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Luchadora por los derechos de la infancia “no nata”

Su incansable trabajo por la adopción como alternativa de amor frente a los embarazos no deseados la llevó a encabezar una dolorosa cruzada para impedir que se boten guaguas en los basurales.

24 de Abril de 2008 | 09:16 |
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PUERTO MONTT.- “Hubiéramos preferido darle una cuna, pero le vamos a dar un ataúd”, le dijeron a modo de presentación Bernarda Gallardo Olivieri y su esposo, Jaime Barría, al juez ante el que recurrieron la primera vez que decidieron, conmovidos por su trágico destino, acoger en su familia a una bebé de unos 4 días, cuyo cuerpo fue encontrado en el basural de Lagunitas, en la capital de la región de Los Lagos.

Los esposos se habían enterado por el diario del trágico hallazgo y el amor infinito que sienten por los niños los movió a iniciar una lucha que les tomó cerca de seis meses para que la justicia les autorizara a darle sepultura a la pequeña para quien la legislación ni siquiera contemplaba la posibilidad de darle una identidad.

Y debieron pasar otros dos años para que concretaran 2 casos más, dos niños, que fueron sepultados muy cerca de Aurora, en el Cementerio Municipal de Chin Chin, de Puerto Montt.

“Nosotros queremos adoptar otro niño y ellos pudieron ser nuestros hijos”, explicó entonces Bernarda cuando, en medio de sus luchas judiciales, lanzó una campaña cruda, por decirlo de alguna forma, destinada a detener estos inhumanos actos.

La mayor parte de los bebés encontrados hasta ese entonces habían sido arrojados por sus padres a contenedores de basura. Así, ella y algunos amigos se dieron a la tarea de pegar afiches negros en los depósitos: “prohibido botar guaguas a la basura”.

Bernarda y Jaime ya eran padres de dos niños adoptivos entonces y siguen esperando por otro. Por eso defienden a ultranza la adopción como un acto de amor en que una madre entrega a su hijo y otros lo acogen. Ella ni siquiera acusa a las madres de los bebés abandonados, “seguramente al no poder tenerla, decidió adoptar esta drástica determinación, sin pensar que hay personas dispuestas a recibirla en sus brazos”, dijo cuando sepultaron a Aurora.

-¿Por qué adoptaron?
“Para la gran mayoría de las personas el deseo de ser padres es algo que se resuelve al interior del hogar, en la intimidad de la pareja. Para los padres adoptivos no es así; nosotros tenemos que salir al mundo a buscar a nuestros hijos. Caminos distintos con una misma motivación: ser padres, construyendo una familia acogedora para todos sus miembros, papá, mamá, hijos e hijas, tíos, sobrinos, abuelos varios… Adoptamos para construir la familia que tenemos, diversa, acogedora y crecedora, porque llevamos más de un año esperando la llegada de nuestro tercer hijo, con alegría, con esperanza, con renovada energía”.

-¿Cuándo uno puede optar por la adopción?
“La verdad es que dadas las tremendas limitaciones que existen en las normas y procedimientos establecidos en nuestro país para que las personas puedan adoptar a una niña o niño chileno, esta es una pregunta que uno debe planteárselo más bien como pareja. No basta que uno (generalmente una) esté afectiva, espiritual y materialmente preparada para ser madre. Las posibilidades que tienen las personas solteras nacidas en este país para adoptar niños/as chilenos menores de cinco o de tres años son muy bajas y la espera interminable. Si yo fuera soltera en realidad estaría buscando por internet toda la información posible para postular a una adopción internacional, puede ser en América Latina, China o India o países de cualquier parte del mundo que hayan firmado la Convención de la Haya, que regula el proceso buscando que los países parte hagan valer los derechos de los niños o niñas susceptibles de ser dados en adopción y desincentivar el tráfico de niños para el tráfico sexual, la guerrilla o las modernas formas de esclavismo desarrolladas en el mundo, regulando, de paso, que las personas no se vean involuntariamente envueltas en situaciones que no sólo no son legales sino además profundamente dolorosas para los niños y niñas, ellas mismas y quienes los rodean”.

