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Cuidados después de los 30

Cumplidos los 30 años las necesidades de la piel cambian, y es que a partir de ahí ya no basta con mantener la cara limpia e hidratada, sino que también es necesario prevenir el envejecimiento. Los principales problemas son las líneas alrededor de los ojos, resequedad, pérdida de firmeza y falta de luz. La solución requiere el uso de productos adecuados a la edad y tipo de piel, ya que de ello dependerá en gran medida el futuro de nuestra piel.

11 de Noviembre de 2005 | 09:53 |
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Se sabe que el envejecimiento fisiológico comienza alrededor de los 20 años, pero no se nota hasta pasado los 30. La dermatóloga María Cecilia Orlandi explica que, por eso, "si hubiera que fijar un punto de partida para extremar cuidados y prevenir los primeros signos de la edad, sería un poco antes de los 30 años. Y es que a partir de entonces la rutina de limpieza e hidratación ya no basta".

El doctor Patricio Figueroa, dermatólogo, agrega que la influencia de factores genéticos, inmunológicos, hormonales y ambientales pueden incidir en un envejecimiento prematuro. "Se sabe, por ejemplo, que las personas de origen anglosajón tienden a evidenciar primero el deterioro propio de la edad. Asimismo, quienes se exponen al sol con frecuencia y poca o nula protección solar se verán visiblemente mayores que quienes no lo hacen. En estos casos, es necesario y recomendable comenzar antes con el uso de cremas y tratamientos, a fin de combatir este proceso y revertir el daño".

Si bien no hay reglas generales, pues las necesidades varían según el tipo de piel, ambos especialistas coinciden en que existen algunos aspectos comunes a los que se debiera poner atención.

Falta de humedad: Uno de los primeros signos del paso del tiempo es el progresivo resecamiento de la piel. Esto no sólo implica un cutis que en ocasiones se descama o se siente tirante, sino que además puede acarrear un debilitamiento del film hidrolipídico que actúa como protector ante las agresiones del ambiente. Un signo evidente de esta resequedad puede ser el surgimiento de algunas líneas, en especial en el contorno de los ojos.
Malos hábitos
El deterioro de la piel, que para muchos se hace evidente demasiado pronto, puede darse en forma aún más prematura. Esto explica que haya personas menores de 30 años que ya tienen arrugas bastante marcadas, y mucho menos firmeza en sus tejidos de lo esperable para su edad. La explicación en esos casos, más allá de la determinación genética, son algunos hábitos de vida que resultan nocivos para la salud de la piel.

Los principales son la sobreexposición solar y el tabaco. En el primer caso, se sabe que aumenta la velocidad de envejecimiento en siete veces. Esto, porque el organismo en general se desgasta, y la piel es uno de los órganos donde esa falta de energía se hace más evidente. Las personas que fuman, por su parte, envejecen cinco veces más rápido. Y es que está demostrado que el tabaco posee un efecto destructivo sobre las fibras elásticas y el colágeno, lo que hace que la persona se vea de más edad de la cronológica.

Primeras líneas: El contorno de los ojos es la primera zona que acusa el paso de los años, lo que se traduce en líneas de expresión y arrugas. Esto, debido a su extrema fragilidad frente a las agresiones de los rayos UV, y a la intensa movilidad de los músculos, lo que se conoce como mioenvejecimiento. Esta vulnerabilidad se debe a que su epidermis es de cinco a diez veces más fina que la del resto de la cara. Además, está menos irrigada (los vasos sanguíneos y linfáticos son más finos y menos numerosos), posee menos fibras de colágeno, y apenas cuenta con la protección de la película hidrolipídica que recubre la dermis.

Pérdida de tono y elasticidad: La piel empieza a tener menos energía para renovar las células, lo que compromete la función de los fibroblastos, encargados de la síntesis de colágeno y elastina. Esto provoca el aflojamiento de los tejidos, la pérdida de densidad de la epidermis y el hundimiento de los rasgos. En ello también inciden otros factores como la genética y la calidad de la pie, y carencias alimentarias, especialmente de vitaminas. También influyen las hormonas, ya que las modificaciones cutáneas se acentúan con la disminución de estrógenos.

Tez opaca: A los 20 las células se recambian cada 28 días, cumplidos los 30 años el ciclo se hace más lento, lo que se traduce en cutis opacos e irregulares debido a que las células dañadas permanecen en la superficie más tiempo del adecuado. A esto se suma la acción de los rayos ultravioleta, que actúan directamente sobre su núcleo modificando su ciclo. Se estima, además, que existen otros factores que influyen en el deterioro del buen aspecto de la piel. Si la persona no descansa lo suficiente, se hidrata mal, duerme poco y fuma, va a incentivar un envejecimiento precoz, que puede derivar en una piel menos sana y opaca.

