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Navidad, Año Nuevo e hijos de padres separados

06 de Enero de 2009 | 16:41 |
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Una paciente de catorce años me comentó hace algunos días:

“Estoy preocupada, no sé como serán estas fiestas. Ojala que mis papás se repartan entre ellos los días importantes, es decir, la Pascua y el Año Nuevo para no sentirme tan tironeada. Igual me preocupa como va quedar el otro con el que no voy a estar, especialmente mi papá porque lo veo como más complicado con el tema”.

Posibilitarse algo bueno Evidentemente es muy doloroso pasar la Navidad y el Año Nuevo con la mamá si el papá queda muy mal y no logra encontrar alternativas para estar bien y posibilitarse algo bueno. Si es así, al niño o al adolescente se le genera un conflicto de lealtades que le complica el disfrute de la celebración y la relación del día a día con sus padres.

Aunque puede ser muy difícil para una mamá o un papá separarse de su hijo para la Navidad o el Año Nuevo es importante intentar asumir la pena lo mejor posible por el bien de los hijos y de si mismo, lo que implica hacerse cargo de la frustración y dolor y por ejemplo, buscar acompañarse con otros familiares o amigos.

Este año tú, el otro yo Es importante coordinarse para pactar en qué fechas le corresponderá a cada padre pasar con su hijo. Es fundamental que haya un equilibrio e ir alternando el orden, por ejemplo: este año tú el 24, yo el 25 y yo el Año Nuevo y después al revés.
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Este debe ser un problema resuelto sólo por los padres. No es recomendable hacer participar a los hijos en este tipo de decisiones, para no hacerlos elegir entre su mamá y su papá. Ojala se pueda llegar a un acuerdo que perdure en el tiempo, siempre pensando en los hijos, ya que el hecho de saber con antelación permite disminuir la sensación de incertidumbre y angustia tanto en los hijos como en los padres.

Así, el niño y /o el adolescente podrá disfrutar un año la Navidad con su mamá y el día siguiente con su papá, porque es muy importante darle al hijo la oportunidad de compartir con ambos, porque esta fecha en la mayoría de las familias chilenas resulta muy significativa.

Cuando los padres tienen otra pareja Es necesario detenerse y ver con la mayor claridad posible, que es lo mejor para todos considerando lo delicado que resulta, especialmente para los hijos el hecho de que sus papás no estén juntos, obviamente dependiendo del tiempo que ha transcurrido desde la separación, la inserción de la nueva pareja y el tipo de relación que se ha establecido con ella.

Es preciso ser delicado y no pasar las fiestas con los hijos y la nueva pareja, a no ser que ésta lleve un buen tiempo de relación con ellos y manifiesten el deseo de compartir estos momentos con ella.

Para los hijos, que el padre o la madre tenga otra pareja supone perder toda la esperanza de que los padres vuelvan a estar juntos. Incluso podrían culpar a la nueva pareja de que la reconciliación no se produzca. La situación se convierte en armónica para todos, siempre que no piensen que por querer a esta persona están siendo desleales con su padre o su madre y esto es un trabajo que toma tiempo, y no se resuelve por ser navidad.

Para el adulto puede resultar muy difícil ceder o aceptar pasar fechas emotivas separados de los hijos, o sin su nueva pareja, pero es importante considerar que la estabilidad afectiva de los hijos es lo fundamental, situación que implica la capacidad de postergación. Si se decide ponderando adecuadamente por el bien de todos, a la larga este será el mejor regalo de navidad que un niño y/o un adolescente puede recibir.


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