BUENOS AIRES.- Después de años de distanciamiento, el argentino Diego Maradona y el brasileño Pelé se sentarán mañana a la misma mesa para protagonizar lo que los reclamos publicitarios dieron en llamar "el encuentro más trascendente de la televisión mundial".
Hay tanta expectativa por ver a los dos ex futbolistas que unos 250 periodistas de todo el mundo se acreditaron para presenciar el acontecimiento y recoger sus opiniones en una prometida rueda de prensa posterior al programa, que marcará el debut de Maradona como conductor de televisión.
El ciclo se llamará "La noche del 10" y se trasmitirá todos los lunes, a partir de las 22:00 horas (locales, 01:00 GMT del martes) por el canal 13 de televisión abierta de Buenos Aires.
Muchos se preguntan hoy: ¿de qué hablarán?. A lo que el ex portero argentino Sergio Goycochea, que será el co-conductor del programa, respondió que "todo será muy informal", pero no anticipó absolutamente nada.
Todos quieren ver a las dos glorias del fútbol, que han monopolizado todas las discusiones sobre quién fue mejor y han protagonizado no pocos enfrentamientos personales.
Los dos tienen un origen humilde, una infancia que transcurrió en medio de la pobreza y las privaciones. Apenas pisaron las puertas de la adolescencia, empezaron a tejer un romance indestructible con la pelota, que los catapultó a la fama mundial.
Pero esa gloria inconmensurable y única, que les permitía, y aún les permite, pasearse por el mundo bajo la admiración generalizada, los condujo por caminos diferentes.
Pelé cultivó y después cosechó las mejores relaciones con los poderosos, dentro y fuera del fútbol, mientras que Maradona los enfrentó con rebeldía, y a veces con furia, de manera que se granjeó no pocos problemas, enemigos y adversarios.
Solamente se dejó cautivar por el ex presidente de su país Carlos Menem, en la década de 1990, por Fidel Castro y últimamente por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
El mundo "endiosó" y "alfombró" el camino del brasileño tras su retiro, de manera que se convirtió en un respetado empresario, promotor y hasta ministro de Deportes de su país.
Maradona recorría el camino inverso, hacia el abismo de las drogas, que lo expusieron a las críticas y las sanciones. Y Pelé se sumó a los reproches.
Sin embargo, el tiempo fue modificando el escenario. Maradona empezó a salir del pozo este año, al tiempo que el destino puso a Pelé frente al problema de las drogas, cuando su hijo, Edinho, fue detenido y encarcelado en Sao Paulo, acusado de integrar una banda de narcotraficantes.
"Yo siempre tengo el mejor de los deseos para mis hijas y también le deseo lo mejor al hijo de Pelé", declaró Maradona el 8 de junio pasado cuando le preguntaron por el drama del brasileño.
Fue una demostración de solidaridad y un gesto de acercamiento, pero no la única situación que parece ir modificando el escenario de las relaciones personales entre las dos estrellas.
Junto al sorprendente proceso de recuperación por su adicción, Maradona empieza a redefinir su vida. No puede afirmarse que está reconciliándose con los poderosos, a los que siempre se enfrentó, pero en junio pasado aceptó un ofrecimiento para convertirse en vicepresidente del Departamento de Fútbol de Boca Juniors y se encamina a ser la mano derecha del presidente del club, Mauricio Macri.
Ahora se sumerge en el cine y particularmente, en el implacable mundo de la televisión, y emite señales de que está decidido a apartarse de los escándaos. Pelé, en cambio, está "arrinconado", visiblemente dolorido y amargado por el trance de su hijo.
En esas condiciones los junta la televisión argentina y muchos se preguntan si habrá un guión para estos temas, o si se acordará soslayarlos. Nadie lo sabe. Maradona y Pelé tienen la palabra.
