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María Isabel González: “Salir del clóset es un proceso que nunca termina”

Esta consejera de jóvenes homosexuales devela el duro proceso que viven los adolescentes antes de enfrentar a sus padres y amigos. Asegura que el proceso es muy difícil porque somos una sociedad heterosexista.

30 de Mayo de 2012 | 12:18 | Por María José Errázuriz L.
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Jose Luis Risetti

Los niveles de angustia que los jóvenes gays y lesbianas expresan cuando llegan a la consulta de la enfermera matrona María Isabel González no se los quisiera nadie. Aparte de estar viviendo, en muchos casos, el bullying homofóbico en silencio, se sienten cada vez más desesperados por querer contarles a sus padres qué es lo que les pasa, pero los invade el terror de que la reacción sea el rechazo y la incomprensión.


Aunque entre sus pacientes no se han registrado casos de suicidios, sí varios de ellos han tenido en algún momento una idea al respecto, razón por la que la consejería se hace fundamental.


“Los chicos enfrentan varias salidas del clóset; primero con ellos mismos, después con los papás, y los amigos y así. Salir del clóset es un proceso que nunca termina y eso es muy injusto; en cada nueva situación, en cada nueva circunstancia, en cada nuevo grupo de amigos, trabajo, ellos tienen que estar decidiendo a quién le cuentan y a quién no”, dice.


María Isabel González inició su labor como consejera hace muchos años en el campo de la sexualidad y prevención del embarazo adolescente, pero rápidamente descubrió que muchos de los jóvenes que consultaban lo hacían por su identidad sexual.


Hoy, ayuda y acompaña a los adolescentes (y sus padres) que recurren a ella en el centro Ser Joven de Lo Barnechea, así como asesora a grupos homosexuales como Queer UC, la fundación Iguales creada por Pablo Simonetti, entre otros, y la organización Joven Confundido.


Reconoce que muchas cosas han cambiado en la sociedad chilena como para que los jóvenes estén saliendo del clóset en la adolescencia o etapa universitaria y no a los 30 o más años como ocurría hace algunas décadas. Sin embargo, afirma que la discriminación, violencia y bullying siguen estando presentes y con mucha fuerza.


“Pero pese a todos los cambios que veo, como que del tema ya se habla, la vida del homosexual en Chile sigue siendo muy difícil porque se las hacemos difícil. La cantidad de chicos que lo están pasando mal, pésimo, son muchos”, asegura.

-¿Puede un joven definirse homosexual en la adolescencia?
“Sí, sin ninguna duda. Hay modelos teóricos que explican cómo se va desarrollando una identidad homosexual; esto parte en la niñez que es cuando empiezan a sentirse diferentes a sus pares del mismo sexo, aunque son sensaciones inespecíficas. Cuando se llega a la adolescencia y emerge el impulso sexual, aparece la atracción por los del mismo sexo. Lo que se está viendo hoy es que los adolescentes son capaces de definirse y estar seguros de que su identidad es gay o lesbiana a edades más tempranas, a pesar de que por su desarrollo la identidad no está totalmente consolidada hasta finales de la adolescencia”.

-¿Cuándo recurren a ti por consejería lo hacen porque quieren convencerse de que son homosexuales?
“Depende de la etapa en la que lleguen. Algunos están confundidos y esa puede ser su principal angustia; pero quienes lo tienen claro, su tema es cómo enfrentarse a la familia”.

-¿Te han tocado jóvenes que lleguen confundidos y al final del proceso se definan heterosexuales?
“A mí nunca, pero probablemente es porque me llegan chicos que ya están definidos. Posiblemente hayan casos así; de hecho las investigaciones señalan que alrededor de los 12 años hasta un 25% de los niños dice tener alguna duda o cuestionamiento de su orientación sexual y esa es una cifra alta. Sin embargo, disminuye, queda en un 3 o 5% cuando tienen 18 años”.

-Hace 30 años, ¿ese reconocimiento era más tardío por la represión social?
“Lo más probable es que esos hayan sido factores que influyeran. Hoy no está aumentando la cantidad de personas que se definen como homosexuales, sino que los jóvenes se atreven a asumirse como tales y lo hacen más tempranamente. Eso, sin duda, que está generando otro tipo de contexto, porque es muy distinto que un joven salga del clóset cuando ya no vive con sus padres que cuando todavía depende de ellos”.

-Hablas de que la mayor angustia de estos jóvenes es salir del clóset en el entorno más cercano.
“Sí, sus mayores temores son la reacción de la familia y el círculo cercano de amigos. Y el tema refleja que no sólo se debe educar a los padres, sino que también a los amigos, porque muchos no saben qué hacer cuando un par les cuenta que es gay o lesbiana. Algunos los apoyan, pero otros se complican, y terminan aislándose”.

-Dices que el mayor miedo es frente a los padres. ¿Eso no resulta contradictorio cuando se supone que los padres son el amor incondicional?
“Es así, los padres son los que más te tienen que cuidar, pero muchos chicos crecen escuchando a su papá o a su mamá diciendo que ‘prefiere un hijo muerto antes que maricón’.
“El discurso homofóbico está en la casa porque somos un país totalmente heterosexista; la única forma de relación que consideramos y esperamos es entre dos personas de distinto sexo y todos somos educados y socializados de esa manera. Todo el mundo educa a sus hijos para que les guste alguien del sexo opuesto. Los padres incluso se complican cuando tienen que explicarles a sus hijos qué es la homosexualidad. Está el temor de que si uno lo conversa o lo muestra, esto se pega... que se induce a que ello ocurra.
“Cuando un adolescente se enfrenta a su impulso homosexual le da mucho susto porque no es lo que ellos esperan ni sus padres, ni sus amigos”.

