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Brasileña que subasta su virginidad: "Todos somos objetos"

Dice que si lo hiciera un hombre, nadie lo cuestionaría.

28 de Noviembre de 2013 | 10:05 | Por Moises Avila, AFP
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BRASILIA.- Es brasileña, baila tango, toca el piano, juega al tenis, domina el balón, tiene 21 años y está subastando nuevamente su virginidad, ya que a la primera vez no resultó. ¿Lo hace por necesidad? No. "Es una oportunidad de negocio", dice a la AFP.

A Catarina Migliorini, de figura espigada y ex portada de la revista Playboy, no le han faltado admiradores pero, aclara, jamás ha tenido novio.

"No me enamoré de verdad de nadie, tal vez. Simplemente no se dio", cuenta. "Nunca he tenido ningún tipo de relación sexual, con nadie. Sería muy fácil que alguien saliera y dijera que ya tuvo algo conmigo", explica.

Y tiene un certificado médico para probarlo. ¿Qué es la virginidad para ella? "Hay un pasaje bíblico que dice que la virginidad vale más que un rubí (Proverbios 31, 10). Para mí sólo es un pedazo de tela", dice. Y aunque no sea un rubí, por el precio lo parece.

La última de las cinco ofertas que ha recibido asciende a 150.000 dólares, hecha por un mexicano, según consta en su página de Internet virginswanted2.com. La subasta -que parte de un precio base, con ofertas a la vista y donde gana el mejor postor- cierra el 9 de diciembre.

Un poco de filosofía

En conversación con la AFP vía Skype, "la virgen más famosa del siglo XXI", como se autodenomina en su página web, Catarina pide que se le tenga paciencia porque tiene mucho que decir.

"Yo, persona, no estoy siendo subastada. Lo que se subasta es sólo una noche conmigo. ¿Estoy siendo tratada como un objeto? Todos lo somos. Cuando estoy ocho horas trabajando para alguien, ofreciendo el trabajo de mi cuerpo o de mis ideas", explica.

La diferencia, dice, es que el sexo es tabú. "Dicen que lo que yo hago es una desvalorización de la mujer. Yo veo esto como que vivo en un mundo capitalista, y estoy haciendo esto como una forma de negocio y listo", reitera. "Si fuese un hombre el que hace la subasta, todo bien. Pero, como es una mujer, mi Dios del Cielo, es una prostituta", comenta.

Estudiante de Geografía y amante de la literatura y la filosofía, Catarina hace sus propias reflexiones deontológicas.

"Yo hago lo que creo que está bien o lo que está mal, si es que existe lo que está bien y lo que está mal. Porque todos son conceptos aprendidos. De lo único que tenemos certeza es de que nos vamos a morir", filosofa.

Un negocio

Catarina subastó su virginidad por primera vez hace poco más de un año, en el marco de un documental australiano. Un japonés fue el mejor postor al ofrecer 780.000 dólares.

"El director del documental me había dicho que el ganador era una persona mayor (...) Luego resultó ser un chico de 21 años. Quería pagarme con un cheque. Le pedí que fuéramos a un abogado a depositar el dinero, y que el dinero sólo pasaría a mi cuenta después de que las partes cumplieran con el acuerdo", dice.

Pero no resultó. Así que ahora decidió organizar su propia subasta. A diferencia de antes, el argumento no es que necesita dinero para sus estudios.

"El dinero es importante aquí, no voy a mentir, pero no lo necesito para vivir bien. Tengo una vida tranquila. Puedo estudiar", precisa. ¿Y los requisitos? Está abierta para hombres y mujeres, sin importar la edad. Hay que usar preservativo.

Y a Catarina le gustaría conversar con la persona antes, para conocerse. Advierte que se trata sólo de "perder la virginidad" y no de "otras cosas".

"No es necesario que tenga que gustarme la persona", precisa en las bases de la operación. Aún no ha decidido qué hará con el dinero. La familia de Catarina no está de acuerdo con lo que está haciendo, pero lo respeta. "Soy mayor de edad y responsable. Saben que la palabra final es mía. Por más que estén en desacuerdo, ellos no me juzgan porque me aman y los amo igual", precisa.

¿Y el amor de pareja? "Creo en el amor, creo que un día puede pasar. Un hombre que me ama de verdad, lo hará por lo que soy y no me va a dejar por causa de esto. Eso es amor", asegura.


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