Ojeras: Comunes en esta edad límite se vuelven las ojeras, que tienen mucho que ver con el acelerado ritmo de vida que obliga a las mujeres a cumplir con deberes laborales, como dueña de casa, mamá... A esto se suma la falta de sueño y otras determinaciones genéticas, lo que finalmente se traduce en que el contorno de los ojos se vea más excavado, lo que trae consigo la aparición de ojeras.

Es momento para...

Ya claros los síntomas, es tiempo de remediar. La primera necesidad es estimular y proteger la piel. Los productos antiedad enriquecidos con antioxidantes son una buena opción, ya que permiten resguardarla de la agresión de los rayos UV y de los radicales libres. Recomendables resultan las cremas con vitamina C, E, derivado de la vitamina A o ácido retinoico, ácido glicólico y coenzima Q10, entre otros.

Básico resulta también reforzar la hidratación, sobre todo porque el déficit en el contenido hídrico incide directamente en las líneas que se remarcan alrededor de los ojos. En relación a esta delicada zona también es importante incorporar cremas específicas.
Mantenerse joven
Una opción antiedad que ha ido tomando fuerza es consumir complementos vitamínicos y minerales que actúan como verdaderas píldoras de belleza, y que basan su poder en los efectos antioxidantes.

Es necesario advertir, eso sí, que las pastillas no poseen un efecto mágico ni instantáneo. De hecho, los especialistas aseguran que los cambios se evidencian no antes de tres meses de tratamiento continuado. Algunos de los logros que se consiguen son: mayor elasticidad de los tejidos, atenúan las manchas provocadas por el sol, mejoran la hidratación, y previenen arrugas y flaccidez.

De las vitaminas, la E es la antioxidante por excelencia. Neutraliza los radicales libres y protege contra los rayos UV, causantes del fotoenvejecimiento. Otra de las más comunes es la vitamina C, que aumenta la producción de colágeno, y la A o betacaroteno, que interviene en el buen mantenimiento de la piel, las uñas y el cabello. En cuanto a los minerales, resultan vitales para potenciar la eficacia de las vitaminas, la renovación celular y la estimulación cutánea. El selenio actúa como antioxidante y es un eficaz reparador frente a los daños causados por el sol. El zinc combate la piel reseca, el cabello frágil y las uñas quebradizas.

Si lo que se busca es un rostro firme en la adultez, hay que trabajar la firmeza y elasticidad de los tejidos desde joven. Clave resultan los cosméticos que incorporan, entre otras cosas, extractos vegetales que limitan la entrada de ácidos grasos en los adipositos, y otros que estimulan la síntesis de colágeno y elastina. Ayudan a recuperar el tono perdidos, y a remodelar el óvalo facial. Hay algunos que, además, activan la microcirculación y favorecen el drenaje de toxinas.

Un tema que no es menor, y que se aplica a la mayoría de las cremas, es la forma en que éstas se aplican. Está demostrado que un masaje facial no sólo favorece la relajación muscular, sino que además estimula la producción de fibroblastos y reorganiza las fibras de colágeno. El Centro de Investigaciones Epidérmicas y Sensoriales de Francia recomienda que al usar una crema se realice un automasaje que ayude a mejorar la circulación, a eliminar toxinas y a fortalecer los músculos faciales. Como guía: hay que dar suaves pellizcos desde la base del cuello hasta las sienes, y repetir el movimiento desde el mentón hasta los lóbulos de las orejas, y desde las aletas de la nariz y cruzando las mejillas, hasta las sienes. Cada secuencia debe repetirse tres veces, y luego aplicar el producto con movimientos circulares.

El proceso degenerativo que transforma un cutis radiante 0en otro apagado tiene fácil solución. Lo primero es dormir y descansar lo suficiente, mantener una adecuada hidratación, y protegerse del sol. Si a esto se añaden algunas prácticas para favorecer la renovación celular, el problema será sustancialmente menor. Lo más importante es exfoliar el rostro con regularidad, cada 10 ó 15 días en el caso del cutis seco y una vez por semana el graso.

También resultan útiles los procedimientos de barrido como el láser, que pule la piel en profundidad y estimula a las células madre para que retapicen la superficie con nuevas células, y la microabrasión, donde cientos de microcristales de aluminio van chocando la cara para hacer que ésta se descame y elimine la capa de células muertas.

En cuanto al alivio para las ojeras, si sólo se trata de una hiperpigmentación se recetan cremas con activos como ácido kójico e hidroquinona. También existen otras que activan la circulación local para que la mancha se reparta y dé una sensación de luminosidad. Si la raíz del problema es el cansancio, también se pueden usar geles descongestivos con extractos vegetales como el ginkgo biloba y la manzanilla. Nuevas alternativas son los parches que brindan una sensación de alivio en la zona y la hidratan, reduciendo la hinchazón. Ahora, si lo que se busca es disimularlas, existen correctores en diferentes texturas y tonalidades.

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