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Cafés británicos ofrecen comida elaborada con alimentos sacados de la basura

El Real Junk Food Project nació en 2013. Su objetivo es rescatar productos que están cerca de su fecha de vencimiento o no están en perfectas condiciones, pero aún son aptos para su consumo. Muchas personas de escasos recursos se han beneficiado con la iniciativa.

23 de Septiembre de 2015 | 11:15 | AFP
LONDRES.- Cuando Adam Smith abrió un café en el norte industrial de Inglaterra, en el que sirve platos con comida que iba a terminar en la basura, tenía grandes aspiraciones: acabar con el desperdicio de alimentos.

"Desde el primer día pretendí alimentar al mundo y tengo la intención de hacer eso", dijo con ambición el fundador de un imperio ético, el Real Junk Food Project (Proyecto comida chatarra real, RJFP).

El primer café de la red abrió hace dos años en un humilde centro comunitario en el distrito desfavorecido de Armley, en Leeds, y el proyecto cuenta ahora con 120 establecimientos afiliados en todo el mundo, incluyendo Australia, Francia, Corea del Sur, Estados Unidos y, más recientemente, Nigeria.

"La gente está empezando a darse cuenta de que somos una organización seria", dijo Smith, que acaba de participar en un acto para sensibilizar a los diputados británicos alimentándolos con comida rescatada de contenedores de basura de supermercados.

El concepto es simple y consiste en obtener alimentos que de otra manera se habrían tirado -porque su fecha de caducidad ha vencido o porque son invendibles bajo las reglas comerciales, como la fruta con un moratón- y convertirlos en comidas perfectamente comestibles.

Desde que se inició el proyecto en diciembre de 2013, se han "interceptado" casi 200 toneladas de alimentos, dijo Smith.

Aproximadamente un tercio de los alimentos producidos cada año en el mundo para el consumo humano se pierde o se desperdicia, según la ONU.

Para sortear las leyes británicas, que impiden vender esos alimentos, los clientes de los cafés RJFP pagan lo que quieren por sus comidas, explicó Smith.

"Hacemos nuestro propio juicio, por el gusto y el olfato, para determinar si los alimentos son aptos para el consumo", narró.

Smith precisó que no lo hizo pensando en alimentar a los pobres, pero para muchas comunidades su proyecto es una forma de llegar a personas con rentas bajas.

Ayudada por unos 90 voluntarios, la jubilada Shena Cooper gestiona el café Elsie en la ciudad de Northampton, en el centro de Inglaterra, como parte de la red RJFP.

"Queremos crear una sociedad mixta", dijo. "Algunas personas vienen a tomar un café y un pastel y dan unas cuantas libras. Pero hay personas que no pueden dar nada", explicó.

'Basurero'


Los voluntarios se enfrentan al reto de crear sabrosos platos con lo que tienen a mano, y eso es "parte de la alegría para ellos", dijo Cooper.

En el acto "Binner" (basurero) que Elsie celebró este mes, un chef invitado transformó los alimentos rescatados en un festín gourmet de tres platos: crostini con salsa de peras, salchichas con pastel de polenta, y un postre de chocolate e higos.

"Puedes sentirte concienciada comiendo una torta", bromeó Heike Mapstone, una trabajadora de un centro telefónico de atención al público, después de la cena.

"Creo que es una gran idea. ¿Por qué hay que tirar toda esta comida?", agregó.

Cooper sabe que sus cafés son sólo una gota de agua en un océano, pero espera que el esfuerzo colectivo sirva para "desnudar la realidad del sistema alimentario".

"Hay tantas cosas malas en él", dijo. "El hecho de que traigamos bananas de medio mundo para luego tirarlas a la basura es ridículo".

Adam Buckingham alimenta a unas 200 personas a la semana en un café RJFP en una iglesia en Brighton, en el sur de Inglaterra, y ha recibido desde una pata de jamón serrano a enormes cantidades de chocolate.

"A la gente le sorprende enterarse de que toda esta comida hubiera ido a la basura", dijo, reclamando un cambio en las actitudes y en las leyes.

"Lamentablemente hemos llegado a un punto en el que nos creemos que es buena idea tirar comida y comprar más", estimó.

En el norte de Londres, un par de empresarios han aprovechado lo que creen que es una creciente aversión a esta forma de pensar.

Tessa Cook y su socia estadounidense Saasha Celestial-One lanzaron una nueva aplicación -"Olio"- para conectar a los consumidores con fuentes de excedentes de alimentos.

La aplicación permite a los donantes colgar fotos de artículos que se acercan a la fecha de vencimiento y los usuarios pueden buscar lo que necesitan y organizar la recolección de los alimentos a través de mensajería privada.

"Hicimos un poco de investigación de mercado y encontramos que a un tercio de las personas les 'dolía físicamente' tirar comida. Para mí eso fue alucinante ", dijo Cook.

Hasta el momento se han inscrito 15 personas y empresas que desean ofrecer productos.

Aunque en la actualidad está centrada en Londres, Cook espera que la aplicación finalmente se use en todo el mundo.

"Cuanto más nos fijamos, más abrumadas nos sentimos por la enorme cantidad de comida que se tira. Es un derroche, irresponsable e inmoral", dijo.
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