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“La obligación de un padre no se extingue estando en la cárcel”

La vicepresidenta de Fundación Paternitas recuerda que el 85% de las mujeres presas son madres jefas de hogar y que en un 80% el ambiente determina la formación de un niño, por lo que los hijos de condenados por la justicia deben ser auxiliados.

08 de Mayo de 2008 | 09:33 |
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Son condenados sin tener culpa alguna. Su único ‘error’ es ser hijos de padres que, tras haber cometido un delito, son sancionados por la justicia a pena de cárcel, situación que los deja a ellos en el desamparo, expuestos y vulnerables.

Muchas veces, los niños y adolescentes cuyos padres están presos de alguna manera también son condenados a vivir en un medio de malas influencias, en donde se perpetúa el círculo del delito. De hecho, las duras estadísticas señalan que 8 de cada 10 presos son hijos de reclusos.

Para impedir o revertir lo anterior, hace más de 16 años que la Fundación Paternitas intenta interponerse en esa cadena de hechos negativos que puede determinar el futuro de los hijos de presos y les tiende una mano, acogiéndolos.

Consuelo Correa, vicepresidenta de la Fundación, aclara que ellos no pretenden sustituir a los padres, sino que suplirlos mientras faltan para así influir positivamente en la formación de los niños.

-¿Cuál es la realidad de los niños que tienen padres presos?
“Más o menos el 85% de las mujeres que están presas son madres y además, sustentaban el hogar, por lo que el daño que provocan al cometer un delito irradia mucho más de lo que se supone porque sus hijos quedan a la deriva.
“En la cárcel se queman etapas que nunca se vuelven a recuperar; uno se pregunta cómo una mujer que deja todo puede salir adelante. Para poder enfrentarlo, las mujeres congelan su vida estando en la cárcel con la esperanza de que van a salir pronto y podrán recuperar a sus hijos y marido, cuando probablemente éste nunca más regrese y sus niños se encuentren en otra etapa”.

-Las presas pueden estar en la cárcel con sus hijos hasta que estos cumplen 2 años. ¿Qué pasa luego?
“Los niños deben salir y son entregados a un familiar, como la abuela, o un vecino. Y en otros casos entran a nuestros centros de acogida”.

-¿Hay estudios que determinen los efectos que tiene para un niño el hecho que su padre esté preso?
“Los niños quedan muy dañados cuando sus padres entran a la cárcel. Nuestro trabajo apunta a que ellos puedan distinguir qué es el bien y qué es el mal, para que puedan tener criterios en su formación.
“Nosotros les explicamos a los niños que su padre o madre está preso, porque cometieron un delito y que eso fue porque no tuvieron las mismas oportunidades en la vida que ellos tuvieron. Se lo decimos para que ellos no repitan la historia”.

Consuelo Correa explica que Paternitas busca preservar en los niños la imagen de la familia, razón por la cual son llevados los días de visita a ver sus padres, a la cárcel.

-¿Es posible romper el círculo del delito, que puede ser replicado por los hijos?
“Sí, totalmente, pero –lo más importante- es que los niños no reniegan de su padre o madre. La recuperación de los niños se debe hacer sin ignorar a la familia, partiendo del conflicto que ellos tienen. Esto se hace porque no sabemos cuántos años van a estar con nosotros y tenemos que enseñarle a valerse por sí mismos”.

-¿Debe ser difícil educar o formar en el mundo del bien cuando sus padres condenados no logran rehabilitarse?
“Sí muchas veces no lo logran, por eso que Paternitas también trabaja con los padres. Ojo, cuando una mujer y un hombre están muy dañados es muy difícil rehabilitarlos y por eso, hay que ser realista respecto de las metas que se fijan como que por lo menos le tengan respeto y cariño a sus hijos y no reincidan delante de ellos”.

-¿Cuánto incide en el proceso de rehabilitación de un preso el saber que sus hijos están bien cuidados?
“Mucho; incide en el comportamiento carcelario; ellos saben que si se portan mal, nosotros no les llevamos a sus hijos en ese período. Además, nosotros les hacemos ver que su obligación de madre o padre no se extingue estando en la cárcel, existirá siempre y por lo tanto, tienen que hacerse cargo de ellos. Paternitas se hace cargo en forma momentánea, porque la misión de madre y padre no se puede delegar; podemos ayudarlos en el proceso, pero nada más”.

-¿Tienen cifras de cuántos niños que han pasado por Paternitas han caído en la delincuencia?
“Muy pocos, el 99% de nuestros niños no ha caído en el delito, cuestión que no sabemos respecto de los que no están bajo nuestro amparo.
“Ahora, es un hecho que el ejemplo de madre y el padre es primordial; una de las causas de la delincuencia es que no se tienen modelos a seguir, porque se vive en familias desestructuradas, no se tienen hábitos. Los niños reciben códigos de vida distintos a los que acepta la sociedad y por eso, se debe cortar con ellos. Deben saber que el robar no es un modo para salir adelante, cuestión que es muy difícil cuando el ejemplo del padre es ese”.

La vicepresidenta de la Fundación señala que ellos buscan “habilitar, no rehabilitar a esos niños para la vida” porque vienen con una carga antivalórica. “Son niños que no tienen apego, todo el mundo les ha fallado, están subsistiendo, son agresivos porque el mundo, el medio, los ha agredido”, profundiza.

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