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"Soy la reina del reciclaje"

13 de Octubre de 2005 | 10:21 |
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Viuda y madre de dos hijos grandes, durante el primer semestre del año hizo clases en el postgrado de la Academia de Guerra del Ejército, pero sigue con las que hace en la universidad; además de las variadas emergencias que ha debido enfrentar la Onemi durante este año. Sin embargo, no se angustia, dice que, siempre que no pase nada, en la semana podrá llegar un poco más temprano a su casa.

-¿No te agotas?
"Tengo una vida un poco de loca, pero no hay recetas para esto; ya estoy en un proceso de vida y en una edad, que es mejor llenarla con hartas cosas, que quedarse viendo televisión en la casa".

-¿Hay tiempo para la vida familiar?
"No, este año no, ha sido muy poco el tiempo para la familia, hemos tenido mucha emergencia y si a eso le sumas el trabajo habitual de capacitación, de estudio, de análisis… este año, para nada".

-¿Y los hijos, cómo aguantan a esta mamá que no ven nunca?
"No, no les gusta nada, a ninguno le gusta, se resienten. Para el terremoto, ahora, en Huara, en la Primera Región, salí el mismo día, ni siquiera dormí en mi casa, me fui directo a la zona y ahí me quedé, con lo puesto. Volví por la noche, a los 8 o 9 días, tomé el último vuelo para partir en el primero del día siguiente, exclusivamente para dejar plata para el supermercado, gas y ese tipo de cosas; entonces, claro, creo que resienten bastante. Y tienen proyectos de vida que me indican que no les gusta mucho lo que hace la mamá, que les gustaría estar más conmigo.
"Pero también se sienten gratos cuando hay situaciones en las que ellos sienten que la mamá ha aportado, en cosas como interesantes para el país; eso también les da satisfacción, pero les gustaría que la mamá fuera más normal".

-¿Siempre fuiste hiperkinética?
"Sí, siempre, toda la vida, hiperactiva total. Alguien me explicó que si no superas la hiperkinesia a los doce años, pasa a ser neurosis (se ríe con esa risa ronca que la caracteriza)… Siempre, incluso en el verano, cuando mi hijo se fue a Isla de Pascua con la polola, fuimos ambas madres a dejarlos y no pudimos intercambiar ni un diptongo, porque mi celular no paraba de sonar: el día anterior había sido el tsunami falso. Fue impresionante. El teléfono estaba loco y la mamá de la polola quedó con la peor de las impresiones sobre mí y no he podido mejorar en todo este tiempo, no he tenido ocasión de demostrarle que me puedo sentar un minuto a conversar".

-¿Qué haces en tu tiempo libre, si es que lo tienes?
"Me gusta mucho leer, pero para relajarme propiamente tal… cosas manuales. Como dice mi hijo, soy la reina del reciclaje; agarro una lata de café, le pongo un forrito de algo y la convierto en una algodonera; me gusta tejer. Todas esas cosas que permitan solamente desarrollar un trabajo más mecánico, sólo la vista y las manos, eso relaja mucho.
"Me gusta mucho cocinar, cuando estoy los fines de semana en la casa, exclusivamente, no tengo otra oportunidad. Y tengo un grupo de amigas preciosas, que hacemos nuestros aquelarres cada cierto tiempo; eso también es muy rico, nos juntamos, nos ponemos al día".

-¿Uno se tiene que poner un poco más dura para enfrentar este cargo?
"Hay una cuestión súper clara, por más que uno ha escuchado muchas mujeres ser tremendamente detractoras de la masculinización de alguna función, por Dios qué es difícil no llegar a ello cuando estás desarrollando funciones que históricamente fueron de hombre; por más que lo intentes, no puedes evitarlo. De una u otra manera vas hablando más ronco, más fuerte, vas teniendo modos y estilos que te van masculinizando, incluso tuve anécdotas cuando recién partí en esta función en que iba a alguna reunión y llevaba a algunos de los especialistas de equipo como asesor y lo hacían pasar a él, a mí me sentaban en la fila de atrasito; nunca hice nada, pero igual si voy a los centros de acopio acompañada de un varón, le dan las explicaciones a él y creen que yo soy la RRPP (relacionadora pública), pero uno va cumpliendo su función y va asumiendo; al principio afecta un poco, después ya va siendo parte del inventario. Ya eso no es lo que me afecta".

