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"Creo que el género tiene algunos rasgos de nobleza"

22 de Diciembre de 2005 | 09:50 |
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Mercedes Ducci conversa con gran calma, explica como una pedagoga. Se toma sus tiempos, reflexiona sus respuestas. La televisión es su tema y no hay ninguna arista de ella que la deje indiferente.

- Tomaste cierta distancia este año. ¿Cuál es tu análisis de la televisión?
"Me inquieta mucho la televisión, veo dos mundos que se están separando. Por un lado, los grandes problemas de la sociedad tratados con cierto fatalismo y cierto determinismo y, por otro lado, la trivialidad total, en la que todos podemos participar y entretenernos".

Para ella, existe un mundo terriblemente abrumador, "una especie de parálisis de la gente" respecto de las cosas que están pasando, desde el nivel global, como los huracanes, los terremotos, las pandemias, hasta el más local, como la sensación de inseguridad, la criminalidad y otros.

"A mí me da la impresión que algo estamos haciendo mal, porque cuando a los niños se les plantean problemas, pero se les da a la vez la posibilidad de que los pueden resolver, se desarrolla su creatividad, su resiliencia, su fortaleza. Cuando les das la impresión de que son incapaces frente a sus problemas, en el fondo, sólo los abrumas; puede ser por medio de la sobreprotección o del desamparo; los dos paralizantes, explica.

Le parece que la sensación de la sociedad respecto de sus problemas, no sólo a nivel nacional, sino también global, es de desamparo, como que no se puede hacer nada respecto de ellos. "Solamente eso me explica el nivel de intrascendencia de todo el resto de la televisión. Por ejemplo, cuando uno ve lo que son los programas matinales, en que la conversación prevalente es sobre la demás gente; con juicios, a menudo, súper livianos, desinformados y despiadados, al nivel de la burla y de permitirse socavar la dignidad de otras personas".

-¿Qué te provoca eso?
"Me da que pensar, no que la gente sea tan mala, si no que tiene una sensación de impotencia frente a los temas importantes que hace que uno se refugie en su círculo más cercano, en resolver sus problemas más prácticos, más inmediatos. En el resto, su relación con el medio se basa en una trivialidad total.
"Si uno quiere, en cualquier ambiente, encontrar un tema de conversación compartido, ándate a la trivial, porque todos saben qué pasó con la Kenita o las cosas más faltas de significado. Pero, frente a los grandes problemas, estamos como desarmados, como desarticulados; no sabemos por dónde empezar".

-¿Cuál es la fórmula para que estos dos mundos se conecten?
"Pasa por, quizás, por un telespectador un poquitito más activo, un poquitito menos agotado, con un poco menos de estrés; pero también por la creatividad de los que estamos en los medios, de diversificar el rango de mensajes y de dar puntos de entrada a los temas que resulten transitables para el público".

-¿Hay algo de eso en este momento?
"Hay algunas cosas importantes que, en general, son una renovación del medio. A mí me encanta cuando salen programas como 'Mi mundo privado'.
"No, si se han hecho muchas cosas, pero estoy como poniéndolo en blanco y negro, mostrando la tendencia".

-¿Cómo se detiene esa tendencia? ¿Cuál es la responsabilidad de los medios?
"Los medios tenemos mucha responsabilidad sobre pensar cuáles son los efectos de la comunicación que hacemos. Eso es algo que, cuando uno está adentro, tiene muy poco tiempo para hacerlo, porque está muy metido en el día a día.
"Por otra parte, hay una cierta insatisfacción del público que, a todos los que trabajamos en los medios, se nos hace bastante evidente, que tiene que ver con ese estar abrumado. De repente la gente me dice que le da miedo ver los noticiarios, porque la deja con mucha angustia".

