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Jorge Aedo: “Muchos años me molestó que me dijeran ‘número uno’”

Famoso por su personal manera de presentar el top de los rankings, este locutor todavía sufre las consecuencias de un accidente en moto sufrido a principios de este año. Aún no sabe si quedará cojo, pero bromea con el asunto. Liviano de carácter, por lo visto, cuenta que el entrevistado que mejor le ha caído es nada menos que Luis Miguel. Hasta salió a carretear con él, pero no consiguieron ninguna mina.

23 de Marzo de 2011 | 08:41 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Carla Pinilla, El Mercurio.
Aún camina ayudado con una muleta y la herida en su tobillo izquierdo, producto de una fractura expuesta en la tibia y el peroné, aún no cierra. Sin embargo, Jorge Aedo, locutor “taquilla” de los años 80 y 90, no parece quejarse mucho por las secuelas que dejaron en él su accidente de moto sufrido en enero pasado. Al contrario, con bastante humor entre sus compañeros, se pasea por los pasillos de FM Tiempo.

Es cartógrafo, pero desde los 19 años quiso dedicarse a la locución. Aedo, fue de esos jóvenes insistentes que tocaba las puertas de las radios esperando una oportunidad. A pesar del poco entusiasmo familiar por su hobbie, sabía que si desde los 9 años había estado leyendo en voz alta El Mercurio y durmiéndose, escuchando las voces de los locutores en su radio a tubo, algo de preparación tenía para entrar. Y así fue. Tras ser escuchado por sus futuros colegas, comenzó una carrera de casi 30 años, los que también tuvieron una larga temporada en la televisión, en lolos y grosos programas de la época, como “Extra Jóvenes” y luego “Sábado Taquilla”. Allí eternizó su ranking encabezado por el “número uno, número uno, número uno, número uno, número uno...”. Hoy, tras haber hecho las voces en off en algunos matinales y dedicado casi por entero a la radio y a su empresa de producción de comerciales y producción de sonido, conduce “El gusto de volver a casa”.

Y fue precisamente volviendo a su hogar, montado en su Vespa, que el locutor terminó tirado en la calle pidiendo ayuda.

“Iba por Florencio Barrios y de repente, de un condominio, salió un tipo y se me tiró en contra. Yo traté de aguantar hasta el último minuto para tirar la moto, a ver si se hacía a un lado, pero nunca lo hizo. Cuando ya me iba a chocar, la tiré y al dejar de acelerar, cayó y fue como que un cuchillo cortara mi pierna. De hecho, mi pie estaba para cualquier lado”, cuenta Jorge, hoy reforzado con siete pernos y una placa en su tobillo. “Me hicieron un injerto en el pie, pero no funcionó. Imagínate, me rechacé yo mismo. Así que el médico, en vez de hacer otra operación, me dijo que tratáramos de probar a través de curaciones, a ver si se va cerrando”. De eso, va para los tres meses.

“En el auto iban dos gallos, que iban raja de curados. Se bajó el copiloto y se fue a su casa. Y al chofer le dije: ‘Mira cómo me dejaste, ¡ayúdame!’. ‘No, no, no, compadrito’, me dijo. ‘Oye, huevón, ¿te vas a arrancar?’. ‘Sí’, me contestó, y se fue. Tuve suerte que el siguiente auto que pasó era de la Lucía López -que es periodista en el 13 y nos conocemos-. A la pobre le dejé el auto lleno de sangre. Pero mira el mundo que es chico; la mamá de la Lucía es vecina del copiloto y así dimos con el tipo. Él ya fue citado al juzgado, pero no se ha presentado y le queda una citación más. A través de él vamos a llegar al piloto”.

-¿Y no has ido a tocarle la puerta?
“No. Hay un juicio y mejor que no vaya, porque así lo está reconociendo. Si no se presenta ahora, tendrá orden de arresto. Eso sí, no me da rabia”.

-¿No te dio rabia que te dejaran tirado en la calle con fractura expuesta y todo?
“No, es raro. Y estoy súper claro que él no me va a pagar ni uno, ni por la moto ni por lo que he gastado en doctores, pero no voy a dejar de hacer lo que tengo que hacer. Es parte de la vida no más. Tampoco soy tan ‘om’, pero soy más realista”.

-¿Vas a quedar cojo?
“El doctor de los huesos todavía no puede decir si sí o si no, pero no me complica. Bailaría cumbia”.

-¿Con qué música te sientes más identificado, la de los 90 o 80? ¿Qué generación marcaste más?
“La gente me liga a los 80, pero yo me siento más de los 90. La radio Tiempo, en los 80, pegó súper fuerte, y yo era casi la única voz que tenía. Así que siento que la gente me asocia mucho con esa época, y no con los 90. Además, esa década, la de los 90, no es una cuestión de calendario, sino que de un tipo de música que finalizó en 93, 94, cuando también cayó el ‘Sábado taquilla’”.

