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Preocupados por 'el buen trabajo'

La presidenta de la Fundación Trabajo para un Hermano plantea que algunos, en esta sociedad exitista, han olvidado que el trabajo es entrega a los demás y un aporte a la sociedad. Agrega que las palabras ética y equidad deben estar unidas a la de trabajo.

26 de Mayo de 2008 | 09:19 |
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Ya sea sub o sobrevalorado, es un hecho que el trabajo es un motor del hombre. Hay algunos que lo tienen y no lo disfrutan, es más, lo consideran una obligación; hay otros que le dan tanta importancia, que se olvidan del resto de la vida; y hay quienes no lo tienen y estarían dispuestos a sufrir humillaciones con tal de poseerlo.

Todo un tema en una sociedad que se dice en vías de desarrollo y que ha visto aumentar su per cápita, pero en la cual la existencia de un sueldo ético, o sea, una retribución justa por el trabajo que se realiza, está aún pendiente.

Para Josefina Errázuriz, presidenta de la Fundación Trabajo para un Hermano, (TPH) el trabajo no es algo menor. Por más de 26 años ha sido el centro de la labor que realizan en pos de tender una mano a quienes están cesantes o sufren de la precariedad por falta de recursos o capacitación.

-¿El trabajo en Chile está sobredimensionado, sobrevalorado? Por lo menos, un sector de la sociedad es trabajólico y lo vive con competitividad y exitismo.
“Al contrario, encuentro que el trabajo en Chile no es valorado suficientemente. Lo que se les paga a los obreros, a muchos trabajadores, no da para vivir y el trabajo debiera dar para eso. En ese sentido, está minusvalorado.
“Por otro lado la sociedad actual nos lleva a actuar sobrevalorando la dimensión laboral y las personas se sienten más o menos importantes según el trabajo que tengan. Los trabajólicos no le dan espacio a la familia ni a los demás, ni siquiera a si mismos. Es como un nuevo ídolo; es una extra valoración.
“Los dos extremos de la valoración del trabajo hacen mucho daño al ser humano, porque estamos creados por Dios para trabajar con alegría colaborando con los demás”.

-O sea, ¿no hemos podido encontrar un equilibrio entre el vivir para trabajar y el trabajar para vivir?
“Exactamente, el trabajar para crecer, para formar familia, para servir a otros, para conocer a otros, para estar a disposición de los otros es lo que puede humanizarnos y hacernos felices. Esto está un poco como fuera del imaginario social, ahora hay que trabajar para surgir, para tener más, para ser más que los demás, para ser poderosos.
“Eso es lo que la Biblia llama pecado, cuando convertimos en ídolo algo que es bueno; lo sobredimensionamos y perdemos libertad y alegría o cuando lo despreciamos”.

-Claramente, para quien no tiene trabajo, esto tiene otra dimensión.
“Claro, porque las personas estamos hechas para contribuir con los demás y con la sociedad. Estamos hechos para procurarnos nuestro sustento y para mejorar el entorno; para ser creativos como Dios lo es. Si la persona no tiene trabajo, se sienta humillada, no puede alimentar a su familia, no puede relacionarse con otros, se encierra, se deprime, se destruye psicológicamente. En todos los sectores sociales, el cesante se siente sin fuerza, disminuido, en inferioridad de condiciones, inútil, marginado”.

-De ahí que se diga que el trabajo da dignidad.
“Nosotros somos dignos porque somos hijos de Dios, la dignidad es inherente al ser humano, pero no la percibimos, si otros no nos reconocen. Si lo que tengo que aportar no le sirve a la gente eso deprime y nos hace sentirnos menos dignos, lo que no significa que seamos menos dignos”.

-Es decir, ¿el trabajo no sólo tiene que ver con una cuestión de subsistencia?
“Sí, tiene que ver con el desarrollo integral de la persona…”

-¿Eso se ha perdido en una sociedad tan competitiva y exitista?
“Se ha perdido felicidad por eso. Hace muchos años, la manera de pensar al entrar a la universidad era preguntarse ¿dónde puedo servir mejor a mi familia, a la sociedad, a Chile?, hoy se ha dado vuelta la tortilla y es ¿dónde voy a ganar más, dónde voy a estar mejor, dónde me luzco más?. Se puede sentir mucha alegría superficial porque te aplauden por aquí y por allá, pero eso no da felicidad honda; lo que da felicidad verdadera es estar abiertos a aportar al mundo”.

-¿Los chilenos han perdido esa conciencia?
“En muchos casos, y es una pena; por eso tú ves en la calle gente acelerada, mucho menos feliz de lo que veías antes. Veías muchos más pobres, pero más alegres. En las ciudades chicas la gente se ve más humana. Los que tienen más no son más felices, está clarísimo”.

Josefina Errázuriz no puede dejar de abordar este tema desde la perspectiva que ha movido toda su vida: “El trabajo es fundamental, en el trabajo tú te esfuerzas, desarrollas actividades, piensas las cosas, vas creciendo, te vas relacionando con otros, vas queriendo a otros y ellos te van queriendo a ti. Se produce toda una red humana que es parte fundamental del vivir humano”.

-Hay dos palabras que parece ya no ligamos al trabajo, las palabras entrega y amor.
“Ni la palabra alegría y debieran estar presente en el trabajo. Por eso nuestra fundación se llama ‘trabajo para un hermano’. Somos hermanos porque todos somos hijos del mismo Padre Dios, y por eso lo que hago es siempre para un hermano; los trabajos hechos con amor son diferentes”.

-¿Cuán importante es que el trabajo sea bien retribuido?
“Las personas que no son retribuidas por su trabajo pierden alegría. La falta de reconocimiento hace mella, a la larga”.

-Hoy el tema es ese, que en el trabajo no se respetan los derechos laborales, que no hay un sueldo ético…
“Claro. Lo que señala la Iglesia es importantísimo y el mensaje de monseñor Goic conmovió a la sociedad entera, tanto como para que la Presidenta formara el Consejo Asesor para el Trabajo y la Equidad. La palabra equidad y ética se han instalado en nuestras discusiones desafiándonos a dar pasos de justicia.
“En nuestra memoria del año 2007 recogemos una frase del Padre Alberto Hurtado que dice que la ‘retribución del trabajo debe tener como límite mínimo las necesidades del trabajador y su familia y como límite máximo las posibilidades económicas de la empresa. O sea, no puede ser que la empresa quiebre por sueldos altos, pero tampoco es ético pagar un sueldo miserable pudiendo pagar mejor”.

-¿Hay mucha precariedad que no se justifica?
“No he estado metida en ese tema ni en la cosa sindical. Nuestra labor como fundación es buscar formas de dar trabajo a los cesantes, dar trabajo como se pueda, ya sea capacitando al que quiera trabajar apatronado o capacitando y apoyando a los que quieren tener su propio taller, su propia microempresa”.


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