La serenidad de Santiago Tupper confunde a primera vista. Detrás de su pausada forma de hablar y de su expresión pacífica, hay un joven actor de 23 años que no para de avanzar en su carrera. Porque en realidad, esa calma que proyecta es gracias a que sabe bien qué es lo que quiere. Y lo mejor es que hasta el momento lo ha alcanzado.
Después de haber estudiado dos años teatro en la Escuela de la Mancha, y tras varios casting, fotos y comerciales en el cuerpo, Santiago ingresó al mundo telenovelesco en Mega, dejando su rastro en “Porky te amo” y en producciones como “Urgencias”, “El cuento del tío” y “Mujer rompe el silencio”.
Pero el año 2006 debutó en las pantallas de TVN con la popular “Floricienta” y como pocos lo logran, rápidamente se hizo un lugar entre los leones de la actuación de ese canal, como Claudia Di Girolamo o Francisco Reyes, y ante los ojos de uno de los directores baluarte de la estación televisiva: Vicente Sabatini. Pero ante tanto personaje destacado, él no se aminora y cada tarde enseña al país sus dotes profesionales, interpretando a Marcos Hess, en “Viuda Alegre”.
“Este es el resultado de tres años en los que he ido avanzando. Yo soy bien autocrítico y los que me rodean también, así que me doy cuenta de las cosas que me faltan y trato de mejorarlas. Pero me falta todavía como actor para poder decir
‘bien, eso estuvo bien”.
-Eres de los más jóvenes de este elenco. ¿Te has sentido algo intimidado por eso?
“Sí, todo el rato. Llegué súper asustado por esta gente, con la que igual uno quiere quedar bien, pero no sabía cómo me iban a recibir. Yo no soy de llegar todo canchero. Necesito buena onda de vuelta y ahí me relajo. En ese sentido, todos, tanto el equipo como los actores, me abrieron las puertas, así que fue fácil trabajar cómodo. Me ha pasado en otras partes donde la gente no te da la pasada muy rápido. Se siente que hay una especie de indiferencia y eso genera tensión. Cuando actúas en teleseries y estás frente a todas estas personas que no conoces, es difícil hacerlo bien y sobreponerte a que te tiren mala onda, más allá de que no te digan algo”.
-Ahora que has entrado al horario de las guerra de las teleseries, ¿te has tenido que preocupar del tema del rating?
“No me preocupa. O sea, claramente quiero que le vaya bien al proyecto en el que estoy, pero ojalá que a todos nos fuera bien. Somos colegas y tengo amigos que trabajan en otros canales. Así que la guerra es algo que no me compro mucho. No me interesa, me da lo mismo”.
-De a poco te estás haciendo más famoso. ¿Tienes conflictos con eso?
“Se me ha pasado. Tengo bien claro las cosas que mantengo en privado y las que no, y mi gran soporte es estar diciéndome todo el tiempo que no voy a caer en una cuestión farandulera. También le he dicho a todos que si me pongo hueón, me peguen un par de cachuchazos y me bajen los humos si es que se me llegaran a subir. No diría que nunca me va a pasar. A veces el sistema es mucho más rápido que uno”.
-¿Te reconocen mucho en la calle?
“Me ha pasado. He tenido que actuar en colegios y ahí me ha tocado el festival del autógrafo. Sobre todo en la época en que trabajé en ‘Porky te amo’, porque era una cuestión más juvenil. Hay que estar dispuesto a eso, aunque si lo puedo evitar, yo feliz, porque me es súper incómodo y tenso que me pase eso en la calle, me da pudor”.
-Entonces, eres como un actor al que no le gusta meter mucha bulla, pero tampoco la evita. ¿Se pueden conjugar las dos cosas?
“Si yo meto bulla me interesa que sea por mi trabajo y no la voy a evitar, porque a uno le sirve todo eso. Los medios de comunicación son parte de nuestra pega. Un actor es comunicador, así que hay que hacerse un poco el tonto con los pudores y las vergüenzas, para mostrar lo que uno está haciendo”.
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