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Hija de la frustración

09 de Marzo de 2007 | 18:40 |
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¿Por qué nos enrabiamos? Si nos detenemos un momento a pensar en esta pregunta nos daremos cuenta que, en general, nos enrabiamos por la frustración de estar en situaciones que nos parecen indeseables, cuando un perjuicio nos parece intencionado, cuando lo sucedido es contrario a nuestros valores o bien si creemos que la situación vivenciada es controlable a través de nuestra reacción de cólera.

En el primer caso cuando estamos frente a un hecho que nos parece indeseable, sucede que nosotros teníamos la expectativa de ser tratados con respeto, queríamos aprovechar nuestro tiempo, adquirir o conservar un bien, pero ocurre algo contrario a lo esperado, como por ejemplo, estamos en el banco pagando una cuenta y hay una sola persona delante nuestro, pero en el momento de que ella pasa a la caja nos damos cuenta que presenta un montón de documentos y vamos a tener que esperar 30 minutos para que seamos atendidos, lo que por cierto nos produce frustración. Por desgracia nuestra vida está repleta de hechos frustrantes.

El segundo caso es cuando sufrimos un perjuicio y nos da la impresión que ha sido cometido de manera intencionada. Sí alguien nos pisa un pie, nuestra reacción no será la misma si pensamos que fue por una torpeza, o bien para hacernos daño intencionadamente. Lo mismo podría suceder si nuestro jefe nos cambia nuestras funciones u horarios sin aviso previo.

En el tercer caso hemos dicho que podemos experimentar rabia si se hiere nuestro sistema de valores. Todos poseemos un sistema de valores que nos permite juzgar si una situación es adecuada, normal o escandalosa. Este sistema se desarrolla desde muy pequeño y en él influye la familia, la cultura y las experiencias vitales. Si un grupo de trabajadores del metro realiza una huelga, nuestra reacción será del todo diferente si nuestro sistema de valores comprende que “el derecho a huelga es sagrado” o bien “la huelga es un procedimiento escandaloso y sólo refleja flojera”.

También es posible que experimentemos rabia si el suceso indeseable nos parece que es evitable o controlable mediante nuestra reacción de rabia. Normalmente frente a una situación frustrante evaluamos muy deprisa, muchas veces inconsciente, si la mejor respuesta frente a un hecho indeseable es la “sumisión” o la “intimidación”, lo que por cierto, dependerá en gran medida de la estimación que hagamos acerca de la “fortaleza” o “debilidad” de nuestro adversario en comparación con nosotros mismos. Esto explica porqué en general un jefe o superior demuestra su rabia más frecuentemente con un subordinado que con su superior inmediato.

La mayoría de las personas relatan que cuando están enrabiados sienten una mayor energía corporal, con enrojecimiento del rostro y un calor que les recorre el cuerpo, en especial las manos, lo que les lleva a cerrar los puños. Además de sentir que se les acelera el pulso y la respiración. Es decir, nuestro cuerpo está preparado para atacar.

Finalmente, es importante mencionar que la rabia es una emoción común, frecuente, que todos experimentamos en algún momento, unos algo más que otros y que en general, no se requiere una atención especial ni consultar a un profesional, salvo que se transforme en una emoción muy presente en nuestro diario vivir, que domine nuestra conducta y que produzca dificultades importantes en nuestras relaciones interpersonales.

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