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Secuestrador brasileño se entregó tras 28 horas de tensión

Joan Sergio Pereira, de 27 años, fue trasladado a una prisión, donde esperará el inicio de un juicio que le puede costar entre tres y cinco años de reclusión.

05 de Enero de 2002 | 11:59 | EFE
PORTO ALEGRE.- El drama que vivieron diez personas en la ciudad brasileña de Porto Alegre, mantenidas como rehenes por un asaltante en el interior de un autobús, concluyó hoy con la entrega del delincuente después de 28 horas de tensión.

El coronel Luis Antonio Brener, quien coordinó la operación policial que terminó con la rendición del asaltante, calificó el final del prolongado secuestro como un "triunfo de la paciencia".

La pesadilla de los rehenes comenzó a las 9:00 horas locales (11:00 horas GMT) del viernes, cuando Joan Sergio Pereira, de 27 años y sin empleo, decidió asaltar un autobús de transporte público que circulaba por una céntrica avenida de Porto Alegre.

Efectivos de la policía se percataron del asalto y comenzaron a perseguir el autobús, en medio de un intercambio de disparos que sembró el pánico en las calles durante los casi cuatro kilómetros que duró la persecución.

El vehículo finalmente se detuvo después de que dos de sus neumáticos fueron alcanzados por disparos de la policía y el asalto se convirtió entonces en secuestro.

Según los negociadores de la policía, Pereira comenzó por exigir 500.000 reales (unos 210.000 dólares) y un helicóptero para huir a cambio de la vida de los diez rehenes.

Las negociaciones se extendieron durante todo el día, sin que el secuestrador diera señales de deponer su actitud, aunque fue bajando de a poco la cantidad de dinero exigida.

Durante la madrugada, el ánimo de Pereira comenzó a declinar y aceptó liberar a tres de los rehenes a cambio de comida, agua y cigarrillos.

Poco después de que se cumplieron 24 horas del inicio del drama de los pasajeros, el secuestrador liberó a otro de los rehenes y un par de horas después dejó salir a los seis que restaban y se entregó a las autoridades.

El suceso mantuvo en vela durante la noche a decenas de policías, periodistas, familiares de los rehenes y personas que se congregaron en la zona para seguir de cerca los acontecimientos.

La liberación de cada rehén fue recibida con aplausos por el variopinto colectivo reunido, que estalló en una ovación cuando Pereira anunció el fin del secuestro.

Los rehenes, con claras señales de cansancio y estrés, fueron conducidos a un hospital para verificar su estado de salud y el asaltante fue trasladado a una prisión, donde esperará el inicio de un juicio que le puede costar entre tres y cinco años de reclusión.
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