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¿Tu hijo es muy tímido? Cuidado, podría tener ansiedad social

Muchos padres consideran que sus hijos adolescentes son bastante retraídos y aislados. Y, si bien puede ser una característica de la edad, a veces esconde un trastorno que podría desencadenar depresión y abuso de alcohol y drogas.

21 de Octubre de 2011 | 16:37 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Jorge Sánchez, El Mercurio.
“Esto en verdad sí me esta afectando mi vida diaria. Ya no quiero seguir en este estado de amargura, de apatía, de odio contra todo y contra todos. Me cuesta trabajo hablar con gente que no conozco, sudo y siento que me pongo roja, y los fines de semana prefiero estar en mi casa por temor a salir a la calle”.

El testimonio es de Naty, una de las tantas jóvenes que se han atrevido a confesar el trastorno que por muchos años le ha estado afectando, no dejándole tener una vida normal ni disfrutar de la compañía de las personas, como lo es la ansiedad social, también llamada fobia social.

Se trata de un tipo de trastorno de ansiedad, que puede llegar incluso a impedir que una persona salga de su casa por el terror que le provoca que la miren, la juzguen o que el resto note su exacerbado nerviosismo al hablar.

Los problemas que suele enfrentar quien padece esto es sentir un miedo exagerado a hacer o decir algo que le deje en vergüenza, sonrojarse, sudar, temblar e, incluso, vomitar antes de eventos que incluyan personas desconocidas. A eso se le suma que solo ir al colegio o al trabajo significa una preparación mental de hasta semanas de anticipación.

El problema se agranda cuando los padres de un menor que padece este trastorno, confunde el mal con un simple retraimiento de su hijo/a, ya que, de no recibir tratamiento, puede acarrear cuadros de depresión y abusos de sustancias.

Así lo indicaron unos investigadores esta semana en la revista Pediatrics, donde se informó que si bien es una minoría la que padece este trastorno entre los adolescentes, se debe tener mucho cuidado con solo calificar de “tímido” al menor, ya que, generalmente, son pocos los que buscarán por iniciativa propia ayuda profesional.

“Hace poco me di cuenta de que tenía este problema, pero no sabia cómo llamarlo. Ya le dije a mi padre y lo único que me dijo es que diera que no lo tengo (...) O sea, como negarme a mí misma algo que esta ahí. Y pareció no darle importancia, como si fuera cualquier tontería, como fobia a las ratas”, agregó Naty a su testimonio.

La angustia que paraliza

Para comprender mejor el trastorno de ansiedad social, y no confundirse, es preciso saber que se genera por factores hereditarios -padres ansiosos- y un ambiente que no le permita al menor desarrollar satisfactoriamente sus habilidades sociales, como los hogares sobreprotectores.

Así lo explicó el psiquiatra del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, Jaime Pereira, quien agregó que es normal que se sienta cierta timidez cuando se conoce a alguien, pero que quienes sufren el trastorno sufren por la angustia que le genera ser observado por alguien nuevo.

“No se puede funcionar normalmente, y de ahí empiezan a haber alteraciones escolares, sociales, rechazo escolar, empezar a sentir dolores abdominales, un aumento del tránsito intestinal, pesadillas, alteración del sueño (...) Un adolescente puede querer realmente acercarse a sus pares, pero la angustia es tal, que se paraliza”, afirmó Pereira.

De ahí que se puedan desarrollar depresiones, ansiedad crónica y un peligroso abuso de alcohol y drogas entre los afectados, que les sirve de “ansiolítico” para desenvolverse mejor.

Es por esto que es importante estar atentos y acudir en ayuda del adolescente, antes que su trastorno empeore. “En el tratamiento se ocupan talleres de habilidades social para enfrentarse con otros y disminuir la ansiedad, y también hay apoyo farmacológico, si es necesario”, explicó el psiquiatra.
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