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"Los padres tienen que fortalecer a sus hijos para que sepan responder adecuadamente"

Es delgada, casi con cuerpo de adolescente, pero tiene un hablar claro. Sabe perfectamente en qué pasos andan los jóvenes del sector oriente capitalino y, aunque pone acento en los aspectos positivos, reconoce los negativos, como cuando llegan a Urgencias con coma etílico y el padre le dice al médico mándelo a la casa en radiotaxi. O que antes de salir del colegio alguien les habrá ofrecido marihuana.

18 de Agosto de 2005 | 09:25 |
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Se mueve en el mundo de los adolescentes, ése que la Organización Mundial de la Salud clasificó entre los 10, unos niños, y 24 años, unos viejos según nuestros abuelos. Su labor es dar apoyo a jóvenes y padres en esa etapa de la vida que resulta confusa porque se está en plena búsqueda y se enfrentan muchas tentaciones y desafíos.

La doctora Andrea Huneeus Vergara formó y dirige desde hace cinco años la Unidad de Atención Integral del Adolescente de la Clínica Alemana, servicio que se ha especializado en la consulta ginecológica y salud mental de los jóvenes, acentuando la prevención de enfermedades.

Desde ese lugar ha logrado formarse una opinión bastante amplia: la gran mayoría de los adolescentes logra encontrar respuestas y construir un proyecto de vida, pero hay que poner más atención en los frágiles, porque los casos de depresión han aumentado en ese rango etario, incluido los intentos de suicidio.

-Da la impresión de que los adolescentes lo están pasando mal.
“En este momento no hay grandes utopías y para quienes fuimos adolescentes hace tiempo nos fue más fácil; todos teníamos un sentido de la juventud bastante concreto y los adolescentes de ahora no tienen razones por las que luchar muy claras. Eso hace que se vuelquen hacia el mundo interno y la búsqueda personal y, bueno… los más frágiles tienen pena, mientras que los más fuertes encuentran cosas lindas y obtienen respuestas.
“Probablemente, los frágiles se afirmaban antes en cosas externas y les cuesta mucho encontrar el sentido de su vida”.

-¿Cuánto influye en ello no contar con estructuras o límites impuestos por los padres?
“Los padres, antes, tenían claro que había una forma cómo hacer las cosas y eso había que enseñárselo a los niños. Los padres de ahora no tienen claro qué enseñarle a sus hijos, porque tampoco tienen muy claro el sistema en el que se vive y de ahí que no haya algo estructurado, armado. Los que están en la generación de padres con adolescentes lo están buscando.
“La vida a los niños y adolescentes les es más fácil si cuentan con esa estructura externa, pero en este nuevo siglo, cada uno tiene que ir buscando su estructura y eso es lo que hay que enseñarle a los niños; buscar su propio sistema de valores y de acuerdo a eso, moverse. Ésa es una carga muy pesada para los jóvenes, pero así va a ser porque así quieren ellos que sea”.

-¿Los jóvenes, aunque se rebelen, prefieren tener límites a no tenerlos?
“Creo que ellos son parte muy importante de lo que está ocurriendo, porque ellos están exigiendo no tener límites, exigiendo su libertad y autonomía. Lo que pasa es que en ese grupo hay jóvenes más frágiles, en términos de personalidad, que necesitan un esquema más sólido para estar más encausados.
“La libertad tiene un precio caro, sobre todo para algunos. Tener autonomía para tomar tus decisiones es súper bueno, pero -a lo mejor- algunos dicen que ganas que me hubieran dicho cómo hacer las cosas”.

-¿El mundo que viven ellos es más difícil que el de sus padres? ¿Es más exitista, competitivo e individualista?
“Sí, es más difícil y tiene menos valores externos. Por eso, la búsqueda de los adolescentes es interna”.

-¿Dónde ves las fortalezas y debilidades de la relación padre-hijo?
“En las fortalezas está la presencia…”

-¡¿Están presentes los padres?!
“Hay una dualidad. Los padres están aprendiendo a serlo, se están ayudando con profesionales y tienen real interés en ser padres. Antes eran como más abrutados, creían que ser padre era poner límites y ahora se apoyan en expertos que enseñan que hay que escuchar a los hijos, estar con ellos, aceptar sus debilidades, no castigarlos por ellas y favorecer su autoestima.
“Pero, junto con esto, los padres están inmersos en un mundo súper consumista, con metas económicas muy altas, entonces se trabaja mucho, demasiado. En todo ese stress hay poco tiempo para estar con los hijos y eso hace que se llegue cansados a la casa”.

