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Dada por moribunda, la alta costura demostró que resiste a la crisis

13 de Agosto de 2010 | 16:22 |
París.- Dada muchas veces por moribunda, la alta costura demostró que está viva y resiste a la crisis, con desfiles espectaculares como los de Dior y Chanel, mientras casas más pequeñas, como Franck Sorbier y Gustavo Lins, mantienen la perfección, haciendo todo ellos mismos y reciclando materiales.

Sorbier presentó piezas perfectas, entre ellas un maravilloso abrigo "color del tiempo", como el del cuento de "Piel de Asno", todas ellas fabricadas a mano en su pequeño taller del barrio del Marais, no muy lejos del del modista brasileño Gustavo Lins.

"Hago todo yo mismo. Pocos modistas saben ahora hacer un vestido de A a Z. (Cristóbal) Balenciaga lo hacía, en cuanto que ahora, sólo lo hacen Azzedine Alaïa y Adeline André", dijo el modista en entrevista con la AFP.

Adeline André es una creadora francesa que como Sorbier es miembro "oficial" de la Alta Costura, una apelación exclusivamente parisina, jurídicamente protegida y que incluye ahora sólo diez casas, contra 24 a fines de los años 80.

André presentó el lunes un aplaudido desfile con una sola pieza básica: un vestido largo con volantes de todos los colores-, que se descomponía y recomponía en una decena de vestidos, como un rompecabezas.

Sorbier y André son los grandes artesanos de la Alta Costura, que hacen desde el diseño hasta las puntadas de un vestido, y que a diferencia de las grandes casas, como Dior y Chanel, no cuentan con millonarios respaldos financieros.

Chanel pudo por ejemplo erigir un enorme león dorado de siete toneladas y varios pisos de altura en su desfile del martes por la noche en el Grand Palais, en cuanto que Dior convirtió el museo Rodin en un jardín florecido.

Esas grandes casas, cuya división de la alta costura les sirve sobre todo para dorar su imagen, y vender más perfumes y accesorios, envían sus diseños a ser confeccionados en talleres artesanales, a diferencia de Sorbier, Gustavo Lins y Adeline André, cuyos ayudantes se cuentan con los dedos de una mano.

Sorbier cuenta que pasó decenas de horas armando el traje de novia, Gustavo Lins asegura que hasta los zapatos fueron hechos en el taller, y que usó para algunas prendas materiales y pieles recicladas.

El creador francés cuenta que para el vestido de novia había diseñado seis volantes de tul, pera tuvo que conformarse con sólo cuatro. "Hay que adaptarse", dijo Sobier, cuyo desfile, aunque no fue espectacular como los de Dior y Chanel, contó con una escenografía teatral.

Utilizó como única decoración las ramas de un gran árbol en un salón de la casa de subastas Sotheby’s. Y neblina y luces, lo que confirió al desfile un ambiente etéreo.

La colección que presentó el miércoles contrasta con la de enero pasado, que fue toda negra, dramática, inspirada en tragedias griegas y españolas.

Esta en cambio estuvo llena de luz, de color, de optimismo. Sólo cerca de la mitad de los trajes eran negros, su color favorito.

"Es casi una colección de postguerra, con una noción de optimismo, de reconstrucción, de aire nuevos", dijo optimista, porque ya se ve la luz al final del túnel.

"Pero todavía dan ganas de "protegerse de las dificultades, de envolverse en materiales suaves ", dijo Sorbier, que propuso por eso grandes abrigos, que arropan la silueta, protegiéndola de todos los elementos. "Se precisa también el confort", señaló.

Las modelos, cada una de ellas escogida por el modista por "una actitud especial", desfilaron lentamente, deslizándose y coqueteando con el árbol, el espacio, los fotógrafos, el público. "En los desfiles la mayoría de las veces uno se fija más en el espectáculo, que en los trajes", reprochó.

"Y la alta costura no es eso, es arte, es emoción, es un momento de gracia", dijo Sorbier, que citó en el programa para presentar su colección una frase de Jacques Prévert: "se debe tratar de ser feliz, aunque sea sólo para dar ejemplo".

"Hay que reaprender a ser festivos, aunque ya no se debe caer en los excesos anteriores" a la crisis, concluyó Sorbier en la entrevista.

En el último día de los desfiles, la pasarela de Jean Paul Gaultier fue festiva, vibrando con un striptease de la bailarina nudista Dita von Teese, ataviada de negro de la cabeza a los pies.

Invitar a Dita fue "casi un pretexto", porque en realidad, a ella "le gusta desvestirse para vestirse mejor", declaró Gaultier a la prensa tras el aclamado desfile, en el que presentó cerca de 50 modelos.

La exultante bailarina nudista, ex mujer del cantante Marilyn Manson, hizo un breve número en el que descubrió paulatinamente un corsé color carne con forma de esqueleto negro, una alusión de Gaultier al "deshuesado" de los trajes, a su estructura, explicó el modista.
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