-¿Cuándo los jóvenes viven esto en silencio, a qué riesgos se enfrentan?
“Varios, pero todas las dificultades que los jóvenes deben enfrentar provienen del estigma y condena social. Si esto no fuera así, el proceso sería igual que el que hacen las personas heterosexuales, es decir, no tendrán susto por lo que sienten frente a una persona.
“Los riesgos son de diverso tipo, se van para adentro, se aíslan, se pueden reprimir y deben hacer grandes esfuerzos por esconder lo que les está ocurriendo. Tienen mayor riesgo de suicidio, pero no todos se enfrentan a lo mismo porque dependerá de factores individuales y el soporte que tengan. Además, enfrentan el bullying homofóbico que tiene características muy particulares porque se vive en silencio, no se denuncia, no se le cuenta a los padres que lo molestan diciéndole ‘maricón o fleto’”.

-¿Caen en más riesgo de ser acogidos por personas desviadas?
“Ese riesgo es secundario de otro porque como cualquier adolescente tienen la necesidad de encontrar pares que les pasen las mismas cosas y recurren a las redes sociales. Están muy solos porque en su grupo están generalmente disimulando, mintiendo, lo que los hace sentir peor porque en esa etapa de la vida se debe mucha lealtad al grupo.
“El riesgo de caer en manos inescrupulosas en internet es el mismo de cualquier chico heterosexual; la diferencia es que el joven homosexual siente más necesidad de estar en la red”.

-¿Hay un prejuicio frente a que los homosexuales son promiscuos o viciosos?
“Absolutamente, el tema es que todos fuimos socializados así; todo eso se ve en los heterosexuales. El tema es que estos prejuicios hacen que los jóvenes tengan más dificultades para definirse porque de alguna manera ellos también sienten que tienen algo malo”.

-¿Y eso se da porque al homosexual sólo se le ve desde una dimensión sexual?
“Exactamente. Y eso es lo que les pasa principalmente a los padres; cuando un hijo sale del clóset los padres entran en él, porque empiezan a vivir el mismo proceso de confusión y angustia que vivieron sus hijos. De alguna manera los padres sienten que su hijo se cae del pedestal, se rompen todas las expectativas que se tenían sobre él; lo único que visualizan es la sexualidad de sus hijos y no que son buenas personas, que pueden ser buenos estudiantes y profesionales”.

-¿Qué demandan esos padres cuyos hijos han salido del clóset?
“Muchos quieren parar de llorar. En el momento del shock se pueden decir cosas muy duras; que se quieren morir ellos o que ojalá ese hijo no existiera. Además, tienen un dolor profundo y sienten que muchos no los comprenden cuando les dicen que ‘nada es tan grave si la homosexualidad no es una enfermedad’.
“Hay que trabajar con ellos sus miedos, sus culpas, porque muchas veces empiezan un pimponeo entre ellos sobre cuál de los dos es el culpable: ‘tú lo mimaste mucho’ o ‘fuiste muy estricto’. También hay muchas rabias como ‘por qué me haces esto’ y otros entran en una suerte de negación donde nunca más hablan del tema.
“Siempre hay algo que trabajar cómo decidir la forma en que se enfrenta el tema con la familia. Esto es un proceso donde los padres tienen que elaborar un duelo en el entendido de que ese hijo sigue siendo el mismo, con todas sus virtudes y defectos”.

-¿Cuando un joven sale del clóset, es necesario que lo sepa todo el mundo?
“No, no es necesario. Lo más importante es que ellos salgan del clóset con sí mismos, que se asuman y después con los padres. De ahí viene la distinción entre lo que es secreto y lo que es íntimo, privado; la diferencia es sutil, pero potente. Cuando las personas sienten que han hecho algo malo, se protegen y eso lo hacen mintiendo, con un secreto, es decir, si elaboran que ser gay es malo, lo ocultan y mienten. Si al contrario, no ven su condición como algo malo pueden optar por guardarse ciertas cosas, reservarlas, cuestión que es una elección. La mentira o el secreto no es una elección, es una obligación. El decidir no contarlo forma parte del resguardo de la intimidad. Ellos tienen que ser capaces de decidir a quién, cómo, cuándo y qué cuentan”.

-¿Uno de los conflictos de los padres es cómo decirles a los hermanos más pequeños?
“Muchos tienen dudas de que si un hijo es gay o lesbiana también lo puedan ser los otros. También otros tienen el susto de que esto se pueda pegar, que se contagia y por eso el cómo y cuándo decirle a los hermanos es una decisión de la familia. El camino puede ser educar en la diversidad y eso no es incitarlo a eso”.

-¿Es necesario que los jóvenes salgan del clóset?
“Sí, lo ideal es que salgan del clóset, porque es la única forma de integrar un aspecto tan potente de la identidad personal; si no es vivir siendo lo que no se es. Ahora no siempre es conveniente y por eso en la decisión de hacerlo deben evaluar las ventajas y desventajas”.

-¿En la negación de los padres, hay un intento por someter a los jóvenes a terapia para que se ‘reconviertan’?
“Hay un grupo de padres que lo va a buscar y también un grupo de jóvenes, como en un intento de que eso se pase. Ahora, la orientación sexual no se puede cambiar, está comprobado y por eso, hay que acogerlos”.


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