Y continúa: “Ahora bien, no puedo sustentar mi afirmación sobre lo difícil que es llegar a ser madre soltera adoptiva con estadísticas de algún sitio del Servicio Nacional de Menores –organismo público de gobierno que la ley de adopciones hace responsable de la gestión y administración de todo el proceso de las adopciones nacionales– que el lector pueda linkear desde esta misma entrevista porque esa información no está disponible, y la falta de transparencia es claramente un aspecto que la autoridad debe corregir, porque introduce una complejidad mayor evitable y que ayudaría a las personas y familias a vivir con más paz su propio, personal e irrepetible proceso de paternidad y maternidad adoptiva”.

-¿La legislación chilena promueve la adopción?
“No, no creo. La regula, la enmarca dentro de la Convención de la Haya, pero la legislación chilena en materias de adopción paradójicamente no es capaz de enmarcarla en el espíritu y la letra de la Convención sobre los Derechos del Niño –que la Convención de La Haya trata de hacer realidad precisamente en materias de adopción principalmente internacional, pero que obliga a todos los países que la suscriben, tanto los oferentes como los demandantes de niños y niñas susceptibles de ser dados en adopción.
“Sea por resabios culturales patriarcales profundamente arraigados en nuestra cultura, que conciben al hijo como propiedad del padre y que se pueden ejemplificar citando el derecho romano, que deja en manos del padre no el ‘reconocimiento’, sino el simplemente dejarlo vivir o morir, o sea por la fuerte cultura burocrática asociada a la existencia de los estados modernos, lo cierto es que aquello que pregona la Convención de poner el interés superior del niño por sobre otro tipo de consideración -norma, reglamento, artículo de reglamento, letra del artículo del reglamento; interpretación de quien la lee y debe aplicarla; falta de dotación de personal, de mobiliario, de infraestructura o de equipamiento, de en fin… burocracia- no ha llegado a funcionar aún en nuestro país”.

-¿Cuándo uno como pareja sabe si está preparado para adoptar?
“Es que lo que uno más bien se plantea no es adoptar o no adoptar, sino ser o no ser padres. Si uno como pareja siente “que le sobra amor, que el amor te traspasa por todos lados, que experimentas la vida gozosamente y quieres trasmitir ese goce a tus hijos”, entonces sale a buscar a esos hijos. Primero en el encuentro amoroso de la pareja, después con fecundidad asistida y si no… nosotros con Jaime –mi marido– veíamos a las mujeres con guata con las que nos cruzábamos en la calle y decíamos “tal vez ahí va nuestro hijo”. Uno como persona y como pareja está preparado para adoptar cuando llegó a estar preparado para ser padre. Simple y radical. Y eso no ocurre una vez en la vida o de una vez para siempre, sino cada vez que buscas una nueva paternidad o una nueva maternidad”.

-¿Cuándo no debes adoptar?
“No debes adoptar cuando no es de verdad, no tu deseo de adoptar, sino de ser padre o madre. Si cada uno como persona, o ambos como pareja, se sienten presionados por sus familias, amigos y conocidos o por sí mismos, por sus proyectos de vida o modelos familiares o por sus expectativas, vale decir por todas esas cosas sobre la vida en pareja y en familia que se ha ido fijando un nuestros imaginarios, ciertamente mucho antes de conocer a nuestra pareja y experenciar nuestra propia relación de pareja, no tiene sentido adoptar un hijo.
“Sí lo tiene acercarse al tema, leer libros, ver películas, pasar largo rato buscado información por internet, acercarse a familias adoptivas y a los organismos respectivos (en regiones el Servicio Nacional de Menores y en Santiago, además de éste la Fundación San José, La Fundación de la Adopción y otras). Lo que uno hace ahí es acercarse a la preguntar profunda y verdadera ¿quiero, queremos abrirnos al desafío, a la magia, que es mágica y también incertidumbre bastante abrumadora también, de la paternidad? Eso es lo que se instala dentro de uno y de la pareja en esa búsqueda de información. Porque no somos tesistas a punto de titularnos, somos personas a punto de un ataque de nervios…”

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