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La aventura con viento a favor de Emol a bordo de "Pisco Sour"

El profesionalismo de los once tripulantes del yate campeón de Europa en la temporada 2005 fue factor fundamental de su triunfo en la 13ª regata de la prensa.

04 de Diciembre de 2005 | 16:46 | Bernardita Marino, enviada especial a Viña de Mar


Fotos: Cristián Larraín
VIÑA DEL MAR.- Era la una de la tarde cuando comenzó la aventura. "Pisco Sour" era el yate que me llevaría, como representante de Emol, a las —ese día— quietas aguas del Pacífico en la 13ª versión de la Regata de la Prensa.

Pese al "glorioso" primer lugar que el medio al que representaba obtuvo al final de la jornada, mis miedos antes de lanzarme al mar eran dos: los famosos mareos que te dan al subirte al yate y la, para mí, ultra desconocida jerga de la navegación.

Spinnaker, génova, barlovento, sotavento y eslora, por mencionar sólo algunas, fueron las palabras que más escuché durante las casi tres horas que pasé arriba del "Pisco Sour" (que a todo esto, este año fue el yate campeón de una de las competencias más importantes de navegación en Europa, la Copa del Rey). Pese a los grandes esfuerzos, tanto de la tripulación del "Pisco Sour" como del "Manual básico para periodistas" (que traía la explicación de cada término náutico), sólo logré familiarizarme con algunos de ellos.

La tarea no era fácil. Los dos colegas que representaron a Emol en las dos ediciones anteriores me habían dejado la vara alta. Ilona Goyeneche, embarcada en el "Hasta Siempre", había ganado el 2003 y Felipe Gálvez, con "Almacenero", había sacado el segundo lugar en la versión del año pasado. También otro periodista amigo había vuelto, en 2003, con una medalla desde Algarrobo. ¿Cómo iba yo a llegar con las manos vacías esta vez?

Por suerte, tras el sorteo de rigor entre los capitanes de los yates (una situación bien ceremoniosa) Emol se subía al favorito, "Pisco Sour", que además navegaba por primera vez en aguas chilenas luego de su notable participación en Europa. El yate y yo teníamos que debutar con un triunfo.

"Te aseguras podio", me dijeron los periodistas de los otros medios, a los que se les notaba un dejo de envidia en sus ojos. Lo que ellos no sabían es que yo me moría de susto de no saber nada de este deporte náutico y por lo tanto, de hacer el ridículo.

Bendita eres...

Rodrigo Zuazola, Emilio Cousiño, Bernardo Matte, Francisco Matte, Rodrigo Guzmán, Pablo Amunátegui, Carlos Fioriti, Felipe Herman, Sebastián Alenparte, Ricardo Uribe eran la "tripula" del "Pisco Sour".

Once hombres, profesionales de las velas y una periodista que no tenía idea "para dónde iba la micro". La situación era para atemorizar a cualquiera.

Pero al parecer, ellos estaban acostumbrados a recibir cada año a un profesional de la prensa que no supiera mucho navegación y por lo tanto, me recibieron de la mejor forma, explicándome conceptos, y entregándome un traje de agua gris y un cortaviento, indumentaria que ellos usan para competir, como una señal de que podía ser una más de la tripulación.

Todo iba bien hasta que empezaron a hablar la jerga extraña. En algunos momentos mi incomprensión llegaba a tal nivel que un traductor simultáneo no habría venido nada de mal esa situación.

De todas maneras el trato fue de maravillas. "Queremos que Emol nos de la suerte en el debut", me dijo "Rorro" Zuazola, el capitán, antes de meterse de lleno en la competencia.

Cuando faltaban diez minutos para la partida, el Spinnaker (especie de "globo" que ocupan los yates cuando navegan a favor del viento) se rajó. El pánico se sintió en la tripulación (no se vio, pues los once hombres con los que navegué no se sacaron sus lentes de sol hasta la premiación) que de inmediato reaccionó cambiando este trascendental elemento de competencia.

