¿Miedo a ser juzgadas? Las razones por las que no van al gimnasio

El pudor y la vergüenza por la exposición social al entrar en un ambiente muy lejos de la zona de confort, es la resistencia más brutal que tendría una mujer para comenzar a ir a un gimnasio o practicar algún deporte.

Sin embargo, ese temor que se siente no es individual ni único, según quedó demostrado en un estudio realizado por el Consejo Superior de Deportes Inglés del Departamento de Cultura, Medios de Comunicación y Deporte del gobierno, Sport England, donde descubrieron que el 75% de las mujeres, equivalente a 7.1 millones de féminas, le gustaría hacer más ejercicio, pero se desaniman por miedo a lo que los otros piensen de ellas.

Las preocupaciones, que fueron identificadas a través de una serie de conversaciones, oscilan entre el miedo de ser juzgadas por su apariencia, pasando por el temor a no tener una capacidad suficiente para hacer los ejercicios, hasta llegar a las que son madres, quienes dijeron que les da pánico ser criticadas por gastar tiempo en hacer ejercicio, en vez de cuidar a sus hijos. Es decir, que el temor al “que dirán” es mayor que la auto-confianza de las mujeres.

Los juicios

Las razones son múltiples. Pero se estableció que esto de tener miedo a las opiniones de extraños le sucedería a mujeres de todas las edades. “Las mujeres hacen menos deporte y ejercicio que los hombres, pero la mayoría dicen que les gustaría hacer más”, afirmó Jennie Price, directora ejecutiva de Sport England en un artículo publicado en www.thenewsgazette.net

Para evitar estas reacciones tan negativas y lograr que ellas puedan tener una vida más saludable, los especialistas ingleses están promoviendo una campaña nacional llamada “Esta chica puede” (“This girls can”), destinada a 9,4 millones de mujeres entre 14 y 40 años, con el objetivo de mejorar la confianza y actitud para relacionarse con el deporte. La idea es ir construyendo su autoconfianza y que se puedan integrar a clubes deportivos, gimnasios y también hacer ejercicios en casa.

 ¿Y en Chile?

Diego Caruezo, gerente de Smart Fit Chile comenta que la situación en el país no es distinta. “Efectivamente ese miedo se manifiesta, porque hemos visto que cualquier persona que viene por primera vez, siente que es un mundo raro debido a que es desconocido y más para las mujeres, donde el usar ropa más apretada les genera vergüenza”, comenta.

Además, indica que las mujeres con sobrepeso les da pudor transpirar, o piensan que hacen el ridículo porque se descoordinan y su capacidad física es limitada. Por ese motivo, indica que cada profesional que interactúa con ellas trata que sea lo más cercana la comunicación e interacción con esa persona para que no se sienta como un “extraño”.

“Tratamos de generar empatía y ponernos en el lugar del otro, y hemos visto que ese es un primer gran empujón que necesitan para comenzar a entrenar y no rendirse”, sostiene.

Sin embargo, para el entrenador personal y magíster en educación en salud y bienestar, Claudio Mejías este temor a hacer el ridículo viene dado desde la infancia, debido a que las niñas tienen menor participación en actividades físicas que los niños en el colegio. Ellos juegan fútbol y ellas, a otros juegos pero no practican un deporte.

“Pero también creo que influye el acoso sexual que reciben las mujeres en cualquier lugar a donde vayan a ejercitarse, sobre todo en los espacios compartidos y en donde ponerse una ropa más ligera o cómoda genera en los varones licencias para pasarse de la raya con propuestas o bromas de mal gusto que afectan a las mujeres”, opina.

Por este motivo, piensa Mejías que las personas prefieren realizar ejercicio en casa. Afirma que para muchas es más cómodo y si cuentan con un personal trainer es ese profesional el que se ajusta a los tiempos que dispone la persona.

“Además, en esos espacios se genera una confianza en la cual no existen prejuicios y se avanza en pos de los objetivos que requiera el alumno”, dice. Las razones del miedo, la vergüenza y los comentarios ajenos abundan.

Por tanto, comenta Diego Caruezo lo primero es transformar el estigma que suelen tener los lugares donde se hace deporte, ejercicio o actividades recreativas, ya que no es necesario ser “estupendo” para participar.

“Lo importante es que cambiemos esa forma de pensar y que cada uno tenga su lugar y que sólo con sus ganas de mejorar su calidad de vida, pueda acercarse sin tanto prejuicio ni temores a entrenar y estar en forma”, reflexiona.