.
“Podemos discutir si los niveles de productividad son los que debieran existir o no -y de hecho creo que ahí al trabajador chileno le falta mucho- pero tiene un sentido del deber y del estar ahí, fuerte”.

-¿Y eso a que se debe?
“De alguna manera todos los incentivos están dados para que tú conserves tu trabajo, incluso a costa de la pérdida de otras cosas, de otros espacios de la vida como estar con la familia, practicar un deporte u otra actividad recreativa.
“En Chile, está sobre valorado el que uno trabaje y trabaje mucho. El concepto de trabajólico no es un defecto como lo sería ser alcohólico. Al final, ser trabajólico resulta ser una virtud”.

-¿Influye una cultura que exacerba el existimo?
“Eso está presente, pero hay una cosa más básica aún en todo esto. El dinero y lo que con él se alcanza, es casi el único factor de movilidad social, por lo que el temor a perder el trabajo es muy grande; perder el trabajo implicaría dejar de pagar las deudas.
“La sociedad chilena tiene como parámetros de una persona exitosa a aquélla que puede educar a sus hijos en colegio particular, tiene un buen auto y una casa en buenos barrios… y todo eso se tiene que pagar. La sociedad nos ha inmerso en una cultura donde la identidad está dada por las cosas que tienes”.

-¿Qué efectos tiene esto?
“A la larga esto significa que las personas tienen que trabajar mucho, más allá de su jornada. Las personas que marcan tarjeta hacen más horas, porque reciben un pago con las horas extras, reciben un sobresueldo que les permite pagar el tren de vida que quieren tener.
“Hay un deterioro de otros aspectos sustanciales de la vida. Hoy no se valora a la persona culta. Si se analiza la cantidad de horas que trabaja una persona, uno se pregunta a qué horas va al cine o al teatro o lee un libro; a qué hora está con su familia. No estamos en una sociedad donde se valoren la cultura o el ocio; el deporte es el único que mantiene su valor”.

-¿Es un camino sin retorno?
“Quiero pensar que no. Probablemente lo que estoy describiendo es algo que le pasa a la gente de mi generación, unos cuantos años para arriba y otros para abajo y no tiene que ver con los estratos económicos. Pero si se habla con gente joven, ellos no tienen ese concepto de trabajar y trabajar como lo tenemos nosotros. Ellos te dicen que quieren trabajar porque desean viajar y conocer otras realidades, no comprarse un auto”.

-¿Son más críticos?
“Lo voy a graficar. Una amiga mía, profesional, me contó hace pocos días que su hija le dijo que quería ser dueña de casa y ella se descolocó, porque pertenece a la generación de las mujeres que trabajó por salir de la casa. Cuando le pregunto por qué había resuelto eso, su hija le contestó: Tú vives cansada”.

-¿Qué ven los jóvenes?
“Somos una generación que le está mostrando a la juventud un mundo súper duro, un mundo en que hay que estar agotado, que para obtener lo que se quiere hay que hacer un esfuerzo tan grande que casi se muere en el intento. La juventud está en una posición reflexiva, no le gusta esto y tiene razón. Lo que ven es una mamá y un papá que trabajan como negros, que salen a las 7 y llegan a las 8 y todo lo hacen apurados, con poca relación afectiva. Ese el mundo del trabajo que perciben”.

La solución general del problema, a juicio de Tita Aninat, no está en manos de las empresas, si no que en la sociedad toda; incluso la forma como se ha estructurado la ciudad tiene que ver con la calidad de vida del trabajador. “Si para llegar a la casa alguien se demora una hora por los tacos, entonces, la mayoría prefiere quedarse trabajando hasta más tarde y salir cuando las vías están expeditas”, reseña.

“No quiero plantear un escenario desesperanzador, creo que esto debiera cambiar y tengo fe en las generaciones que vienen porque establecen límites. Ellos no están dispuestos a trabajar lo mismo que yo, porque soy parte de una generación de tránsito entre las mujeres que no trabajaban y las que han crecido viendo a sus madres en ese mundo”, señala.

-¿Cuándo se va a ver ese cambio?
“El cambio viene porque la generación de reemplazo ya no tiene nada que demostrar, ya pagamos los costos nosotros. Los jóvenes tienen más claro a qué van a dedicar su vida y no pasa por tener cosas, si no que por disfrutar la vida”.

-¿Y las empresas están preparadas?
“El tema no es sólo de las empresas. El desafío a futuro es cómo tener jornadas más cortas con buena productividad, pero es un hecho que cuando uno tiene menos tiempo para hacer algo lo hace en forma más eficiente.
“El trabajador que viene es más integral y eso le hará bien a las empresas, porque a ellas les favorecerá que sus empleados tengan una mirada mucho más rica. La iniciativa, la creatividad, son ventajas para una empresa que quiere ser innovadora en el mercado. Además, todo tiene costos a la larga. Si uno tiene un trabajador estresado y con problemas en su ámbito familiar, eso llega a la empresa y la afecta”.

-¿El acortamiento de la jornada responde al cambio que se avecina?
“Va en la dirección correcta, pero no es suficiente. La sobre valoración que se hace de las horas que uno le dedica al trabajo no se modificara con esta norma y se requiere avanzar en otras áreas, porque los cambios culturales no se establecen por ley”.

En este capítulo, la sobre valoración que se hace del trabajo, Tita Aninat puede exponer una experiencia valiosísima. Como apoderada del colegio de sus hijos, el Saint George, participó de un grupo de apoyo a padres cesantes. La iniciativa no tenía como finalidad encontrarles un trabajo, si no que contenerlos en un proceso que es tremendamente remecedor.

“La cesantía se vive con una soledad y un dolor sobrecogedor, pero lo que más llama la atención es la pérdida de identidad, de hombres y mujeres, por la falta de trabajo. Es un duelo que, tal vez, es sólo superado con creces por la pérdida de un hijo. Hay una sobre valoración del trabajo; las personas se encierran y no se relacionan con el resto por estar sin pega”, relata.

La dinámica, entonces, consistió en hacerlos sentir que no estaban excluidos de su círculo familiar y social. “Les hicimos comprender que la cesantía no era una enfermedad contagiosa, pero además, los ayudamos a reconocer que las competencias que cada uno tiene como trabajador son de uno, no de la empresa”.

“Los ayudamos a descubrir que esas capacidades que desarrollaron como trabajadores eran de ellos, no de la organización. Uno se convence de lo contrario, pero eso no es cierto, todo te pertenece a ti”, sentencia.

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