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Obsesionados por un objeto

El trastorno del impulso consumista puede aparecer como una manera de esconder una baja autoestima o para relajar la ansiedad que se acrecienta en esta época del año.

29 de Diciembre de 2008 | 10:54 |
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Ya nada queda para Navidad y las fiestas y publicidad copan las revistas y los avisos de televisión. Para un grupo de chilenos, las compras navideñas serán un trámite más de fin de año, pero para otros, la ansiedad se apoderará de ellos a la hora de adquirir más y más productos, haciendo temblar las tarjetas de crédito de los llamados compradores compulsivos.

“Estamos en una época del año en que es más favorable este tipo de actitudes, ya que la etapa de fin de año parece ser la más exigente en cuanto a compromisos familiares y laborales se refiere”, explica el psiquiatra de la Clínica UC San Carlos de Apoquindo, Jaime Santander, quien agrega que, al igual como hay gente que cuando está ansiosa come, hay otra que compra y se relaja.

Los casos pueden ser crónicos, como los que comenta el experto, en que un hombre puede llegar a cambiar su auto cada dos meses, perdiendo varios millones entre cada compra u otro que empeña su casa con el fin de tener más dinero para comprar cosas. En ellos, la fecha de fiestas no influiría como sí sucede en el grueso de los que presentan este trastorno de control de los impulsos.
¿Soy un comprador compulsivo?
El Departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica realizó una lista de “síntomas” que pueden ayudar a comprobar si se está frente a este trastorno:

- Se presentan impulsos excesivos y recurrentes por comprar, que pueden desencadenar problemas personales o dentro del entorno familiar.
- Existe una impulsividad y repetición del acto de comprar, sin tomarle el peso a los problemas que acarrea esta conducta, por ejemplo, cuando se gasta más de lo que se gana.
- Aparece la necesidad urgente de comprar.
- Por más que se intente controlar los gastos, se vuelve a caer en compras excesivas.
- A la larga comenzarán a aparecer las consecuencias negativas de esta conducta, desde un “agotamiento marcado, deterioro social o laboral”, hasta problemas en el trabajo y en el hogar.

“Este grupo es muy voluble a la publicidad o a la presión social, como la de la familia. También están aquellos que, además, presentan problemas de autoestima y le importa la competencia, así que para no ser menos o, derechamente, para ser más, incurren en gastos mayores a sus posibilidades reales o sensatas. Esto tiene que ver más con un tema de reafirmación personal y social”, explica.

Ellas gastan más, ¿mito o realidad?

En Estados Unidos, el impulso por comprar en exceso afecta al 6% de las mujeres y a un 5,5% de los hombres, según un estudio de la Universidad de Stanford que entrevistó a 2 mil 513 hombres y mujeres, y que llegó a la conclusión de que no habría una diferencia importante entre géneros que pueda atribuirle a ellas más inclinaciones hacia la compra compulsiva.
En Chile, hace unos años, la Universidad Iberoamericana de Ciencia y Tecnología dio a conocer su propio estudio para comprender las actitudes consumistas de los chilenos.
Para ello, observaron el comportamiento de 384 personas en el supermercado y concluyeron que el 65% de las personas son “compradoras impulsivas”, lo que quiere decir que “adquieren productos sin tenerlos planificados en su presupuesto”, como lo explica la coordinadora de la investigación, la académica de la Facultad de Economía y Negocios, Patricia Pérez.
“La gente saca recursos de donde no tiene, hecho que se agrava con los descuentos, las promociones y el horario tan extendido de los centros comerciales y otras tiendas”, comenta Pérez.

En el caso chileno y según este estudio, el 60% de las mujeres presentó comportamientos de ser compradora impulsiva versus el 50% de los hombres, representando “uno de los hallazgos más importantes, que fue sacar el mito de que las mujeres somos locas por comprar. Se pudo determinar que el hombre y la mujer son compradores impulsivos en la misma magnitud”, explicó la académica.

Sin embargo, Santander no puede dejar de mencionar un factor que hace que “el mito” no sea del todo una injusta atribución machista: “Las mujeres tienen 2 ó 3 veces más tendencia a hacer cuadros ansiosos que los hombres. Entonces, el acto de relajarse comprando es un tema que suele ser más femenino que masculino, que va más allá de nuestra realidad chilena, porque tiene que ver por cómo estamos hechos”.

El psiquiatra recomienda a aquellos que suelen perder el control con la tarjeta de crédito, “hacer una lista bien estricta, esta Navidad, de a quienes les harán regalos y qué comprarán, ateniéndose a ella, de manera de no sucumbir al impulso del momento y disminuir la tentación” por el consumo.
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