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Las aventuras del "Viejo Pascuero" del Dakar: "La gente en la ruta me pide regalos"

Diego Izquierdo, el chileno con más edad en la prueba, ya es un personaje en la carrera. La gente lo reconoce, lo para, le toman fotos y él, a sus 65 años, lo disfruta.

04 de Enero de 2011 | 09:30 | Por Manuel Rojas Díaz, enviado especial a Tucumán
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Tras terminar el Dakar, Diego Izquierdo espera reconstruir su casa de parral que fue dañado por el terremoto.

Manuel Rojas Díaz, Emol

SANTIAGO.- A sus 65 años Diego Izquierdo quiso darse un gusto: Correr el Dakar. Y mientras muchos de los pilotos de la prueba sufren con la ruta, el cansancio, las pocas horas de sueño y el estrés de pelear por un puesto de avanzada, él sólo disfruta.


Lleva dos días de competencia y en ambos ha salido a la competencia temprano, de madrugada con una sola meta: Pasarlo bien. Y eso es lo que ha hecho en las últimas 48 horas.


Ayudado por su extensa barba blanca, que le llega casi al pecho, se ha convertido quizás en el "personaje" más querido de la prueba más extrema del mundo. Y no sólo al interior del campamento, también fuera de él, donde la gente ya lo ha bautizado como el "Viejo Pascuero".


"El otro día me paró un señor en la bencinera y me pidió sacarnos una foto. Dijo que me había visto en un diario de Córdoba, yo no tenía idea", cuenta a Emol con una ingenuidad que se admira.


No le ha ido mal, está 64 en la General de autos, algo no despreciable. Ha llegado con sol todos los días al taller y siempre sonriendo. "Ha sido lo mejor que me ha pasado en el último tiempo", lanza casi emocionado.


Aunque más se emociona al hablar del público que lo para en la ruta: "Me gritan Papá Noé, Papá Noé, hasta me piden regalos. Es que la gente en Argentina ha sido muy cordial, hospitalaria, amable, me impresionaron".


Toda esta algarabía por Izquierdo la ha vivido de cerca su copiloto, el argentino Joan Rubí, quien completa su tercer Dakar como navegante, pero lo de este año, reconoce, ha sido especial.


"Es sensacional todo esto. Lo paso muy bien a su lado. Con el público hay un ambiente excepcional, él se lo toma con alegría, saludando a la gente, nos paramos. Al terminar la competencia el público se nos va encima, todo es muy lindo. Yo me preguntaba si él podía responder por su edad, en realidad no se le nota", asegura.


Pero así como a él le piden regalos, él le solicitó uno al verdadero Viejo Pascuero: Quiere estar el 16 de enero en la meta en Buenos Aires e irse a su natal Parral, donde tiene una deuda con su familia: Levantar la casa que botó el terremoto, sueño postergado por hacer felices hoy al público del Dakar.

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