-¿Cuál es el papel de los medios, entonces?
"Creo que el mundo en que vivimos tiene bastantes rasgos angustiosos, no que sean una creación de los medios, pero sí creo que hay formas de darle más poder a una sociedad, de cultivar la resiliencia y la capacidad de reaccionar, que van a ser formas que vamos a tener que desarrollar cada vez más en el futuro, porque la sociedad va a necesitar activar esos recursos, porque las autoridades también se equivocan.
"Un Presidente puede tener mil poderes, pero uno puede pensar que Bush en cosas fundamentales se equivocó y, finalmente, una sociedad tiene que tener formas de expresarse y de fiscalizar y de ayudar a encausar las acciones. No está la cosa como para un par de líderes activos y una sociedad completamente desactivada de las decisiones. La activación de soluciones pasa por otro nivel".

Memé piensa que la empresa privada también tiene mucho que ver en este escenario. "Las empresas sumadas tienen tanto poder como los gobiernos o más, entonces, que el público -como consumidor- tenga un rol de premiar las acciones constructivas y el aporte a la sociedad y rechazar lo que no lleva en una buena dirección, a la larga va a ser un resorte muy importante".

-¿Cómo se enmarcan los realities dentro de este análisis?
"Son un fenómeno con una dinámica propia. Son programas que irradian. El reality no se juega solamente en el espacio de tiempo que dure el capítulo del día, sino que dispara a distancia a todos los demás espacios; depende de la creatividad de cada equipo como lo dosifica y cuánto contribuye a un lazo afectivo que se forma con el público en base a esta experiencia común que se forma".

Explica que este tipo de programa crea una cierta complicidad entre el público y estas personas a las que está conociendo tan bien. El reality, dice, gatilla una gama de emociones, pero, por sobre todo, la sensación de que a las personas encerradas se las está conociendo a un nivel de gran intimidad y que hay que protegerlas; se establece una especie de lazo afectivo.

-Pero después se olvidan rápidamente de ellos.
"El reality crea un lazo afectivo entre el público y el canal muy fuerte, por eso, cuando los participantes salen es muy emocional lo que pasa con ellos. Los televidentes se encargan de destruirlos, pero muchas veces, también, culpan al canal, porque han creado un lazo con esa gente y no lo saben manejar, porque cuando salen, los ven distintos".

-Son distintos; en el reality cada persona pasa por la edición del programa
"Es que es como una teleserie de la realidad; es una forma de contar la realidad en que sigues ciertos hilos que son los conflictos centrales; por lo tanto, hay muchas cosas que no salen".

-Sí, pero el público cree lo que ve.
"Claro, se encariña con un personaje que está viendo desde un cierto prisma y esa traducción de una persona a un personaje, es parte del género".

-¿Te parece un género que permanecerá en el tiempo, en Chile?
"Creo que los realities están bastante arraigados y que van a ir encontrando diferentes expresiones, pero que son un género que se va a quedar un tiempo".

-¿Tienen algún valor, aparte de la entretención?
"En la medida que para los participantes este sea un proceso que aporta valor y que, en definitiva, dentro de sus vidas tiene un rol al que ellos le asignan valor, creo que el género tiene algunos rasgos de nobleza".

-¿Y la violación de la intimidad?
"Es complicada la invasión de la privacidad, pero la gente al entrar sabe (y recalca la palabra) que está transándola, pero confía en que se la va a tratar con criterio y nosotros (se refiere al Canal 13) procuramos hacer eso.
"El gran anzuelo de los realities y lo que los hace atractivos para los otros, desde mi punto de vista, es que contrasta el yo privado, con el yo público. Esa es la privacidad que se pierde".

-¿A qué te refieres?
"A que uno escucha lo que una persona dice en privado y lo contrasta con como actúa cuando está frente a los otros. Se ve la diferencia entre el yo privado y el público, que es, básicamente, la incoherencia que tiene todo el mundo.
"Ese es el problema central: quiénes somos y cuál es nuestra coherencia y cómo nos afecta estar frente a una situación u otra y qué consistencia tengo yo, como persona, para aunar lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago. Eso es lo fascinante y lo que engancha a la gente.
"Quien entra, sabe que esas son las reglas del juego".
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