-¿Cómo actúa la presión de los pares en las angustias adolescentes?
“Efectivamente, hay grupos, establecimientos educacionales y familias que son muy competitivos. Hay hermanos a los que les va bien y a otros no y los padres no saben como encausar a éstos. Pero a lo mejor, ellos tienen otras gracias que no son estimuladas positivamente. Todos los niños tienen algo que pueden hacer bien y hay que buscarlo, ése es el desafío de los padres, encausarlo para que se sientan feliz y no se depriman”.

-¿Cuáles están siendo las vías de escape?
“Bueno, se dan todo tipo de grupos de pares que cruzan los estratos sociales y que se meten en cuestiones complicadas. Hay un límite entre lo que es la exploración natural del adolescente y lo que es peligroso como las drogas, el alcohol y en temas de sexualidad.
“Hace poco, un funcionario de la DEA dijo en Chile que estaba seguro que ningún niño llegaba a 4to. medio sin que alguien le haya mostrado u ofrecido marihuana”.

-¿Es así?
“Creo que lo es en términos de que en la adolescencia vas a ser expuesto a todas estas cosas. Nuestro desafío como educadores es enseñarles cómo responder a eso, no prohibírselos. Es obvio que hay que poner límites, no dejar a los hijos votados en una fiesta y no saber donde están, pero los padres tienen que fortalecer a sus hijos para que sepan responder adecuadamente.
“Hay que favorecer el desarrollo de su personalidad, porque las oportunidades de que se vean expuestos a la droga y otros son altísimas”.

Si bien Andrea Huneeus no trabaja en Urgencias confirma que en los últimos años, efectivamente, hay un número cada vez mayor de jóvenes adolescentes que llegan a ese servicio (en la madrugada) afectados de “comas etílicos”. Descarta con ello que estas historias sean parte de un mito urbano.

También reconoce que en ese centro médico, en algunas oportunidades, los médicos de urgencia han llamado a los padres para informar de la intoxicación alcohólica de sus hijos y la respuesta ha sido mándelo a la casa en radiotaxi.

“Los padres están súper cansados, agotados tratando de pagar el dividendo y se suma toda una situación de rabia y castigo hacia al hijo rebelde”, dice tratando de encontrar una explicación a este tipo de hechos.

E insiste: “Hay que aprender a querer a los adolescentes, amarlos, apoyarlos y no pelearse con ellos en esa etapa difícil”.

-¿Qué esta pasando con el alcohol?
“El alcohol ha sido demasiado favorecido por la sociedad actual, no hay restricciones y eso ha hecho que los jóvenes se inicien súper temprano. Ha habido prevención en drogas y en educación sexual, pero en alcohol nada.
“Las botillerías se cierran a las 3 de la madrugada, se vende en los supermercados… de que restricción estamos hablando. Para la personalidad de un adolescente, tener el alcohol tan a la mano es demasiado peligroso”.

-¿No hay juicio de valor sobre el alcohol y sí de las drogas?
“No existe ningún juicio de valor sobre el trago, ni el bien ni el mal, nada. En cambio, sobre las drogas hay un juicio más desarrollado que se rompe en el caso de los más rebeldes y no lo encuentran malas”.

-¿Qué va a pasar con los vacíos existenciales de estos jóvenes?
“En la mayoría de los adolescentes normales, que han sido bien potenciados y tienen objetivos de vida claro, van a haber muy pocas consecuencias. El problema es el grupo más frágil. Si tú tienes una adolescencia sana, te van a ofrecer alcohol, drogas pesadas y todo tipo de sexualidad y vas a seguir tu camino sin mirar. El problema es quienes no tienen apoyo y pueden caer”.

-¿Qué ves más, jóvenes fuertes o débiles?
“La gran mayoría son jóvenes fuertes, que tienen las cosas claras, aunque hay de los otros que puede que se arranquen y necesitan que los cuidemos más.
“Tengo una confianza súper grande en esta generación, la veo aguda, creativa, con sentido del humor y una visión de futuro o proyecto de vida diferente, quizás, al que nosotros esperamos, pero clara. Los frágiles no son la gran masa”.

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