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“Me he enfrentado a algunas críticas duras, mala leche”

Con su película en cartelera, el ex conductor de televisión y actual director de cine comenta su experiencia tras las cámaras y cómo ha afrontado los más arduos comentarios.

29 de Octubre de 2008 | 09:19 |
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El director de “El Brindis”, Shai Agosín, es recordado por el inconsciente colectivo como uno de los animadores de “El Club Disney”, por allá por los '90, recorriendo el mundo con un Mickey Mouse estampado en la polera.

Hoy vuelve en gloria y majestad a la palestra con, nada más ni nada menos, que una película bajo el brazo, una que muestra la realidad de una familia judía en Valparaíso, protagonizada por Francisco Melo, la actriz mexicana Ana Serradilla, y el argentino Pepe Soriano, quien personifica la imagen del abuelo de Shai, “un gallo muy divertido, porteño, viejo”.

El trío internacional (Melo, Serradilla y Soriano) da forma a la base de “El Brindis”, la ópera prima de Agosín y una de las películas más caras que se han hecho en el país, con un presupuesto de un millón y medio de dólares y con la coproducción de Argentina y México, que destaca el sabor latinoamericano que el mismo director quería plasmar.

-¿Por qué una alianza con México y Argentina, en vez de recurrir como todos a España?
“Creo que hay mucho de glamour en elegir a España, mucho de acercarnos a la Europa. Uno se llena la boca con el cine europeo, como si fuera lo mismo que hablar de una buena película. Tienen buenas películas, pero también tienen algunas muy malas. Siempre pensé en que haría una película latinoamericana, y a España lo siento súper lejano… Nuestra conexión, aparte de idiomática, es cero. Tenemos más conexión con Brasil, que hablan portugués, que con los españoles. Bueno, una muestra de eso es cómo nos están tratando ahora para poder entrar al país. Obviamente, me habría encantado contar con actores españoles también, pero igual nos ha ido increíble en España: quedamos seleccionados en el Festival de Huelva, en el de Lleida, en el de Madrid y nos acaban de avisar de otro, donde postularon 1.400 películas y quedaron 10… Y ahí está la nuestra”.

-Has dicho que haber hecho esta película fue como tomarse una garrafa de vino por dos años y medio, ¿por qué tanto?
“Porque fue un trabajo intenso, con tutti. Hacer una película es un trabajo larguísimo, que toma mucha dedicación, mucha concentración, perseverancia. Hay momentos en que uno dice: no, no voy a poder. Esto no me da. No me da más el mate, no tengo el financiamiento, no me gusta el guión… Por eso es que hacer una película es como tomarse un par de garrafas. Es fuerte. Además, está el hecho de que en el cine cada etapa es súper importante. Se puede tener un maravilloso guión, pero si te relajas y haces una preproducción mala, vas a filmar mal y así. Y después, por desgracia, para los cineastas chilenos y latinoamericanos en general, tenemos que hacer de todo. Nos falta la escoba para barrer en el cine. Entonces, resulta que después tienes que preocuparte de que sacan las copias, que la publicidad, que la campaña de marketing… Es un desgaste grandote, pero maravilloso”.

-Cuando estabas ahí, creyendo que esto no iba a resultar, ¿cómo te dabas ánimos?
“Para mí ha sido un sueño tan importante hacer esta película, que en los momentos en que flaqueé, me levanté al día siguiente y dije chao -una sonrisa- y démosle pa’ delante no más. Me costó. Hubo cosas como conseguir el financiamiento, con inversionistas que te cerraban 30 veces la puerta en la cara y cuando ya decías que no se podía más, te abrían una puerta. O el hecho de que yo quería tener una coproducción con México. Fue súper difícil conseguirla y después buscar a la actriz y lograr que una Ana Serradilla haya dicho que sí al guión; convencer a un Pepe Soriano, un actor argentino que ya viene de vuelta. Él hace la película que le gusta y punto. Lo fui a ver 3 veces a Argentina, para convencerlo, y al final me dijo: ya, me has molestado tanto, que ya. Voy a hacer tu película”.

