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Triunfal ingreso de líder zapatista a Ciudad de México

El carismático líder de la guerrilla indígena zapatista, subcomandante Marcos, hizo un ingreso triunfal el domingo al centro de la capital mexicana, de pie sobre la plataforma de un camión, fumando continuamente su pipa a través de su emblemática capucha y bajo una lluvia de confeti y flores.

11 de Marzo de 2001 | 18:22 | AFP
MEXICO.- El carismático líder de la guerrilla indígena zapatista, subcomandante Marcos, hizo un ingreso triunfal el domingo al centro de la capital mexicana, de pie sobre la plataforma de un camión, fumando continuamente su pipa a través de su emblemática capucha y bajo una lluvia de confeti y flores.

Marcos y los otros 24 comandantes rebeldes, vestidos por primera vez con ropas ligeras y sin sus uniformes de combate, llegaron a la plaza del Zócalo, frente al Palacio de Gobierno mexicano -cuyas ventanas estaban cerradas- saludando a sus 'fans' cómo si fueran héroes -o estrellas de rock- en la etapa final de la insólita y larga marcha de 3.000 km desde sus bunkers en la selva.

La plaza -con capacidad para más de 150.000 personas- estaba llena a reventar y la multitud recibió a los insurgentes al grito de "¡EZLN, EZLN!" (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), brazos en alto con el signo de la "V" de la victoria y el agitar de pancartas y banderas.

Los insurgentes, alzados en armas hace siete años y tres meses y que apenas combatieron durante 12 días, dejaron sus armas de las selvas y montes de Chiapas (sur, limítrofe con Guatemala), pero no los pasamontañas que les cubren el rostro.

Los comandantes llegaron protegidos por una impresionante valla humana, que fue también la que los acompañó cuando descendían del camión para subir al escenario. Las primeras en subir fueron las cuatro comandantas, seguidas por los otros 20 comandantes y finalmente el subcomandante Marcos, con su pipa humeante, quien recibió la más más prolongada ovación.

En el viaje desde el suburbio de Xochimilco hasta el centro histórico, y en lo que por momentos parecía un desfile triunfal alegórico, los insurgentes viajaron de pie, muchas veces con los brazos en alto, saludando a decenas de miles de personas congregadas sobre las avenidas de la megalópolis mexicana, de 20 millones de habitantes.

Desde los puentes peatonales ubicados sobre el trayecto de la caravana, multitudes recibieron el paso de la carroza de los guerrilleros (adornada con una pancarta donde se leía "Marcha por la Dignidad Indígena" con una lluvia de confeti y flores.

Marcos, quien continuamente cargaba su legendaria pipa y fumaba sin cesar, viajó al lado del comandante Tacho mirando al frente, mientras los restantes comandantes -como en un desfile- se repartieron de cara hacia uno u otro lado para saludar a la multitud.

El camión, escoltado por decenas de vehículos parte de la caravana y de la prensa, anunció en el viaje de tres horas su paso con un toque casi ininterrumpido de claxon, terminando de desbaratar la ya inexistente tranquilidad vespertina dominical en las barriadas populares de la urbe, por donde planificaron su ingreso.

La caravana fue sobrevolada en forma ininterrumpida por un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública con tiradores de élite a bordo para dar seguridad a los insurgentes que llegan a la capital mexicana luego de años atrincherados en las selvas del sur mexicano.

La marcha de los insurgentes tiene como propósito declarado impulsar en el Congreso la aprobación de una ley sobre derechos y cultura indígena, uno de los tres reclamos de los rebeldes, para sentarse a negociar con el gobierno mexicano.

El lunes los jefes de la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional tiene previsto un primer encuentro en bloque con legisladores mexicanos.
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