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“Me interesa que mis películas generen discusión”

A puertas de su cuarto estreno en los cines nacionales, el director de “Machuca”, “La fiebre del loco” e “Historias de fútbol” habla de su marca personal en “La buena vida”, de los problemas que ha tenido para exhibirla, y de su gran pasión tras las cámaras.

07 de Octubre de 2008 | 09:01 |
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Tuvieron que pasar cuatro años para que Andrés Wood lanzara su siguiente película, desde el exitazo que obtuvo con “Machucha” (2004), film que coleccionó premios en festivales internacionales de cine (Vancouver, Portland, Philadelphia, Portugal, Ciudad de México, Bogotá, Quito, Lima, Valdivia), además de haber sido exhibida en la prestigiosa Quinzaine de Reálisateur de Cannes 2004 y de haber congregado a 6 mil espectadores en su primer día de exhibición en las salas nacionales, siendo la cinta chilena que más gente ha visto en su jornada de estreno.

No es raro entonces que haya tanta expectativa con “La buena vida”, el nuevo trabajo del cineasta chileno, que incluyó en su elenco a algunos rostros ya probados bajo su dirección, como Aline Kuppenheim y Manuela Martelli. Ambas protagonizan una de las tres historias que Wood y el diseñador Rodrigo Bazaes recopilaron en una peluquería del centro de Santiago, para después trabajarlas y llevarlas al cine.

Alfredo Castro, Roberto Farías, Eduardo Paxeco y la leyenda actoral de Bélgica Castro son otros de los actores que participan en este film.

-¿Sientes presión por la vara alta que dejó “Machuca”?
“Creo que la recepción de la película va a ser buena, porque es emotiva, cercana a las personas. Es muy distinta a ‘Machuca’, pero sí hay una línea de personajes y de sensibilidad que las relaciona. Pero la verdad es que va a ser muy difícil igualar el éxito, aunque nos fuera igual de bien, porque ya parte con bastantes menos copias. Con ‘Machuca’ salimos con 28 copias y hoy estamos con problemas para salir con 18. Está muy duro lo que es la exhibición. Los cines están con muy poca disponibilidad para mostrar cine chileno, porque hay un fuerte monopolio de las empresas americanas.
“Hay cierta competencia desleal, porque de alguna manera la estrategia de cómo meten las películas es llenando las salas y, aunque a uno le vaya bien, te van corriendo porque ellos (los empresarios americanos) exigen salas nuevas para sus películas. A mí me pasó con ‘La fiebre del loco’, que estando segundo en un complejo, me sacaron porque había una película americana entrando. Aunque después le fue peor que a mí, no importaba”.

-¿Qué le falta a la industria nacional para poder hacer el contrapeso?
“Falta decisión o crear plataformas distintas de exhibición. El cine chileno llega con muy pocas películas al año, no somos tan relevantes en la oferta total. Pero en otros países hay impuestos, hay cuotas de pantalla que hacen sobrevivir un poco más esto”.

-¿Cómo ves la calidad actual del cine chileno y sus directores?
“Por un lado está en un momento súper bueno. Hay una generación nueva haciendo un muy buen cine y hay una generación antigua, muy a caballo, haciendo nuevas películas y en ese sentido siento que está muy bien. Pero hay cosas complejas; está caro hacer cine en la medida de que nuestra pequeña industria se va haciendo más profesional. Al final cuesta más dinero hacer las películas, algo que es obvio y está bien. Pero también cuesta conseguir recursos. No veo a la televisión realmente decidida a ser parte del desarrollo cinematográfico, no veo cambios en la exhibición, donde hoy día tenemos problemas. Eso siempre va a provocar cuellos de botella como los que estamos teniendo hoy. En el fondo, es ridículo que después de ‘Machuca’ tenga problemas para meter la película a las salas. Claro, han pasado cuatro años, es mucho tiempo, y pareciera que no soy un proveedor confiable (se ríe)… Pero a eso se limita. Entonces, ¿queremos un escenario así? Yo no. Yo prefiero pelearla y salir en 5 salas, pero donde realmente cuiden la película y la quieran”.

-¿La salida está en exhibirla en otros países, como para compensar?
“Obviamente la película va a salir afuera. Tiene productores franceses, españoles, ingleses y se va a exhibir en sus países, de todas maneras. Pero, finalmente, las películas queramos o no las hacemos para Chile. Si otros las ven y les gusta, genial, y es una herramienta muy importante para que otros nos vean, pero yo, sinceramente, hago películas para los chilenos”.

-¿Es por eso que tus películas están llenas de costumbres e idiosincrasia chilena?
“Eso puede ser medio postalero o folclórico. Yo no siento que mi cine tenga que ver algo con eso. Hay una mala visión de lo que puede ser costumbrista. Claro que hay costumbres, porque estoy hablando de Chile, del país donde vivo y los personajes se mueven en las ciudades o en los paisajes chilenos.
“Si pertenezco a alguna vertiente, a mí la que me conmueve más es la neorrealista. Ese cine habla de sus espacios, de sus problemas… Muy concreto y cotidiano. Eso hace, para mi gusto, que al final las películas sean más metafóricas, más iluminadas y más llenas de lectura”.

-¿Es esa tu motivación, más que marcar identidad como país?
“Eso es una obligación y yo no hago cine por una obligación. Me interesa retratar lo que veo, lo que me gustaría decir en una historia, pero nunca con un compromiso educador. Aunque el cine en sí mismo es aleccionador, en el sentido que invita a una experiencia. Me interesa que las películas tengan un punto de vista, una posición, que generen discusión, que hagan mirarnos, aunque sea en espejos. No me interesa contar una historia por contar una historia, y en ese sentido es que me interesa que las películas sean socialmente relevantes”.

-Socialmente, ¿qué tiene “La buena vida” de relevante?
“No es que uno parta con esa premisa, pero me interesó la historia humana que había detrás de estos personajes, pero sí la película se hace cargo de un estado de cierto descontento que no está muy claro qué es, ni socialmente, ni a nivel de país. Los personajes se mueven con cierta incomodidad, independiente de que puedan tener familia, trabajo, sueños, pero muestran un cierto grado de incomodidad que está en el aire”.

-Has comentado que tienes la impresión de que tus películas tienen buena recepción. ¿Qué crees que tiene tu cine que logra eso?
“Uno, hay mucho respeto por la gente que lo está viendo, porque siempre me pongo yo como espectador, y eso que yo soy un espectador promedio, pero me gusta entender las cosas, que me lleven, que me hagan pensar, que tenga varias lecturas, pero, a la vez, que sea una película cálida en el sentido de riqueza humana. Eso después tiene buena calidad, independiente de que haya gente a la que le guste o no la película. Pero he tenido la suerte de tener buena recepción. Otros podrán odiarla, pero siento que hay un espacio ahí en el que me siento privilegiado. Desde ‘Historias de Fútbol’ para adelante siempre hay alguien que me hace pensar: oh, qué bueno que se entendió eso o qué bueno que le llegó eso que está en quinto plano y no en la historia frontal”.

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