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TV y refrescos pequeños hábitos que alimentan la obesidad

Papas fritas, gaseosas y carne, entre comida "mala". TV y falta de sueño y de ejercicio también son dañinos.

23 de Junio de 2011 | 14:23 | Por Julie Steenhuysen, Reuters
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Agencia

CHICAGO. - Apenas algunos malos hábitos, como mirar televisión, comer papas fritas, tomar un refresco azucarado en el almuerzo o quedarse despierto hasta tarde pueden colaborar con un aumento de peso sostenido con los años, informaron investigadores de Estados Unidos.


Mientras que la mayoría de los estudios sobre dietas se centran en los cambios necesarios para ayudar a las personas obesas a perder peso, la investigación de un equipo de Harvard mostró que pequeñas modificaciones en la alimentación y el estilo de vida pueden tener un gran impacto en la salud.


El estudio se concentró en opciones de estilo de vida -alimentos, actividad física, hábitos de sueño- que lenta y paulatinamente influyen en el peso. Los investigadores destacaron que la calidad de las opciones alimenticias y no sólo las calorías, son claves para mantener un peso saludable.


"Estas pequeñas opciones suman", dijo el doctor Dariush Mozaffarian, de la Escuela de Salud Pública de Harvard y del Brigham and Women’s Hospital, cuyo estudio fue publicado en New England Journal of Medicine.


"Dado que el aumento de peso es tan gradual y ocurre durante muchos años, ha sido difícil para los científicos y las personas en sí comprender los factores específicos que serían responsables", añadió Mozaffarian, que dirigió el estudio.


Para llegar a este resultado, el equipo analizó datos de 120.877 hombres y mujeres estadounidenses que participaron de tres estudios amplios de profesionales médicos, los cuales rastrearon los cambios en los factores de estilo de vida y peso cada cuatro años, por un período de dos décadas.


Todos los participantes tenían peso normal y eran saludables al momento de iniciarse la investigación. Con el tiempo, aumentaron un promedio de 1,59 kilogramos (kg) durante cada período de cuatro años, con un incremento total promedio de 7,6 kg al final de los 20 años de estudio.


Los alimentos que más contribuyeron al aumento de peso en cada período de cuatro años fueron las papas fritas (0,76 kg), las papas (0,58 kg), las bebidas azucaradas (0,45 kg), las carnes rojas no procesadas (0,43 kg) y las carnes procesadas (0,42 kg).


Más de un tercio de los adultos y casi el 17 por ciento de los niños de Estados Unidos son obesos, lo que aumenta sus probabilidades de desarrollar problemas de salud como la diabetes tipo 2, la enfermedad cardíaca, la hipertensión, la enfermedad de hígado graso y algunos cánceres. Las enfermedades relacionadas con la obesidad representan casi el 10 por ciento del gasto médico estadounidense, o unos 147.000 millones de dólares anuales.

Comida mala

Mozaffarian dijo que comprender las formas de evitar que las personas engorden sería una política más efectiva que hacer que bajen de peso una vez que se vuelven obesas.


Quienes perdieron o mantuvieron su peso en el tiempo durante el estudio solían comer muy pocos alimentos procesados.


"Frutas, vegetales, granos integrales y frutos secos: si uno aumenta su ingesta, perderá peso, presumiblemente porque está reemplazando otros alimentos en la dieta", explicó Mozaffarian.


El estudio contradice la idea de que todos los alimentos son buenos si se consumen con moderación.


"La idea de que no hay comidas ’buenas’ o ’malas’ es un mito que debe derribarse", dijo Frank Hu, de Harvard, que trabajó en la investigación.


Mozaffarian indicó que las distintas comidas tienen diferentes efectos sobre el cuerpo.


"Uno no puede decir simplemente que una caloría es una caloría. Eso no satisface los deseos de saciedad, los niveles de glucosa, los niveles de insulina en sangre y otras respuestas biológicas en el cuerpo", añadió.


En el estudio, los cambios alimentarios parecieron tener el mayor impacto sobre el aumento de peso con el tiempo, pero otros cambios en el estilo de vida también ayudaron.


Por ejemplo, mirar una hora de televisión por día sumó 0,14 kg durante un período de cuatro años.


El sueño también jugó un papel clave. Las personas que dormían entre seis y ocho horas eran menos proclives a aumentar de peso durante el período de estudio.


Pero quienes dormían menos de seis horas o más de ocho, solían engordar. Y cuando las personas aumentaban su actividad física, solían aumentar menos de peso durante el período estudiado.


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