EMOLTV

El rechazo a libros tiene su final feliz

Leer con los hijos, aunque estén llegando a la preadolescencia, es vital para crear en ellos esta afición.

22 de Diciembre de 2005 | 11:57 |
imagen
Es un dolor de cabeza cada vez que les dan un libro de tarea y parece impensable imaginárselos leyendo por gusto.

¿Hijos de la televisión para quienes la lectura es parte del pasado? Según un estudio sobre el uso del tiempo libre realizado a fines del año pasado por Cimagroup, una empresa de Marketing Research, leer ocupa sólo 0,1 horas diarias en las actividades de los niños chilenos, bastante más abajo que ver televisión, usar el computador o usar videojuegos.

Una cifra alarmante si se piensa que la lectura no sólo ayuda a aumentar el vocabulario, estimula la imaginación y mejora la capacidad para escuchar, sino que "a un niño con dificultades lectoras le cuesta más aprender cualquier materia. Se le hacen difíciles las matemáticas, las ciencias, ¡todo!, porque si no es capaz de entender el enunciado de un problema, no será capaz de resolverlo", advierte Margarita Silva, directora de pregrado de Educación de la Universidad Católica y coordinadora del Programa de Aprendizaje Inicial de Lectura Escritura y Matemática.

El responsable de esta realidad no es sólo el colegio. Sobre los hombros paternos también recae gran parte de labor por acercarlos a las letras.

Más lectores

Ver la lectura como entretención y no como un deber es fundamental. Por eso castigar al niño con quitarle la televisión y obligarlo a leer un libro no resulta buena idea.

Tampoco lo es una casa sin una biblioteca, por pequeña que ésta sea. "Es clave que los hijos estén acostumbrados a ver a sus papás disfrutando de la lectura y comentando diferentes artículos de manera habitual. Sólo con este modelo lo verán como algo normal", sentencia la sicóloga educacional Malva Villalón.

Pero no basta sólo con dar el ejemplo, también hay que darse el tiempo de compartir con el niño en torno a un libro.

Llevarlo a librerías y bibliotecas donde el pequeño esté en libertad de tocar, hojear y elegir por sí mismo el texto deseado, es ideal para ver al libro como un amigo.

Como ayuda es bueno saber que hasta los 8 años los textos deben ser breves, con lenguaje directo y claro. A esa edad les gustan los cuentos clásicos y populares, poemas, adivinanzas, acertijos y trabalenguas, al igual que los libros con información de temas como el cuerpo humano, la naturaleza y los animales.

"Desde los 8 hasta los 11 años los gustos cambian. Les interesan las aventuras, el humor y el terror. Un gusto frecuente es la lectura de series basadas en la vida de un protagonista que se enfrenta a problemas propios de su edad", aconseja Constanza Mekis, directora del Sistema de Bibliotecas Escolares del Ministerio de Educación.

Para cada gusto

Pero si al niño la sola palabra literatura ya lo espanta, la labor paterna es saber cuáles son sus aficiones. "Si le gustan los deportes -ejemplifica Margarita Silva-, hay que comprarle libros de la historia del automóvil o de los campeones del tenis". Para ella, más que la importancia de qué lea, es el hecho de encontrar el placer por la lectura. Una vez logrado eso, el camino para que aprecie la literatura está recorrido a la mitad.

"Aunque el niño ya sepa leer, igual hay que darse el tiempo de leerle algún cuento o el capítulo de un libro en la noche. Así se interesará por las historias y será un momento en que madre o padre e hijo podrán compartir y ser cómplices de una historia", añade Margarita Silva, férrea partidaria de que los padres lean con los niños hasta alrededor de los 11 años.

Lo ideal es que los adultos lean en voz alta algunos fragmentos y después sea el turno de los escolares, siempre poniendo especial atención en no corregirlos, porque para desarrollar el gusto por la lectura, ésta no debe volverse una lección.

Por eso los especialistas tampoco recomiendan mezclar los libros obligatorios con los que han elegido por placer.

Y para motivarlos a avanzar por su cuenta, una buena idea es preguntarles, por ejemplo, qué creen que le pasará al protagonista en el próximo capítulo.

Cuándo preocuparse

Si al año y medio de iniciar el aprendizaje de la lectura el niño no ha logrado leer, será necesario ayudarlo. La dislexia o el déficit atencional podría ser la causa.

Mientras más temprano se solucione el asunto, mejor, porque si no es capaz de leer en la sala de clases, comenzará a acercarse a la lectura con un problema de autoestima y eso lo retraerá más del proceso lector.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?