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Si el caracol no tose...

Mientras recolectaba caracoles en el jardín de su casa, María Licia Sannino pensó en que la baba de estos animales se podría transformar en un milagroso jarabe para la tos. Luego de golpear puertas, su negocio ya rinde frutos y vende cerca de 400 frascos al mes.

06 de Noviembre de 2006 | 13:50 |
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Hace seis años María Licia Sannino les propuso a sus hijos que salieran al jardín de su casa a atrapar caracoles. Su idea no era buscar un panorama de entretención.

Mis hijos me preguntaban para qué queremos caracoles y yo les dije no importa, busquémoslos y de ahí vemos qué hacemos con ellos. Yo no sabía muy bien qué hacer con ellos, lo único que tenía claro era que serían parte de un negocio.

Así pasaron los días hasta que tuvieron una caja de madera repleta con esos animales. La única experiencia de María Licia con los caracoles era la gastronómica, ya que desde pequeña su madre los cocinaba para hacer salsa de tomate. Aunque de paso recordó que en más de alguna ocasión su madre los había convertido en un tratamiento casero para la tos infantil.

"Empecé a averiguar en internet y observé que el tema de los jarabes podía ser una buena alternativa".

Hoy la idea se convirtió en un brebaje que, envasado en pequeños frascos, sirve para curar la tos, pues descubrió que el uso que su madre le había dado tenía base, ya que la baba del caracol tiene la capacidad de regenerar la vía respiratoria y de terminar efectivamente con el molesto cof cof. Además, se ha comprobado que surte un buen efecto entre los asmáticos.

Pero para transformar la idea en un producto comercial, María Licia debió sortear una serie de situaciones complejas.
¿Dónde encontrarlo?
Los puntos de venta del jarabe de caracol son las farmacias naturistas del país y la cadena de distribución de Eco Vida.
El precio es accesible para todas las personas: los 125 ml cuestan $3.000.
En cuanto a las dosis, María Lisa recomienda que los adultos tomen 10 ml dos veces por día, mientras que los niños lo deberían hacer también dos veces en el día, pero en una cantidad de 5 ml cada vez.
La receta principal para obtener este jarabe está en sacar la baba del caracol, pero sin que éste muera. En todo caso, la clave para lograrlo surgió de varios años de ensayo y error, así que María Licia no está dispuesta a revelarla.

Una vez que la idea de hacer jarabes tomó cuerpo, la emprendedora recurrió a ProChile en busca de una asesoría y ahí le dieron un dato de unas personas que hacían capacitaciones para la crianza de estos animales. Y entonces tuvo su primer tropiezo, pues le cobraron 500 mil pesos por unos cursos que ni siquiera terminó y que la llevaron a rehacer 3 veces el criadero.


El despegue definitivo

Luego de los momentos difíciles que tuvieron al negocio a punto de ser enterrado definitivamente, María Licia sacó fuerzas de donde pudo y volvió a levantar su criadero.

También aprendió cómo manejar a los pequeños moluscos.

"Hoy estoy contenta porque los caracoles ya no se me mueren, además aprendí yo misma a sacarles la baba y a tener cuidados específicos con ellos", indica.
Mejoró su sistema de cultivo: actualmente tiene dispuestos a los caracoles en jaulas específicas clasificadas por sus fechas de nacimiento. Su criadero cuenta ni más ni menos que con 25 mil unidades, de los cuales 10 mil son grandes. Su idea es llegar como máximo a los 30 mil caracoles y para mantenerlos en esa línea hace un control exhaustivo de la reproducción.
Pero de poco lo servía todo este conocimiento si no lo transformaba en un producto comercial.

El gran salto ocurrió cuando consiguió que dos laboratorios respaldaran el proyecto. Así, Eco Vida lo apoyó encargándose de envasarlo y de distribuirlo, mientras que Inspectorate certificó que el producto efectivamente se trataba de baba de caracol.

Esto fue un desafío para todos. Hemos tenido que pagar el noviciado del desconocimiento que existe en Chile sobre este tema. En los laboratorios, por ejemplo, era la primera vez que analizaban este tipo de productos, señala.
El 29 de junio de 2005 fue una fecha muy importante para María Licia, ya que ese día su jarabe de baba de caracol fue lanzado al mercado. El éxito ha sido asombroso.

"El año pasado entramos cuando el invierno ya estaba terminando, pero este año hemos enfrentado toda la temporada y se ha consumido mucho. Las ventas llegan a 500 frascos al mes, lo que se tradujo en un aumento del 80% desde su lanzamiento", indica.

Promover el negocio no ha sido fácil, ya que la mayoría de las personas asocian la baba de caracol a algo repulsivo y que ni por nada del mundo lo compraría para su propio consumo.

En Chile no hay una cultura desarrollada en este tema. Pero hay que pensar que las bondades del caracol son milenarias. En la antigua Grecia, por ejemplo, este animal era el símbolo de las farmacias, destacando sus cualidades curativas, dice.

En todo caso, para insertar este producto en la idiosincrasia chilena, María Licia lo está exponiendo en los mall y en exposiciones como la expo rural y la expo alimentos.

Según su creadora, una vez que las personas prueban el jarabe lo compran, ya que sus propiedades quedan en evidencia. Además, como uno de sus principales consumidores son los niños, tiene un suave saborizante de frutilla que hace olvidar que se trata de baba de caracol.


Próximos pasos

Si bien en un principio la idea de María Licia era exportar, hoy ese objetivo no es el principal, ya que vio en el mercado interno un espacio mucho más grande para crecer de lo que esperaba.

"Hemos tenido tan buena recepción acá en Chile que exportar no me quita el sueño. Lo único que quiero ahora es seguir desarrollando el mercado nacional y después, cuando ya esté consolidada, pensaré en enviar productos al exterior. Además, la competencia internacional es más fuerte. En Europa, por ejemplo, este producto existe hace más de 30 años".

El negocio aún está en pañales, pero para seguir desarrollándolo postuló a un premio de la Corfo y lo ganó.

Son cerca de 30 millones de pesos. "En la primera etapa quiero hacer un estudio de mercado y demostrar científicamente la efectividad del jarabe, además de invertir en publicidad para aumentar las ventas".

Hasta ahora se comercializa como un jarabe natural y, por lo tanto no tiene la certificación ISP. En todo caso, dentro de un año aspira a conseguirla para poder venderlo en todo tipo de farmacias. Para ello ocupará parte de los fondos del premio Corfo. Actualmente las únicas personas que no pueden consumir estos productos son los diabéticos, ya que contiene azúcar. En todo caso, piensa solucionarlo pronto: trabaja en desarrollar una versión del brebaje sin azúcar. Su idea es que la baba de caracol se siga difundiendo.

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