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Pobrecito mortal

10 de Noviembre de 2009 | 17:24 |
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Florcita asegura que la manera de mantenerse vigente tiene que ver con ser un viejo sabio. “Los jóvenes huelen eso”, dice. Y esa sabiduría la quiere alcanzar descubriendo los misterios del mayor de los temores del ser humano: la muerte.

Si hasta ha hecho una ceremonia para despedir a las mascotas. Su perro Mayo y Tomasa, una gatita de su hija han sido ya despedidos a la manera florcitadiana, sin melodramas, con paz interior, “algo proteico”, como cuenta.

“Aunque no estoy cerca a vivir la muerte, sí lo estoy de entender su significado y su importancia en el nivel de conciencia más lúcida. Porque cuando tú te metes con el patrón de todos los temores, la muerte misma, todos los temores adicionales disminuyen dramáticamente”.

-¿Cómo te enfrentas a la muerte?
“Cuando pienso que me voy a morir, cuando veo que es factible. Pero como estoy dentro del contexto de mi hogar doctrinario ideológico, que es el movimiento humanista, hay parámetros y experiencias que a uno lo meten en el tema, que significa dos cosas: uno, trascender el yo y la otra, prescindir del cuerpo. Y si hablamos de eso, rozamos la posibilidad de la inmortalidad.
“En el devenir de la vida, cuando uno es adulto, tiene un futuro poco promisorio, porque el futuro que se ve es ser un viejo achacoso o un viejo verde, pero no aparece el anciano sabio, porque aparece cuando uno tiene ya más o menos claro el fenómeno de la muerte”.

-¿Cuando mueras, quieres una fiesta?
“No. porque siento que cuando una persona muere, todavía queda una especia de pila en el cuerpo que se va a agotar mientras se hacen las últimas operaciones mentales, ese descubrir que estás muerto. Yo no necesito una fiesta ni nada, sino que serenidad, nada que me distraiga, tampoco gente llorando, que lloren por sus motivos y no me usen a mí como razón.
“De repente digo que mi funeral va a ser un show, y que voy a poner unas fotos semidesnudas mías, con una polola que haya tenido, para quitarle todo ese aire de buitres negros que llora por penas ajenas al sujeto que está ahí. Y claro, hago ese chiste de que también voy a tener una lista de invitados y de rechazados para que no aparezca ningún sinvergüenza, ni un adorador de dictadores que no coincide con mi sensibilidad. Pero todo es un juego, el tema seco, el de la muerte, requiere de un contexto sereno, luminoso, amable, quizás neutro”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“De repente me engancho con las telenovelas. Las veo como se deben ver”.

-¿Cómo?
“Como idiota, cayendo redondo en todos los trucos, los más básicos: me observo queriendo un final feliz. Mi lado cursi está vivito y coleando”.

-¿Cuáles son tus favoritas?
“Me alucinan las telenovelas brasileñas, aunque les tengo terror porque me hacen marcar tarjeta; condiciono todo para llegar a verlas.
“Me gustan los finales felices, por eso con ‘Amores de Mercado’ me indigné. Cuando ser les ocurrió terminarla como thriller, fue una ilegalidad. Si estamos viendo una telenovela, terminemos como telenovela. Yo tenía una nana que decía: ‘las telenovelas son para que los ricos se casen con los pobres y los ciegos vean’”.
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