-¿A quiénes tuviste la suerte de entrevistar?
“La gente se acuerda mucho que hicimos Nirvana en Buenos Aires. Yo entrevisté a los otros dos integrantes, pero con Kurt Cobain estuve en el escenario mientras él tocaba, a menos de 5 metros. Con Eric Clapton también estuve en Santiago, mientras él tocaba la guitarra. Estuve con Sting, hice el Festival de Viña cuatro veces, con las entrevistas en backstage...”.

-¿Te pusiste nervioso con alguno?
“Sí, -y de hecho, está en internet- con el que fue el guitarrista de Queen. Le dije que me ponía nervioso por lo significaba, pero entre medio entrevisté a Sting, Cyndi Lauper, Bon Jovi, Luis Miguel... Pero con él fue raro, me pesó la historia”.

-¿Algún entrevistado pesado?
“Eros Ramazzotti, un creído, no pescaba. Y buena onda, Luis Miguel. Salimos hasta a carretear”.

-¡¿Saliste con Luis Miguel y fue tu entrevistado más simpático?!
“Cuando hay una cámara, cambia el tipo. Lo que pasó fue que, el año 93 o 94, Antonio Vodanovic me invitó a una comida con él (Luis Miguel) en un restaurante. Antonio es malo para trasnochar, así que se fue temprano y me pidió que saliera a carretear con él y me lo dejó encaletado. Nos fuimos a un pub que tenía Miguelo, en Los Cobres de Vitacura. Entramos por atrás, para que no nos vieran. Y cuando estábamos tomando, como era un martes femenino, Luis Miguel preguntó si podíamos salir al escenario. Lo presentaron y las minas juraban que era el doble. Ni una se subió al escenario, nada. Después llegamos a una discoteque y tampoco nos creían. A mí me dejaban entrar gratis por salir en la tele, pero los otros tenían que pagar. Y yo trataba de explicarles que era Luis Miguel pero no nos creían. Al final, nos hicieron un VIP y la gente empezó a cachar que era él. Aunque no nos pescó ninguna mina, nada. Después lo fui a dejar al hotel y chao. Yo no lo había entrevistado todavía, pero a raíz del carrete, me dio una entrevista al día siguiente y salió bien simpática”.

-¿Son amigos?
“No, nunca cultivé las amistades. En esa época, todo iba muy rápido. Me tocaba viajar mucho y llegaba casi a cambiarme de ropa no más a Santiago. Era una vida loca.
“Yo me separé durante esa época. Ese ritmo de vida te pasa la cuenta después. El programa era puro viaje, y además, era súper brusco el hecho que me conocieran en la calle”.

-¿Y no echas de menos eso?
“No, me reinventé hace mucho años, aunque eso casi siempre es súper difícil de hacer para la gente que sale de la televisión... Aunque tú no sales, la televisión te saca. A mí también me sacó. La gente no se sabe ubicar en esta nueva vida donde ya no eres tan conocido, no te llegan tantas invitaciones o no te llega ninguna de plano y tienes que empezar a pagar. Pero el proceso para mí fue decantando de a poquito. Después del ‘Sábado taquilla’ estuve en el ‘Buenos Días a Todos’, hice unos concursos, estuve en la voz en off en el matinal del 13, un año fui productor musical del Festival de Viña... Entonces, como que no se cortó todo de golpe y en ese proceso fui inventando esta otra faceta de empresario que además me tiene súper entusiasmado”.

-Hoy, ¿eres el número uno de la radio?
“No”.

-¿Quién lo es?
“No sé, (Pancho) Melo está aquí. Él debe ser el número uno. Nicolás y Fernando Larraín también”.

-Pero tú estás en radio desde mucho antes que todos ellos.
“Pero esto no es un regimiento. La antigüedad no hace grado”.

-¿Qué lo hace?
“En radio debería ser el talento, pero no sé. No me siento el número uno. Además no tengo la personalidad para eso. Muchos años me molestó que me dijeran número uno, me cargaba. ¡Hola, número uno!, me decían en la calle. Hoy entiendo que es de cariño, pero yo lo sentía casi como un garabato”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me gustan los caballos. Tengo dos. Tino, que acaba de ganar un clásico el jueves antepasado y el otro es Puerto Tranquilo, que ha ganado tres veces seguidas. Los tengo en el Hipódromo y en el Sporting. Cuando chico me gustaba jugar, pero ahora que tengo caballos, ya no lo hago”.

-¿Nunca te enviciaste con eso?
“No. La gente se asusta y con razón. Pero lo máximo que he apostado han sido cien mil pesos al Tino cuando debutó, y perdí. Hoy ya no juego”.
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