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El dilema económico que llevó a la muerte a Cecil, el león más famoso de África

Las instituciones que velan por preservar la vida silvestre en África se financian con el dinero que proviene de los permisos de caza y de las tarifas que cobran a acaudalados "deportistas" por conseguir los trofeos más deseados. De esta controvertida forma, mantienen parques de conservación, señalética y personal destinado a prevenir los ataque de cazadores furtivos.

03 de Agosto de 2015 | 11:34 | Por Felipe Contreras, Emol
Internet dio un verdadero rugido esta última semana, luego que se confirmara que el león Cecil había sido asesinado por un dentista estadounidense. Las redes sociales demostraron su poder: los usuarios de Yelp calificaron al profesional de asesino, congregando a miles de visitantes que, en persona, construyeron un memorial fuera de su ahora clausurada clínica dental en Bloomington, Minnesota. Esto se suma a la petición de las autoridades de Zimbabwe, lugar donde tuvo lugar la cacería, quienes piden la extradición del que los medios califican como "el hombre más odiado de Estados Unidos".

Walter Palmer, quien pagó cerca de US$55.000 (unos $36.000.000) podría además enfrentar cargos por disparar con su ballesta al león que habitaba en una zona protegida, luego que lo obligaran a dejar el parque nacional que lo albergaba. Palmer aseguró a un periódico local que él “no tenía ni idea que no era legal cazar al animal; no sabía que era un león conocido, favorito de los locales y que estaba marcado y que era parte de un estudio, hasta que la caza hubo acabado”.

África: Un "parque de diversiones" para adultos millonarios

Los trofeos de caza son legales en muchos sitios de África; incluyendo Sudáfrica, Namibia y Tanzania. Y los cazadores pueden desembolsar cientos de miles de dólares por la oportunidad de perseguir animales en su hábitat natural. Zimbabwe produce, cada año, cerca de US$20 millones cada año a partir de este deporte, lo que equivale a un 3,2 de sus ingresos por turismo. Se estima que cada año, cerca de 600 leones son asesinados legalmente por turistas millonarios.

Muchos argumentan que los montos que se obtienen de la caza regulada podrían usarse para impulsar los esfuerzos de conservación. Sólo el año pasado, el Banco Mundial entregó US$700 mil a Mozambique para promover la cacería deportiva como parte de un fondo de conservación que alcanza los US$40 millones.

Un recurso no renovable y un juego poco transparente

La población de leones, así como la de otros "trofeos" también muy cotizados, están sufriendo. Los recursos están mermando y los hábitats naturales se están desvaneciendo. Muchos conservadores argumentan que la caza deportiva es, finalmente, un asesinato sin necesidad, en la que los cazadores valoran más alto a las presas muertas que los animales vivos.

“Si sólo están dando dinero para matar a un animal, eso no te vuelve un conservacionista”, dijo Jeffrey Flocken, un director regional del Fondo Internacional para el Bienestar Animal. “No necesitamos matar a un animal para salvarlo”.

Algunos estudios han demostrado que sólo el 3% de las ganancias de las tarifas de permisos y las ganancias de las cacerías quedan para las comunidades locales. En cambio, son los gobiernos centrales y las organizaciones que organizan estas actividades las que se quedan con la mayoría de los fondos.

Casi todos los “grandes de África”: elefantes, rinocerontes negros, búfalos, leones y leopardos, están enfrentando algún nivel de riesgo. En algunas oportunidades se ve una especie de frenesí por cazar estos animales. Los Rinocerontes, por ejemplo, están en peligro y su número total ya se ubica bajo los 5 mil ejemplares. Sin embargo, eso no detuvo a un cazador de Texas, que pagó cerca $231 millones para matar uno.

Estudios recientes mostraron que traficantes de marfil han asesinado ilegalmente cerca de 100.000 elefantes en el transcurso de tan sólo 3 años y la población de esta especie en el centro de África se ha reducido a la mitad en la última década.

Asimismo, se ha registrado del 42% en la población de leones en los últimos 20 años y sólo 400 de ellos se mantienen en el oeste del continente negro.

Entre la espada y la pared

Irónicamente, la conservación depende del financiamiento sostenido y, en algunos casos, de los permisos de caza, para dar continuidad a sus iniciativas, asegura Evan Hjerpe, director de un instituto de conservación de Estados Unidos. Añadió además que “lo más difícil es determinar dónde se va el dinero”.

“Los trofeos de caza pueden maximizar el precio de los permisos, pero puede crear un afecto adverso en las iniciativas de conservación”, dice Hjerpe. “Los cazadores tienen en la mira las especies más grandes y más hermosas y eso puede entorpecer otros esfuerzos de conservación. Si ciertos inversionistas deciden que los trofeos que hay disponibles no son de su agrado, entonces simplemente podrían retirar sus fondos para el programa; sin duda una situación compleja”.

Hay otras formas de balancear los intereses económicos con los esfuerzos conservacionistas. El turismo natural, el cual le ofrece a los visitantes la oportunidad de tener fotografías con toda la vida salvaje de África, podría ser significativamente más rentable que la caza furtiva: Un estudio reciente reveló que un sólo elefante puede generar sí mismo cerca de 2 millones de dólares en ganancias por ecoturismo, en comparación con los US21 mil que valen sus colmillos de marfil en el mercado negro.

Además, la opinión pública concuerda en que la cacería deportiva es un acto repudiable: Una encuesta realizada en 2011 por la Fundación Internacional para el Bienestar Animal determinó que el 70% de los estadounidenses pagarían por ver un león. En tanto, sólo el 7% lo haría por vivir la experiencia de asesinar uno. 



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