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Flojear o descansar, ¿cuál es la mejor opción para recuperar la energía?

Los días grises son propicios para no querer hacer nada. Pero una cosa es el descanso y otra muy distinta la flojera, con la cual se pierde la voluntad.

29 de Junio de 2012 | 07:00 | Por Francisca Vargas V.
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Álex Valdés, El Mercurio
Quedarse en cama, dormir hasta tarde y no querer hacer nada, son los deseos que nos embargan en la semana, cuando la rutina y el trabajo agotan nuestra energía.

La añoranza por un momento de calma sin obligaciones se vuelve una súplica. Entonces, apenas se lograr tener un momento en calma, el cuerpo se desploma, literalmente hablando. Esto si se tiene suerte, porque hay quienes ni siquiera lo logran y su "descanso" proviene sólo de las horas de sueño que puedan alcanzar.

Sin embargo, cuando la oportunidad de un tiempo libre se vuelve un comportamiento ilícito y se dejan de lado las obligaciones por esa necesidad imperante que doblega la voluntad, se les llama flojera.

¡Uf!, sí. La pereza está en la lista de los pecados capitales o los males del mundo. Así de grave. ¿Por qué tanto?

Tal vez sea porque la flojera no es una pausa en el camino, ni un estado tan agradable como se suele describir en el lenguaje coloquial. Carolina Diomedi, médico de familia (dradiomedi@gmail.com) lo explica.

"Entras a un estado de inercia, donde te paralizas, congelas y comienzas a generar pensamientos derrotistas y no te mueves, es decir, pierdes la voluntad de hacer lo mejor para ti", señala.

Agrega que la flojera tiene que ver con sentir una cierta incapacidad por mantener el control de la vida, donde la rutina diaria termina por invadir y coartar la energía básica que se tiene para funcionar.

"Hay un desgaste físico acumulado que provoca esa inmovilidad, porque como no hay control, los tiempos de recuperación son insuficientes para descansar", sostiene.

Es decir, se gasta más energía de la que está disponible y el cuerpo termina pasando la cuenta: la persona se estresa, cansa y está expuesta a hundirse en la pereza, donde no respondería a nada ni nadie. Mal.

Otra postura

Para el psicólogo Raúl Carvajal de Clínica Santa María, la flojera es un concepto que tiene mala barra porque no se profundiza en las causas de su aparición.

"Creo que está relacionada con un profundo temor por quedar expuesto a lo que no quiero hacer, a sobreexigencias que no tienen sentido para mí en ese momento y que reacciono frente a ese deber ser", asegura.

Por tanto, la flojera según el psicólogo, sería una vía de escape válida para zafarse del juicio social.

"Hay mucha gente que deja de hacer cosas por el temor de quedar expuesto al fracaso y al sentirse incapaz, prefiere pasar por flojo que por incompetente", afirma.

Pero indica que en esa parálisis, emerge la culpa por no hacer lo que se debería hacer. "Se pasa pésimo porque no estás cumpliendo con lo que se espera de uno y eso molesta. Y ni hablar de cómo entras en conflicto con tu voluntad", sostiene.

Días de invierno

Esta época del año tampoco ayuda cuando la flojera se apodera de los estados de ánimo. Y cómo no, sí el invierno es una época donde el ritmo biológico se altera, ralentizándose. "Hay una necesidad de irse para adentro, bajar el ritmo y crear espacios más lentos, tranquilos", comparte Raúl Carvajal.

Por lo que, querer tiempo para descansar y no hacer nada se vuelve natural, comprensible. Pero, ¿qué se puede hacer para no caer en la flojera ni dañar a los demás con mis inacciones?

De acuerdo a los especialistas, lo que salva la situación es permitirse el espacio para descansar. Hablan de unos minutos al día, un día, el fin de semana. 

"La idea e regalarse el tiempo para conscientemente romper con mis contradicciones, dejar de pelear con la flojera y dar el valor al descanso que se merece y te lo permites", señala el psicólogo.

Habla que es sano asumir que hay momentos en que no se puede hacer nada y comenta que el doctor Ernest Lawrence Rossi, médico y psicoterapeuta ericksoniano, aconseja que las personas cada 90 minutos de trabajo, deberían hacer una pausa de 5 minutos y no hacer nada.

"Es que está comprobado que después de una hora y media empezamos a bostezar o nos da hambre, se pierde la concentración y para retenerla se gasta más energía, por eso se recomienda parar y luego seguir", explica.

Advierte que no es una siesta, sino que permitir que la mente y cuerpo se borren, descansen.

Aprender a descansar

En ese sentido, la doctora Diomedi de orientación antroposófica, recomienda no olvidar que el descanso diario debe ser reparador, acorde a las necesidades y proporcional al esfuerzo que se hace.

Agrega que lo importante es conectarse con el cuerpo físico y no solo usar las horas del sueño para recuperarse. Es necesario ir más allá.

"Es bueno complementar con una alimentación que mejore mi vitalidad, por ejemplo, incluyendo verduras verdes, frutas, agua y dejar de lado los hidratos de carbono procesados, el azúcar, las bebidas alcohólicas, que lo único que hacen es intoxicar el cuerpo y al hígado", afirma.

Invita también a comer poco si se va a tomar una siesta para que el cuerpo se regenere y desintoxique con mayor facilidad. Pero ojo, no pasarse en las horas de sueño.

"Respira profundo y detente, regálate unos minutos diarios para llevar la atención al sentir el cuerpo sin distracciones de TV, computador o teléfonos. Y si es posible, date un baño de tina antes de dormir", incita.

Otra opción para no caer en la flojera en estos días grises, es optar por el ocio y verlo como un espacio para la creatividad y recuperación de la chispa que nos da vida. Tomar ese tiempo como el "vacío fértil", donde pueden surgir muchas cosas buenas.

Tal vez lo más importante sea el consejo de ambos de evitar caer en los sobreesfuerzos que tiran para abajo, porque se practica el autocuidado, hay ánimo y energía para desplegar en las labores diarias, donde nada se hace cuesta arriba. Al contrario, la adversidad se mira con otros ojos.

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