-Dices que tuviste problemas para conseguir financiamiento, pero igual hiciste una película de un millón y medio de dólares…
“Es una de las películas más caras, junto con ‘31 minutos’ y ‘Chile puede’, lo que no es ningún honor, porque me habría encantado hacer una película más barata e igual de buena, pero yo siempre quise hacer una película de muy buena calidad. No me imaginaba que mi primera película fuera de presupuesto barato. Tenía ganas de poner una escena de ‘Espartaco’ y la puse y esa cuestión me costó 10 mil dólares. Así que, de alguna manera, no quise escatimar en costos, porque quería que con esta primera película, la gente fuera y dijera: Ah, chuta, hay buena calidad detrás de esto. Independiente de si les gustara o no”.

-¿Cómo lograste que los inversionistas creyeran en ti, con tu primera película?
“Fue con un esfuerzo muy grande. Fue como empezar a tejer un chaleco: al principio, uno piensa que con cualquier cosita se te va a ir un punto, pero cuando lo empiezas a armar, la misma gente empieza a ver que ya está tomando forma… Oye, ya tiene una actriz mexicana importante, ya tiene de editor a Carlos Puente, que era editor de Oliver Stone y de Jack Nicholson. Todo se empieza a juntar y la gente se dio cuenta de que era un proyecto grande, que este gallo no es un fanfarrón. Y cuando Roberto Brodsky, que es el guionista de ‘Machuca’, se unió a la película, logré la confianza de la gente chilena”.

-Has sido el primer director de cine chileno en someter su película a un focus group. ¿Por qué la osadía?
“Yo estudié cine en Estados Unidos (en la New York Film Academy) y una de las cosas que aprendí allá es que cuando uno se mete en este bosque que es la película, independiente de que se pueda tener muy claro el tema, cuando se empieza a editar es muy bueno hacer un focus. No necesariamente me va a decir cómo hacer la película, si finalmente el director se las tiene que jugar y decidir y si resulta bien, el descueve, si no, te la comes solito. Pero el focus group me sirvió mucho porque tenía dudas con algunas escenas, por estar metido en este bosque, donde se está horas y horas trabajando. Así que presentarle esto a la gente, sin que supieran que yo estaba metido en la sala, con una psicóloga dirigiendo el focus y haciendo pedazos la película, me hizo súper bien. Es algo que se debería hacer y no hay que tenerle miedo. Me da la impresión que hay muchos directores chilenos que sienten que preguntarle a alguien en un focus es como romper con el arte que están haciendo. Pero no es así”.

-¿Escuchaste cosas muy malas en el focus group?
“No. Hay algo que me metí en la cabeza, que es que cuando se hace una película hay que estar dispuesto a empelotarse en el Paseo Ahumada con Huérfanos, donde a uno le pueden gritar que es un guatón, que es lo más feo que hay. Es así, son las reglas del juego y ha sido súper despiadado. Me he enfrentado a algunas críticas duras, unas que sirven y otras que son, definitivamente, mala leche. Hay como odio, no sé… Cosas raras. Pero prefiero quedarme con el comentario de un crítico del diario El Mundo, que dijo que la película era maravillosa, que quedarme con la de la mina de La Segunda (Ana Josefa Silva), que fue mala leche”.

-¿Qué dijo?
“Es que se puede decir, por ejemplo: me parece que la historia no tiene hilo. Pero llegar y decir: dedícate a otra cosa mejor. Eso no es una crítica. Eso es mala leche y ojo, que no es conmigo. Tres días antes de que saliera esa crítica, me encontré con Rodrigo Bastidas (‘Lokas’), y me dijo: agárrate con la mina de La Segunda, porque es realmente desubicada”.

Pero la dura crítica no lo ha detenido y Shai continúa con sus proyectos cinematográficos, aunque ha abandonado varios, como el de la comedia de la despedida de soltero, porque, como dijo, no lo llenaba o el del tema de la pedofilia, por ser tan duro, que sintió que si se involucraba mucho, como lo hizo con “El Brindis”, le haría mal. Sin embargo, sigue con “Bicicleta”, una cinta sobre hiphoperos para la MTV y está absolutamente metido en lo que parece que será su segunda película en los cines: “Es la historia de un lanza chileno internacional. Ya los empezamos a entrevistar (a los lanzas) y es alucinante.
A diferencia de ‘El Brindis’, esto requiere más investigación para entender el submundo del lanza. Es maravilloso, trabajan un par de meses fuera de Chile y después vienen para acá y no hacen nada. Es una escuela de qué robar, cómo robar, cómo reducir las cosas”.

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