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Wanderers saca premio al alumno ordenado

En una actuación maciza, impecable tácticamente, el cuadro porteño empató sin goles con Boca en La Bombonera en un encuentro en el que perfectamente pudo terminar ganándolo. Líneas parejas y ni una gota de miedo fueron claves para quitarle la canasta limpia en casa al bicampeón de la Copa Libertadores.

13 de Febrero de 2002 | 23:11 | Patricio Corvalán C. EMOL
BUENOS AIRES/SANTIAGO.- Imagínese llegando a su casa, sacándose los zapatos y la corbata y poniéndose su polera regalona. Imagínese que llega su jefe, de improviso. Vuelta a vestirse. Cuando se va, y usted se está poniendo el piyama, el jefe vuelve por el último whisky. Vuelta a la ropa. Multiplique eso por mil. Eso, exactamente eso fue Wanderers, un equipo que esta noche supo vestirse de gala y de obrero durante todo el partido frente a Boca Juniors, el que terminó 0-0 con una oda a la táctica y al jamás sobrepasado juego de los porteños.

Difícilmente se encuentre en los archivos un encuentro ante un equipo argentino al que se enfrente de manera más ordenada. Colo Colo el '91 perdió apenas, pero una desinteligencia lo marcó. Hoy Wanderers tuvo un impresionante equilibrio: fuerte y seguro en defensa, pausado y preciso en el medio, incisivo en el ataque.

Los quince primeros minutos fueron los duros. Boca, como se presumía, salió con todo y salvo un par de llegadas de Barros Schelotto -un monumento a la potencia, pero con poco fútbol- los ímpetus se fueron diluyendo en favor de la tranquilidad de los caturros.

En ese trabajo fue fundamental el engranaje entre Sanhueza, Ormeño, Riveros y Gálvez, este último la gran figura, con capacidad para desdoblarse en ofensiva sin arriesgar la orilla izquierda.

A medida que avanzaron los minutos el planteamiento de ambos fue inversamente proporcional. Boca perdió claridad y se enfrascó en meter centros, en buscar la cabeza de Carreño, primero, y de Bracamonte, después. Wanderers, en cambio, fue llevando su orden más arriba, con Soto poniendo de cabeza a Burdisso y con Fernández -más apagado- inquietando por arriba.

Pudo ganar Boca tanto como Wanderers, pero si ganaban los xeneizes era esta noche fruto más d ela historia que de lo que se vivió en La Bombonera. El gran mérito de los dirigidos de Dabrowski fue nunca desordenarse y, sobre todo, nunca tener miedo.

Porque, como bien decía un lienzo de los locales en la galería, "Grande hay uno solo, los demás son importantes". Y jugando así ser importante es mucho, mucho más valioso.
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