REVISTA VIERNES LA SEGUNDANatalia Silva (23) es una de las autoras más jóvenes que debutan en la Feria Chilena del Libro Infantil. No abuses de este libro, su novela ilustrada, muestra cómo Tina vive una niñez marcada por los abusos de su padrastro –a quien enfrenta mentalmente a través de su alter ego súper héroe–, hasta que decide denunciarlo, en su adolescencia. Pero toda ficción tiene algo de realidad: con esta novela, logró superar su propia historia, la misma que vive su personaje literario.
La sociedad no sabe cómo reaccionar frente al abuso infantil. ¿Cuáles reacciones enfrentaste tú? He visto dos caras, y ninguna me parece bien: la primera es que te traten con pinzas. Eso a mí personalmente me carga. Que te tengan lástima es otra vulneración. La victimización es algo que no debería pasar porque sí; somos víctimas, pero también somos muy fuertes. Hágannos sentir que tenemos la fuerza para superar lo que hemos pasado. Por eso trato de hacer esta metáfora en mi novela: “Yo no soy víctima, soy una superhéroe; salí de esto sola”. Por otro lado están las personas que dicen: “Pero si a todos nos ha pasado algo así cuando chicos”, o “¿Cuándo vas a dejar de hablar de esto? Nos tienes chatos! Llevas diez años hablando de esto, y ahora sacas un libro” (se ríe).
¿Cuesta que les crean a los niños?
Sí, eso genera más traumas para el niño porque siente que no le creyeron aunque vivía un dolor gigante en su interior, y al final trata de buscar una respuesta que nunca va a encontrar. Porque la respuesta es: “No, no tuviste la culpa, porque eras un niño”.
Cuando pasaste por esta experiencia comenzaste a dibujar un diario de vida. ¿Dibujar fue una terapia para ti?
A los cinco años me gastaba una croquera a la semana, pero se transformó en algo terapéutico cuando hice la novela, fue la manera de sacar mi rabia.
¿Cuándo tu desahogo se convirtió en un proyecto?
Esta novela la empecé cuando tenía 16 años; ya habían pasado tres desde que había hablado con mi mamá y le había contado todo lo que pasó. Mi papá me ayudó a dar el salto para convertir esto en una historia; me mostró mil libros de guiones y de cómo hacer novelas; me hacía clases para lograrlo. Pero cuando me ponía a dibujar era mi historia la que salía, así es que en un momento tuve que separarme de ella e inventar este personaje que es Tina (Nati al revés). Era muy complicado, significaba volver a vivirlo, y decía: “No quiero pasar por esto de nuevo”. Además, era muy difícil publicar exactamente lo que me pasó porque es muy complicado familiarmente, es algo muy íntimo.
¿Cómo lograste hacerlo?
Hartas personas me fueron guiando. En estos seis años Alberto Montt me ayudó en los dibujos y me dio consejos; Marcela Escobar, la editora de Ediciones B, también. Y tengo un abuelo, que en realidad es un abuelastro, el padrastro de mi mamá que también es escritor y se llama Juan Forch, a quien le mostré muchas veces el escrito y me decía que tenía que alejarme más de mi historia porque si no, nunca me iba a curar.
¿Y cómo rearmaste tu vida?
Tengo la suerte de que tengo un papá y una familia de su lado muy poderosa y magnífica que me apoya mucho. Y también un pololo muy bacán, amigos y también familia del lado de mi mamá. Por suerte he tenido bastante apoyo, y sé que en muchos casos no es así. Eso es algo que también quiero lograr con esta novela: que tanto los niños abusados lo lean y digan: “Esto está mal”; como que un adulto abusado diga: “Oh, tengo que hablar”, o que se dé cuenta de que no es normal. Dejemos de minimizarlo, cuidémonos. Tenemos que educarnos como sociedad, y no sólo decirles a los niños: “Aprende a cuidarte”. No depende del niño, para nada.
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