-¿Qué te afecta?
"Todavía, profundamente, los usos maliciosos de ciertas situaciones de emergencia".

-¿Qué les pasa a los hombres al verte tan fuerte?
"Aquí pasaron etapas de shock, por todas las etapas de la crisis, incluso hubo momentos en que hubo conflictos más o menos severos, por ejemplo, calificaciones que a algunos no les gustaron y me hicieron la tercera guerra mundial. Claro, porque la mujer exigente y rigurosa es mañosa, es neurótica, es obsesiva; si fuera hombre, sería riguroso, exigente, ¡te fijas!, y esas son cuestiones que uno, como mujer, tiene que aprender que es así aún.
"Ellos vivieron su dinámica aquí, hicieron una verdadera catarsis y algunos bastante más honestos consigo mismos, reconocieron que había mucho de machismo. Se fueron a un almuerzo, un par de años atrás, y se liberaron, pero todavía sigue habiendo por ahí uno u otro elemento detractor que piensa a quién le ha ganado ella, es lo mínimo; la gran mayoría las cosas se arreglaron desde ese día".

-Las relaciones se ven bastante cordiales.
"Sí, son muy horizontales, además yo jamás cierro la puerta, no converso con nadie a puerta cerrada, tampoco me han visto gritar ni descontrolarme; me puedo molestar, pero jamás me han visto con un berrinche. De repente, me extraña mi propia capacidad para mantener el control, sobre todo cuando uno está viviendo momentos críticos personales y tiene que asumir crisis laborales. Igual en la chistología interna soy la "bruja de la Onemi" y así me presento".

-¿Y qué has aportado desde lo femenino?
"En algunos aspectos me he masculinizado, es evidente y no lo podría desconocer. En otros se han incorporado ciertas variables femeninas al cargo, que lo han enriquecido y lo han hecho más humano. Evidentemente el hecho de que las personas afectadas por un evento ya no sean mera estadística. Desde los ambientes laborales para adelante, las relaciones humanas, el poder dialogar. Aquí estaban acostumbrados a ser súper distantes, ahora entran y salen de mi oficina, el Paseo Ahumada como le digo yo. Eso, no puede negarse, es un estilo más femenino".

-Bueno, también esto de dar entrevista, coordinar avión, saber lo que pasa en el norte, no es algo que hagan los hombres, ellos se enfocan en una cosa.
"Claro, podemos masticar chicle, fumar y tomar café. En realidad hay muchas cosas que tienen una marca femenina clara y evidente, el poder matizar, generar ambientes de conversación, la mujer es más abierta en lo que hace.
"También los aspectos estéticos del hábitat laboral, es cuestión de ver la cafetería del CAT, que es una cocina de casa. Yo lo sabía y era la idea, porque como es personal que se queda toda la noche, cundo se sientan a comer, que pareciera que estaban más en la casa, esas cosas, y perdonen, un hombre no las ve.
"Son aspectos más femeninos que se celebren todas las fechas, el día del amigo secreto, las Fiestas Patrias, la Navidad, el Día de la mujer. Me preocupo de hacer tarjetitas, hacerles un regalo, son aspectos que antes no se consideraban aquí. El único personal femenino eran las secretarias y ahora hay en todas las funciones; tenemos la primera mujer radioperadora; se diseñó un estar con baños para hombres y mujeres, porque antes era incómodo para ambos, eso es lo que se llama enfoque de género".

-¿Te ves al margen de la Onemi?
"Va a llegar un momento en que esto se va a acabar, más temprano que tarde. Yo diría que ya cumplí el ciclo. Me gusta la cosa académica, me encantaría dedicarme sólo a eso".
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