Juan Eduardo López, El Mercurio
Los casos de maltrato a menores por parte de empleadas domésticas, profesores o sus propios familiares, hacen que los padres se pregunten si están dejando a sus hijos en las manos correctas y les surja la duda de que quizás hay una situación de ese tipo debajo de sus narices. Esta semana, la
difusión de un video que mostraba a una nana golpeando y mordiendo a un niño de dos años en Concepción, hizo que estas inquietudes estén más presentes que nunca.
Según Karla Álvarez, psicóloga de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología para la Infancia y Adolescencia (SOPNIA), lo primero que se debe verificar al escoger una nana, es que sepa discriminar lo correcto de lo erróneo, los peligros, "todo lo que tenga que ver con capacidad cognitiva y de juicio".
"Segundo, que tenga la capacidad de empatizar, de visualizar al niño de acuerdo a la edad que él tiene y no de acuerdo a lo que se espera de él", afirma la especialista, agregando que muchos adultos cometen abusos no por maldad, sino porque tienen una idea errónea de lo que los niños deberían ser en una determinada etapa.
Otra cosa que debería buscarse en una nana, según Álvarez, es un pensamiento flexible, "porque cuando hay un pensamiento muy rígido -y hay estudios que lo demuestran- hay mayor riesgo de violencia". También hay que poner atención a su capacidad de auto observarse y de reconocer sus errores.
Respecto a la historia personal de las empleadas, Álvarez estima que "haber sufrido violencia en la infancia no es una condición que inhabilite a la nana para el ejercicio de la tarea". "Lo que marca la diferencia es lo que la persona ha hecho con su propia biografía (…) si la persona es tan rígida y dice 'no, a mí no me pasó nada cuando me pegaron, a mí nunca me afectó', yo no la tomaría", recomienda.
Pero, ¿qué ocurre cuándo ya hay alguien que se hace cargo de los niños? ¿Cómo se puede saber si existe maltrato? Según la especialista de la SOPNIA, las principales señales se dan en los niños. En el caso de los más pequeños, el principal síntoma de agresión es el que la psicóloga identifica como "hiper vigilancia".
"Están alertas a cualquier estímulo, porque tratan de controlar su propio comportamiento para evitar aquello que es inevitable, que es el coscorrón, el pellizco o la cachetada. Por eso van a estar saltones ante el abrazo, ante la crítica, un guiño del ojo, cualquier estímulo les produce una amenaza", afirma.
Otra señal clara puede verse en la actitud de los niños durante los juegos. Según la psicóloga de la SOPNIA, para los niños agredidos, esta instancia "deja de tener un principio o un final y pasa a ser de descarga".
Otros signos incluyen pesadillas y pérdida de la confianza en el resto, debido a que, en el caso de que haya violencia, "hay un vínculo que debería ser de cuidado y de confianza que se vuelve impredecible", afirma Álvarez, aunque advierte que estos últimos síntomas cuentan para cualquier situación de abuso con alguien que debería cuidar a un niño, lo que incluye a profesores y padres.