Dos minutos después, la génova, una de las velas, corrió la misma suerte que el Spinnaker. Cundió el pánico nuevamente. "Pisco Sour" tenía que debutar con un triunfo en la regata y estos percances hacían presagiar que algo podía fallar.

Yo, desde un rincón del barco, provista con ese inmenso traje de agua y el chaleco salvavidas, observaba —algo nerviosa— la suerte de mi embarcación.

Pero el profesionalismo de los competidores fue más y los escollos fueron rápidamente superados. Todo estaba listo para iniciar esta aventura bajo el esplendoroso solo que inundaba la bahía.

"Prepárense para virar"

14.10 horas: Inicio oficial de la regata de los medios de comunicación. Todos los tripulantes del "Pisco Sour" tenían su misión en el yate. ¿Yo? Según me dijo Zuazola, quien está catalogado como uno de los grandes timoneles del mundo, me dijo: "Tú vas a ayudar a hacer peso. Así que yo te voy a avisar cuando vayamos al virar para que te cambies al otro lado".

Ese "hacer peso" no ni más ni menos que colgar de los bordes de la embarcación, con la cabeza y los pies apuntando hacia el agua, tratando de tener la menor cantidad del cuerpo sobre el yate.

Pero la preocupación de Zuazola por su fémina tripulante fue sólo al comienzo de los 147 minutos de competición, pues con el "fragor de la batalla", al parecer, fui una más y ya no necesité del aviso del capitán. Al escuchar el "prepárense para virar", muy obedientemente, me cambiaba y colgaba del yate.

Tal vez nunca, en toda la regata, pude entender el significado de "entra una racha en 3, 2, 1..." o de "prepárense para trasluchar", pero al final de la competencia fui felicitada por la tripulación por la rapidez con la que logré cambiarme de lado para hacer peso en el barco.

Cuando mi reloj marcaba casi las cuatro de la tarde, y yo, más tranquila pues estábamos casi al final, en la sexta pierna (vuelta), miraba las tranquilas olas que hacía "Pisco Sour" al pasar, los once hombres que viajaban conmigo comenzaron a abrazarse y a darse la mano. Por mi parte, yo recibí más de algún beso (en la mejilla) y me enteré que la competencia había terminado. "¿Ganamos?" fue la pregunta que se me ocurrió lanzar. "No sabemos aún", me dijo Rodrigo, quien comenzaba a sacarse su traje.

El triunfo y la premiación

¿Cómo era posible que si llegamos antes que nuestros más cercanos competidores ("Almacenero" y "Maserati-Viñamar"), no supiéramos si habíamos ganado?, fue lo que pregunté. "Hay que esperar el tiempo corregido que es el tiempo que hace comparables los rendimientos de las embarcaciones y dice quién ganó", fue la explicación.

Dos horas después de haberme bajado de "Pisco Sour" y cuando ya habíamos comido las suficientes hamburguesas con que nos recibieron tras una extenuante jornada de navegación, los jueces pegaron en una pizarra los resultados tan esperados por los "lobos marinos" que ansiosos y con cerveza en mano, corrieron a conocer a los ganadores de cada una de las cuatro categorías.

"Pisco Sour", con una ventaja de 2 minutos y 46 segundos sobre "Almacenero", sacó el primer lugar de la categoría IMS-A, es decir, de los yates más competitivos. Emol había conseguido el bicampeonato y la copa viajaría a Santiago por segunda vez.

Una medalla, un diploma, varias fotografías y una experiencia de todas maneras recomendable (pese a confirmar mi completa ignorancia en temas deportivos, especialmente náuticos), fueron premios que volvieron a Santiago tras una regata, definida por los propios competidores como "espectacular" y que fue coronada, cómo no, con una sabrosa copa del tradicional "Pisco Sour" chileno.
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